Los Patios

La juventud que lucha por garantizar el relevo en los Patios

  • Los principiantes coinciden en que la fiesta debe ser conservada como una celebración entre los vecinos

Esther Rubio en su patio, en la calle Zamorano, 10

Esther Rubio en su patio, en la calle Zamorano, 10 / Juan Ayala

El relevo generacional es tema de conversación y debate cada vez que la fecha de celebración del Festival de Patios de Córdoba se acerca. De hecho, es un tema que surge año tras año y en este, muy particular, en el que los niños de los colegios no los han podido visitar ni todos los recintos han abierto (aunque sí la mayoría) a causa del covid-19.   

Sin ir muy lejos, el año pasado se conocían las conclusiones del I Congreso Internacional Patios de Córdoba. Patrimonio cultural, ciudad y turismo sostenible donde se discutió acerca de la necesidad de “educar” a los niños más pequeños acerca de esta Fiesta para lograr su conservación en el tiempo.

El festival lleva desde los años 30 pasando de generación en generación y lo ocurrido con la pandemia este año cambió su dinámica y también la dinámica de cómo se ve el turismo y cómo se hace turismo en el mundo. Sin querer, la situación devolvió a los patios a su esencia más pura, los desestacionalizó y recobró el sentido de pertenencia a los cordobeses, que aprovecharon el momento para visitarlos.

Lo cierto es que el relevo generacional en los Patios de Córdoba se tambalea y es una incertidumbre más en medio de la situación sanitaria. Muchos de sus dueños son mayores y la agitada vida actual no permite que sus hijos tengan el tiempo de hacerse cargo de esta labor. Aún así, la esperanza recae en algunas parejas jóvenes que han decidido tomar las riendas del patio de sus abuelos o rescatar recintos de algunas casas de la capital cordobesa para continuar con la tradición.

Tal es el caso de Óscar Rubio, que ha decidido abrir el patio que puso a punto junto a su mujer, Elena Vilches, en la calle Guzmanas, 7 apenas hace un año. La idea surgió "de la espontaneidad" tras las obras acometidas para poner a punto la casa, que adquirieron en el año 2012. "Empezaron a surgir distintos elementos ocultos durante mucho tiempo como el arco y el pozo, que le dan personalidad al patio así como el artesonado de los techos", explica.

Óscar Rubio ponte a punto una de las flores de su patio Óscar Rubio ponte a punto una de las flores de su patio

Óscar Rubio ponte a punto una de las flores de su patio / Lolo Agredano

Esta serie de hallazgos fueron llenando de ilusión a la familia "por saber de la historia de la casa y por restaurarla de la manera más fidedigna posible", según indica Óscar. Entre medias "fueron llegando plantas de vecinos como Manoli del patio de Guzmanas, 4, una veterana de los patios, otras de mi tío Paco y muchas de amigos", detalla.

El amor de la pareja por Córdoba y sus tradiciones hizo que creciera la ilusión de poder participar en el concurso. "Recuerdo perfectamente los sentimientos y sensaciones de los primeros días, todo eran nervios y exigencia porque todo estuviera en su sitio, siempre había algo que cambiar", recuerda Óscar y rememora el la mezcla de miedo e ilusión que le generó "mostrar al mundo nuestro trabajo". "Cuando empezaron a llegar los primeros visitantes las sensaciones eran muy reconfortantes, empezamos a sentirnos valorados, muy bien acogidos por el regreso de vecinos que conocieron la casa en otra época y de familias que vivieron en ella", cuenta.

Esther Rubio, que no es familia de Óscar, pero regenta el patio de la calle Zamorano, 10, abrió al público por primera vez en el año 2018 como un regalo a su padre, que se encontraba enfermo. Ella es quien se ha hecho cargo del patio tras 35 años de tradición familiar y, como Óscar, sintió mucha presión y nervios la primera vez que se hizo cargo de abrir al público. 

"Yo tenía la impresión de que vendría mucha gente, pero pasaron por casa 17.500 personas en dos semanas, para mí fue traumático y bastante agobiante", recuerda Rubio. Sin embargo, sintió también "mucha ilusión y curiosidad, quería tenerlo todo al detalle".  

Esther Rubio cuida de sus plantas antes de abrir al público Esther Rubio cuida de sus plantas antes de abrir al público

Esther Rubio cuida de sus plantas antes de abrir al público / Juan Ayala

Fueron los huéspedes que recibe su familia en casa los que impulsaron, también, a abrir al público. "No tenía conciencia de que fuera tan bonito y gracias a los huéspedes fuimos desarrollando el orgullo de patio", expresa. Esther vio una buena oportunidad de brindar a los cordobeses un nuevo recinto que visitar, con una forma "más natural" que ha cosechado durante los últimos diez años gracias el amor a las plantas heredado de su madre. 

Esther y su marido, que tienen tres niñas de cinco, siete y tres años, ven el futuro de los patios como incierto y difícil. "Mantener una casa grande tiene un precio muy grande, tiene mucho trabajo, la gente que viene de fuera la ve como un paraíso pero tiene mucho gasto de mantenimiento y esfuerzo", comenta. "Mis hijas han heredado el amor a las plantas pero mantener el patio, no lo sé", afirma. 

Para Esther, el problema actual de los patios, y que afectará al futuro, es la masificación del festival. "Todo aquello que se masifica demasiado, termina muriendo, porque se asfixia", comenta y asegura que "nadie puede sostener una presión así de gente en su casa, es una barbaridad, el trato individualizado se pierde, hay mucha presión por la competición". 

Óscar, por su parte, considera que los patios a día de hoy "gozan de muy buena salud" y aunque no se atreve a afirmar si algún día se terminará la fiesta o se verá obligada a mutar dada las circunstancias, coincide con Esther en que mientras sea "una fiesta del pueblo, entre particulares, vecinos y visitantes tendremos Fiesta de Patios para rato, confío en que siempre haya un cordobés que coja el testigo y se sienta orgulloso de abrir su patio". 

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