Semifinales

El fútbol ruso busca su clímax ante España

  • La trayectoria ascendente de la selección rusa se gestó en un 7-1 adverso ante Portugal en 2004 y empezó con la llegada de Hiddink en 2006.

La vitrina podría quedarle chica pronto al presidente Dmitri Medvedev. Tradicionalmente, los deportistas rusos regalan al jefe del Kremlin una camiseta con sus firmas, tras algún éxito de importancia. Desde que asumió hace unas semanas, Medvedev ya recibió las del Zenit San Petersburgo y las del equipo de hockey sobre hielo. ¿Será el turno ahora de la selección de fútbol?

Para que eso ocurra, el conjunto de Guus Hiddink deberá dejar en el camino en primer término a España, mañana en Viena, para así sacar pasaje a la final de la Eurocopa 2008. Rusia, la sorpresa del certamen, busca emular los recientes triunfos del Zenit en la Copa de la UEFA y del equipo de hockey en el Mundial de la especialidad.

En realidad, la exitosa historia de la 'Sbornaja' (selección, en ruso) que chocará con España comenzó bajo el mandato del antecesor de Medvedev, Vladimir Putin, y con una humillante derrota.

El 13 de octubre de 2004 los rusos fueron aplastados por Portugal por 7-1, en partido por las eliminatorias mundialistas. Fue entonces que Putin le exigió "reformas" a la federación de fútbol (RFS) para que no repitiera tal debacle. Y exactamente 18 meses después, el 13 de abril de 2006, Hiddink firmó su contrato como seleccionador en Moscú.

Y el trotamundos holandés implementó una formación de elite y comenzó una revolución en el fútbol ruso. Durante décadas, el deporte soviético primero y ruso después fracasó en sumar a los éxitos individuales de sus atletas otros colectivos. Hiddink apostó a jugadores bien dotados técnicamente, pero exigió que mostraran además actitud de equipo.

Con todo, el juego al ras del piso, veloz y de ataque propiciado por Hiddink no se tradujo en seguida en buenos resultados, todo lo contrario, llegaron derrotas a granel. Pero la resonante victoria sobre Inglaterra por 2-1 y la inestimable ayuda de Croacia después, trajo una clasificación casi inesperada a la Eurocopa 2008.

Ya en Austria/Suiza, Rusia arrancó sufriendo un duro golpe ante España, pero luego se recuperó y con sendas victorias ante Grecia, Suecia y Holanda causó sensación y se metió en semifinales. Para los parámetros de Hiddink, este desempeño llega casi demasiado temprano: para el holandés, el equipo -el más joven en promedio de edad en la Eurocopa- debería llegar a la cima de sus posibilidades para el Mundial 2010.

En su camino hacia Suráfrica, los rusos deberán sortear un obstáculo de dimensiones importantes, Alemania. Pero antes, el entrenador de 61 años tiene en mente el choque de mañana ante España, a la cual ya se dio el gusto de eliminar hace seis años en cuartos de final del Mundial 2002, cuando entrenaba a la co-anfitriona Corea del Sur.

La selección rusa está respaldada por una liga local cada vez más fuerte gracias a los millones de rublos que invierten en ella consorcios y oligarcas, sobre todo provenientes del sector petrolero. Y el magnate Roman Abramovich, dueño del Chelsea, también ha aportado su fortuna en varios proyectos relacionados a la RFS.

Así, no sólo se logra retener a los propios astros -como ha sido hasta ahora el caso de Andrei Arshavin, Pavel Pogrebnyak o Roman Pavlyuchenko-, sino que se propicia el desembarco de estrellas extranjeras. Por ejemplo, este martes, el gigante checo Jan Koller fue fichado por el club Samara al Núremberg alemán.

El equipo titular del Zenit en su victoria ante el Glasgow Rangers en la final de la Copa de la UEFA estuvo integrado por siete rusos. Por este motivo, no sólo los hinchas del equipo sino en todo el país se espera con expectación el duelo por la Supercopa europea del 29 de agosto en Mónaco, entre el conjunto de San Petersburgo y el Manchester United.

"Quiero colaborar en despertar a un gigante dormido", explicó en su momento Hiddink los motivos que lo llevaron a Moscú. Los expertos coinciden en que el deporte ruso en verdad está despertando. Y no sería de extrañar que en breve el presidente Medvedev deba hacer más espacio en su vitrina.

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