Una roja en una falta que hacía ídem y un golazo... con la cabeza

Aficionados y jugadores celebran el gol de Arteaga al Huesca.
Aficionados y jugadores celebran el gol de Arteaga al Huesca.
R. D. / Córdoba

07 de abril 2009 - 05:02

El Córdoba estaba atascado. El ataque no funcionaba. Mientras los de blanco y verde buscaban a Yordi con pelotazos y el gaditano quedaba tendido -me duele aquí, me duele allá- en el césped una y otra vez, los de azul y grana sobaban el cuero. Tocando. Llegando. El equipo local estaba en manos de un Huesca mejor, con más argumentos. Hasta que Arteaga esprintó, dibujando el pase al hueco a Natalio, y cambió el partido.

Corría el minuto 45 y el Córdoba pasaba a jugar en superioridad numérica, al estimar Amoedo Chas que el portero Eduardo se había pasado de frenada para interceptar la galopada del número 7 blanquiverde. La situación evocaba aquel desgraciado lance en Valencia, cuando Raúl Navas dio la alternativa a David Valle al ver la roja por tocar el esférico con los guantes en la frontal. Aquella tarde del 20 de diciembre, en el último partido de 2008 -las vacaciones se hicieron amargas-, Rubén Suárez fusiló el 1-0 en el descuento del primer tiempo. El CCF, que había dejado la impronta de conjunto valiente y ofensivo, terminó fundido contra el Levante, con un hiriente 3-0 en el marcador -pudieron ser muchos más- y nueve hombres sobre el campo; y pudo ser alguno menos, porque Gaspar también se hizo acreedor a ser expulsado, como Navas y Ceballos.

El pasado sábado, Cristian Álvarez se vio en la misma tesitura que Rubén Suárez al gozar de un golpe franco en la misma corona del área. Su zapatazo, ya en el minuto 47, se estrelló en el larguero.

Todo habría sido más fácil con el 1-0, pero el Córdoba no se vino abajo por desperdiciar esa gran oportunidad. En un acoso y derribo controlado, Luna Eslava recurrió en el descanso a Javi Flores, y en el minuto 55 introdujo en el rectángulo a Katxorro. Antonio Calderón había sacrificado a José Vegar para poner al guardameta Miguel y el Huesca reculó descaradamente, confiando en que la flauta sonara a través de un latigazo de Rubén Castro o Camacho o alguna acción a balón parado.

El Córdoba tenía el partido en su mano. Le metió todo el ritmo que no había podido imprimir en el primer periodo y fue acumulando ocasiones con Natalio, Asen, Javi Flores... En el 73', con el público en el umbral entre la esperanza y la frustración, Cristian Álvarez volvió a percutir por la derecha -tanto el argentino como Rubén siguieron las directrices de Luna Eslava: los laterales debían apoyar para ensanchar el campo-. Y cosas del fútbol, cosas de la polivalencia, Cristian se sacó un centro con la zurda y Arteaga remató con la cabeza. El sublime testarazo, ajeno a los 167 centímetros del autor, hizo añicos el 1,88 de su par, el central Paco Borrego. Cosas de la fe.

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