Las claves
Pilar Cernuda
Lo que paga Pedro Sánchez por ser presidente
El Partido Popular recuperó ayer la mayoría absoluta y con ello la única forma de poder formar gobierno tras un paréntesis de cuatro años en los que ha gobernado el PSG y el BNG. El PP consiguió 39 escaños, uno más del límite de 38 que marca la mayoría absoluta, mientras que los dos ex socios de gobierno perdieron un escaño cada uno, precisamente en las provincias más urbanas, La Coruña y Pontevedra. El candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, que concurría por primera vez a las elecciones gallegas será el nuevo ocupante del Palacio de Raxó, sede de la presidencia del Gobierno gallego.
En clave nacional, los resultados gallegos suponen también un balón de oxígeno para el líder nacional del Partido Popular, MarianoRajoy, que ha echado el resto en la campaña electoral en apoyo de Núñez Feijóo, y cuyo triunfo refuerza su liderazgo en el seno de su organización.
El Partido Popular obtuvo 39 escaños y un porcentaje de voto superior al 47%, dos puntos más de los que contaba en la pasada legislatura. El PSG de Emilio Pérez Touriño bajó un escaño y pasa de 25 a 24, mientras que el BNG perdió otro escaño y pasa de 13 a 12.Desde el primer momento del escrutinio el Partido Popular fue siempre por delante y a partir del 70 % del voto recontado se fueron ampliando las diferencias porcentuales y la victoria del PP era ya una evidencia.
Cambio. Había aires de cambio y se han confirmado. En Galicia está claro, la mayoría absoluta, sobrada, de Núñez Feijóo, manda a casa a un gobierno socialista que se ha dejado llevar por un nacionalismo radical, error inmenso de Pérez Touriño que le acaba de pasar factura.
En Galicia es evidente que el fallo de Pérez Touriño ha sido precisamente abandonar su proyecto para aplicar el de su socio Quintana, siempre con miedo Touriño a que rompiera el pacto de gobierno. Cosa difícil, Quintana probablemente habría aceptado el envite del hasta ahora presidente, una vez que tocó poder no le era fácil regresar a su profesión de enfermero. Su carrera ha sido efímera, como ha sido la de Pérez Touriño, que no ha sido capaz de generar confianza en cuatro años de gobierno sino todo lo contrario.
Y luego está el triunfo de Núñez Feijóo. Incuestionable, rotundo. Su campaña ha sido ilusionante, pero sobre todo ha mantenido un mensaje inamovible: renovación, dedicación a crear empleo, ocuparse de los más desfavorecidos y poner a Galicia en primera línea. Entre sus primeras promesas, dedicar cien millones de euros a los dependientes, que se han quedado sin las ayudas prometidas, y hablar con los empresarios para estudiar fórmulas para crear empleo. Y corregir los muchos errores cometidos con la aplicación de la ley de normalización linguística, que por primera vez en esta tierra ha provocado una fuerte confrontación social.
Hay un elemento más que a nadie se le escapa: Núñez Feijóo ha logrado, con su triunfo, callar las voces de clamaban por la sustitución de Mariano Rajoy en la presidencia nacional del partido. De momento. Rajoy se ha dejado la piel en esta campaña que consideraba suya porque es gallego hasta la médula, pero también influía en su empeño el saber que su futuro podía depender del resultado de Núñez Feijóo.
Galicia inicia una nueva etapa. Del PP. Sin Fraga. Con un hombre joven, trabajador, que sabe gestionar, que tiene experiencia de gobierno y que está ilusionado por dar un empujón a una Galicia falta de ilusión.
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