Ex gimnasta y actriz

Almudena Cid: “El sentimiento de culpa después de algo así es natural”

Almudena Cid durante la entrevista.

Almudena Cid durante la entrevista. / Juan Carlos Muñoz

Reconvertida en actriz y disfrutando de los escenarios, la ex gimnasta Almudena Cid (Vitoria, 1980) hace una incursión en la escritura para abrirse en canal y contar una de las lesiones más complicadas de su vida: su divorcio. Fue en ese momento cuando recurrió a su amplia experiencia deportiva para superar este episodio, apoyada en los valores que siempre la habían acompañado en la gimnasia. Nombrando a cada etapa de este proceso con los elementos de la gimnasia rítmica, crea un texto con la intención de poder ayudar a otras personas que estén en esta situación o hayan pasado por algo similar.

–En su carrera deportiva ha convivido con nuevos retos, lesiones, pero ¿ha sido su ruptura amorosa la lesión más difícil?

–La más impactante e inesperada, porque como deportista tú esperas lesionarte, tu herramienta de trabajo es el cuerpo y sabes que en cualquier momento te puedes romper, pero en mi vida personal, mi mente no lo contemplaba. Cuando algo no lo tienes contemplado, es como más impactante y más difícil de entender lo que te ha ocurrido. Luego te das cuenta que una ruptura amorosa es bastante parecida a la de un hueso, sobre todo la recuperación.

–Muchos deportistas hablan de soledad pese a estar con gente. ¿Se ha sentido sola?

–Cuando saltó todo por los aires me sentí sola yo, sentí una soledad interna, un vacío que creí que todo mi ser se había ido con el destrozo. Hasta que entendí que lo mío era mío, y que seguía estando en mí. Por eso recurrí al deporte inconscientemente, porque todo lo anterior a mi relación, mi carrera, me pertenecía a mí y entonces dije, esto no se ha ido con nadie. Sin querer, tu mente va tirando de recursos que estaban, que van más allá de los valores del deporte.

–Si a un proceso personal tan doloroso se le suma la exposición pública… No tuvo que ayudar mucho.

–Cuesta mucho. Yo salía de la función de teatro y esto se estaba retransmitiendo y, además, sin yo haber hecho absolutamente nada. Me di cuenta de que no había reaccionado aún a lo que me había pasado cuando ya se estaba reaccionando. Eso es lo que a mí me tuvo un tiempo paralizada y creo que actué de una forma muy educada, porque tampoco yo quería mostrar mi estado personal, quería quedármelo en lo que pudiera proteger de mí, lo intenté por todos los medios, nunca mejor dicho.

"La gente dirá que es una ruptura amorosa, pero no es una ruptura amorosa, es la ruptura de tu futuro”

–Resalta la reestructuración que ha hecho de sí misma. ¿Ha conocido cosas nuevas de Almudena?

–Primero me conocí en esas circunstancias, estando en una situación donde al principio he utilizado un lenguaje muy destructivo hacia mí misma. Ahora miro mucho lo que digo. Pero me vi en una situación tan vulnerable, que en mi vida me había encontrado así. Se lo he dicho a muchas mujeres que me han escrito y es que hay un momento que no quiero olvidar y es el peor. Ese momento en el que crees que ya no mereces estar aquí, porque de verdad que lo piensas. Y la gente dirá que es una ruptura amorosa, pero no es una ruptura amorosa, es la ruptura de tu futuro, de cómo tú te veías de mayor. Yo me visualizaba de una manera y todo eso saltó.

–Repite que no supo interpretar ciertas señales, ¿cree que cuando nos entregamos a otra persona nos olvidamos de una misma?

–Sí. Cuando hablamos de no ver las señales, al final es no ver que tú no estabas en esencia como tú mereces estar, que priorizas la otra parte. Yo empecé a no estar tan libre en la vida, pero pensando que mi prioridad era lo otro, el cuidar, el respetar o el entender al otro. Yo podía entender a la otra persona, pero igual la otra persona no hacía lo mismo… o sí. He analizado ciertas escenas de mi vida y ciertas decisiones que no eran coherentes con mi felicidad o con lo que a mí me podía dar una estabilidad emocional o hacerme sentir mejor. El sentimiento de culpa después de atravesar algo así es natural, es normal… No debería serlo. Hasta que entiendes que esto no debe ser así, hay un proceso, tienes que darte cuenta de que la culpa no es tuya y a veces podemos decir que, ni siquiera, de la otra persona.

–¿Somos responsables cuando hablamos de sentimientos?

–Cuando una persona quiere dejar a otra persona porque ya no es feliz, puede ocurrirte que tú intentes hacer las cosas muy bien y preguntar a la otra persona qué necesitas de mí, qué puedo hacer por ti, porque yo estoy decidiendo mi felicidad. Yo ya me he quitado el peso de la decisión y ahora queda en ti todo el dolor. Como eres consciente de que tú has generado eso, la otra persona está en su derecho de decirte “vete a la mierda” y no querer tu ayuda, pero tiene que ocurrir ese paso de estoy aquí si lo necesitas. Pues a veces esto no ocurre, no existe esta responsabilidad afectiva porque hay distintos tipos de personalidad y la otra persona actúa de una forma que igual a ti te podía a ver ayudado, pero es verdad que uno no recibe esa responsabilidad afectiva y lo que te tienes que encargar de responsabilizarte eres tú sobre ti.

–¿Qué sería lo primero que le diría a alguien que se acaba de romper?

–Sé lo primero que no le diría. Yo no le diría “tranquila, que esto va a pasar”. Es como si alguien tiene ansiedad y le dices “respira, estate tranquila”. Sí le diría que se permita la ayuda. Lo primero es permitir que te dejen ayudar.

–Lleva un tiempo ya caminando sin punteras, ¿mejor con o sin ellas?

–Fuera de la gimnasia, sin ellas. Yo lo confundí. Yo buscaba protección una vez retirada en algo externo, en unas punteras… Lo siento, en gimnasia necesitas las punteras para girar, para mantener el equilibrio, para saltar, para no caerte, pero fuera del tapiz es otra superficie y tus punteras no sirven. Sirve ir descalza hasta encontrar un nuevo calzado, pero que tenga que ver con algo que cree yo o que me sirva para la vida, pero no las punteras, no un alguien que me va a proteger a mí.

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