MARCOS NIETO | ESCRITOR

Marcos Nieto: “Los lectores de ‘thriller’ sólo buscan la sorpresa final”

El escritor Marcos Nieto Pallarés (Tarragona, 1980).

El escritor Marcos Nieto Pallarés (Tarragona, 1980). / M. G.

El escritor Marcos Nieto Pallarés (Tarragona, 1980) ha lanzado esta misma semana El juego del mal (Newton Compton Editores), un thriller que comienza en la Sevilla de 1982 –concretamente en la trianera calle Alfarería– para desplegar un rompecabezas que mantendrá en vilo al lector. Ofrece preguntas con sus respectivas respuestas, atendiendo a la obsesión por la coherencia del autor. Comenzó su trayectoria literaria autoeditando su primera obra en 2014. A partir de ahí, ha tocado todos los estilos sin ningún miedo: desde la ciencia ficción a la novela histórica para decantarse, finalmente, por el genero policiaco.

–Usted ha sido experto en seguros.

–Sí, pero casi siempre he sido transportista. He trabajado toda mi vida repartiendo muebles.

–Un mundo muy alejado de la literatura, ¿cómo empezó su trayectoria?

–Pues soy escritor gracias a la crisis del ladrillo, porque tuve que vender mi camión. Entonces, estaba un día con un amigo en su casa viendo una película y me pareció muy mala la resolución final. Le dije lo que habría hecho yo, le pareció mucho mejor y me animó a escribir un libro. Empecé a estudiar por mi cuenta y he aprendido completamente solo. No sabía ni cómo empezar una novela.

–Autoeditó su primer libro, ¿cómo es este proceso?

–Es bastante básico, porque escribes la novela, la corriges y la editas tu mismo. Si tienes medios se la envías a un corrector, que es bastante caro. Y luego la subes a una plataforma de autoedición.

–¿Y cómo se puede destacar si cualquiera puede hacerlo?

–Luchando y trabajando como un jabato. Buscando las mejores historias y supongo que se debe tener algo de suerte. Sobre todo es ofrecer un buen producto al lector.

–Usted es de Tarragona, ¿por qué eligió Sevilla para desarrollar parte de la trama de El juego del mal?

–Para el principio de la novela buscaba una ciudad grande, bonita, con un patrimonio cultural, histórico y gastronómico. Rápidamente pensé en Sevilla. Es la cuarta ciudad más grande de España y la tercera más visitada. Y tiene un ambiente especial.

–La novela es coral y cada capítulo se desarrolla desde la perspectiva de uno de sus dos protagonistas. ¿Por qué ha elegido este formato?

–A mí me parece que le da mucha variedad a la historia. Narrar un capítulo en primera persona con uno de los inspectores y el siguiente con el otro hace que veas diferentes perspectivas. Eso es imposible de conseguir en primera persona. Quería esos saltos de tiempo pero sin descolocar al lector. Lo bueno que tiene la novela es que todas las fechas y lugares están muy bien señalados.

–Supongo que servirá también para que cada personaje ofrezca su visión sobre diferentes temas.

–Exacto. Una cosa que tiene que tener clara el lector es que las opiniones de los personajes no tienen nada que ver con las del autor. Que en la obra ponga a una persona machista o racista no significa que yo lo sea.

–Hábleme sobre los protagonistas.

–Álvaro de la Torre es un hombre muy centrado en su trabajo, diría que solitario, pero muy cariñoso con su familia. No se habla con su padre por el trauma de 1982, que se desata a partir del crimen de la Moraleja. Está convencido, y por lógica debería ser así, de que es la misma persona que lo hundió en la miseria 36 años antes. Aquí llega el problema del tiempo, porque no le cuadra la edad que tenía el secuestrador cuando lo capturó a él de pequeño. Ahí están los cómo y los porqués. El quién no es tan importante.

–La novela también hace una especie de crítica a todos esos casos que reciben el interés de los medios pero luego caen en el olvido.

–Es muy triste pero es una realidad indiscutible. A los casos mediáticos se les dan más importancia y se deberían investigar todos por igual. Álvaro dice claramente que todos los crímenes tienen la misma relevancia.

–¿Es más difícil idear el rompecabezas de un asesinato o justificar las razones que tiene un asesino para cometer sus crímenes?

–Acabas de decir las dos cosas más complicadas. Lo verdaderamente difícil de un thriller es la sorpresa final. Por ejemplo, conseguir el giro de la película Seven es dificilísimo. Mi gran obsesión es la coherencia, porque todo debe tenerlo. Un personaje que se pasa toda la novela diciendo que un policía no es ni juez ni verdugo y luego le pega un tiro al asesino, pues no tendría sentido. Pero lo más complicado es el sorpresón final y no me gusta nada que la gente cuando lee una obra de este género sólo busque eso. Los porqués y los cómo pueden ser tan interesantes como el quién. Si un thriller tiene un final previsible, no gusta.

–¿Y en cuánto meterse en la mente del asesino?

–Es muy complicado, porque nadie puede entrar en la mente de un asesino. Al final son personas enfermas y se tienen que intentar curar. Lo que sí se puede hacer, y eso sí está en manos del escritor, es dar los motivos por los que ha llegado a tener la mente así. En El juego del mal puedes llegar a compadecerte del asesino, pero entiendes que debe ir a la cárcel y pagar por ello.

–Actualmente hay una sobredosis de thrillers. ¿Cómo se puede innovar?

–Te diría que es casi imposible. Me doy por contento con ser original, más que innovar. Está todo inventado, porque ¿Cuántas personas se han inspirado en El silencio de los corderos? Seguramente encontraremos muchas obras con un personaje parecido a Hannibal Lecter. Yo me siento muy orgulloso de que se me ocurran muchísimas historias, tengo mil almacenadas. A veces mezclo varias y así construyo los thrillers. Al principio, El juego del mal era totalmente distinto y un día pensé que algo fallaba. Me parecía poco coherente y la reestructuré, porque quería a personas normales. Me propuse que alguien corriente sería el asesino. Y así lo hice.

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