Óscar Díaz. Traductor y especialista en programas.

"Hablar sin saber es muy español"

"Hablar sin saber es muy español"

"Hablar sin saber es muy español"

-¿A cuántos concursos se ha presentado?

-El primero fue en 1999. He participado en 10 o 12; los dos más conocidos son Saber y Ganar y Pasapalabra. En total, serán cerca de 300 programas entre todos.

-Alguien definió la memoria como la inteligencia de los tontos. ¿Está de acuerdo?

-Decía José Luis Coll: "No me llames tonto que me acuerdo de tu padre". La memoria no deja de ser un recurso, una muleta para apoyarnos. Todo conocimiento reposa en la memoria. En algún sitio hay que meter los datos que luego desarrollas para elaborar un discurso o para una tesis científica.

-Un amigo mío dice que Google lo arruinó porque ahora para ligar cualquiera cita a Chesterton.

-Lo normal es citar a Churchill. Google se ha cargado las discusiones a las tres de la mañana en los bares de copas. No te acordabas de un director de cine y tenías unos debates tremendos, te partías la cabeza para sacar el dato. Ahora las discusiones se zanjan en segundos y le quitan gracia a las noches o a las sobremesas.

-¿De qué no tiene ni bendita idea?

-De muchas cosas. Los concursantes tenemos muchísimas lagunas, pero llama la atención que respondas algo de literatura, a continuación a una pregunta de baloncesto y después a otra de geografía. El que mucho abarca, poco aprieta. Ando peleado con la filosofía y me gustaría saber más de música clásica.

-Un, dos, tres, responda otra vez: ¿quién lleva más años presentando: Jordi Hurtado en Saber y Ganar o Ana Blanco en los informativos de TVE?

-Jordi Hurtado ha cumplido 21 años en Saber y Ganar, pero quizás sea Ana Blanco.

-Así es, desde el 93. ¿Cuántas veces le preguntan por la pócima de la eterna juventud de Jordi Hurtado?

-Unas cuantas. Pero es que Jordi Hurtado está hecho un titán, tiene una pinta estupenda, aunque ya hay alguna canita o arruga que antes no estaba.

-¿No habría sido mejor nombrar ministro de Cultura a Juanjo Cardenal que a Màxim Huerta?

-Sería una magnífica elección, aunque no sé cómo se llevará con el PSOE o con Pedro Sánchez. Colaboró en la radio con Carlos Herrera. Es un supersabio y muy cabal.

-Ganó el Pasapalabra familiar con su mujer y su hermana. ¿No se junta con gañanes?

-¡Qué voy a decir de la familia! Seguramente sea yo de los más gañanes en algunas cosas. La idea era pasar una tarde divertida y que vieran cómo se hacía el programa. Y de repente nos encontramos con el rosco. Lo hicieron de maravilla. Además, soy el único no titulado de los tres.

-Es curiosa la historia de otro ganador de Pasapalabra, Luis Esteban, policía que persigue a narcos en el Campo de Gibraltar.

-No le arriendo la ganancia. Se lo dirán mil veces, pero tiene ante sí el rosco más difícil de su vida. Se enfrenta a una labor titánica.

-El público no conoce la mecánica de los concursos. Hay que organizarse para grabar, pedir excedencias en los trabajos...

-Soy autónomo y me apaño por la noche o los fines de semana. Además, en Saber y Ganar se graban dos días seguidos y cinco programas por día; en dos viajes te ventilas un mes en antena. Si se alarga, a veces se tira de permisos, excedencias, aunque si aguantas es porque ganas un dinerito. Hay gente que se fue por causa de fuerza mayor por agotar sus vacaciones y permisos.

-¿Hay algo más españolazo que hablar sin saber?

-No, es muy español y vamos a seguir haciéndolo. De eso viven los bares. En el momento que nos sentemos en una mesa teniendo claro todos los puntos de vista y sabiendo dónde nos tenemos que meter, perderemos algo muy nuestro. Está bien que siga así siempre que no lleguemos a las manos.

-Santiago Segura saltó a la fama por los concursos. ¿Qué tienen en común?

-La calva y compartimos el mundo del cómic. Pero lo que más refulge, nunca mejor dicho, es la calva.

-Hablando de alopecia, es un amante del rock y llegó a cantar en un grupo. ¿Lucía pelo entonces?

-Me descapoté relativamente rápido, a los 23 ó 24 años. Me corté la melena antes de ir a la mili y lo del grupo fue luego. Entonces se puso de moda la estética más new metal, mezcla de estilos extraños, y opté por bermudas y pañuelo en la cabeza. Era macarra, pero muy socorrido para los calvetes.

-¿Tiene información privilegiada de los nuevos videojuegos por su condición de traductor?

-En los juegos importantes, los que llaman triple A, firmamos acuerdos de confidencialidad. Nos mordemos la lengua porque alguno intenta sonsacarte la nueva trama del Call of Duty.

-Está en contra de los rankings, pero elija tres películas del Oeste.

-Son muy clásicas: Centauros del desierto, Grupo salvaje y Sin perdón. Me duele dejar fuera las de Howard Hawks y algún spaghetti western como El bueno, el feo y el malo, por su punto macarra y por descubrirnos a Clint Eastwood.

-¿Qué cómic le regalo a mi sobrino de 10 años?

-Astérix es muy buena baza para cualquier edad. Uno muy divertido es el Combate de los jefes.

-Es una enciclopedia andante de golf. Cuente alguna historia curiosa.

-En el Open Británico de 1926, Bobby Jones iba segundo y tuvo que pagar entrada para la última vuelta. Entonces se jugaba en dos días, a 36 hoyos diarios. Tras la tercera ronda, fue al hotel a descansar y al volver se dejó la identificación de jugador. Los porteros de Royal Lytham demostraron un celo profesional espectacular y no lo dejaron entrar. No lo reconocieron, así que pagó entrada porque la hora de salida se le echaba encima. Y ganó su primer British.

-Es usted un erudito nada pedante.

-Gracias, no sé si encajo en el arquetipo de concursante, pero no voy por la vida soltando perlas o dando lecciones, aunque es inevitable que se te escape algo pedante, siempre sin apabullar.

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