Un peaje que pagar (1-0)
Córdoba-girona · la crónica
Un gol de Borja García al remachar un lanzamiento de penalti que le había rechazado el meta Santamaría firma una sufrida victoria. Los blanquiverdes vuelven a situarse en 'play off'.


Un bufido de alivio brutal se dejó sentir en El Arcángel cuando un latigazo de Óscar Díaz, ya en el descuento, salió desviado. El Córdoba, por entonces, defendía su mínima renta con todo lo que tenía en el campo y a su alrededor. El público entendió el valor de lo que se cocía allí dentro. De estos tragos habrá que pasar unos cuantos. Es el peaje que hay que pagar si se pretende llegar a lugares vedados hasta hoy.
El equipo de Paco Jémez resolvió del mejor modo posible un partido complicado, de esos que llegan con su dosis de veneno escondida. Pudieron los blanquiverdes sentenciar en algún momento, porque generan oportunidades hasta en sus tardes menos inspiradas, pero la cuestión es que el Girona también tuvo sus opciones y el pleito cogió un aire incierto y peligroso. Hubo que tragar saliva, pero el desenlace resultó estimulante. Al final, alivio general y el Córdoba otra vez en zona de play off de ascenso.
Motivarse después de un episodio como el de la Copa ante el Espanyol no debe resultar sencillo. Seguro que Paco Jémez se hartó de pinchar en las vísperas y que los jugadores se habrían conjurado para afrontar la cita como si fuera la última, conminándose a dejarse el pellejo en el empeño. Pero las revoluciones no las marcan las consignas, sino la necesidad, y se ven en el campo. Al Córdoba le costó calentarse porque, sinceramente, el clima en el estadio era fresquete. Descendió drásticamente el número de espectadores, como era previsible. Hubo menos, pero no faltó el aliento. El doce jugó lo suyo cuando había que hacerlo.
Tampoco el adversario traía unas credenciales que intimidaran: era el único de toda la categoría que aún no había vencido lejos de su campo. Lo sigue siendo hoy, pero este Girona no demostró ser mejor ni peor que otros que han desfilado este curso por aquí. Salió derrotado porque no tuvo acierto ni suerte ante un Córdoba al que su buena marcha le ha dado una seguridad pasmosa en casa acción que intenta. Hasta en aquellas acciones que parecen descabelladas, casi siempre logra el modo de sacar partido. Tiene jugadores que están en pleno apogeo, como Fuentes o Borja. El cordobés anda más que fino. Defiende, sube, centra y ensaya el disparo, como hizo al filo del descanso desde lejos. Lo del madrileño está cogiendo una dimensión extraordinaria. Ayer decidió en una acción que, para estar a juego con el partido, fue poco estética pero tremendamente práctica. Moha derribo tan inocente como claramente a Carlos Caballero en el área y el árbitro decretó penalti. Lo ejecutó Borja de modo deficiente, lo despejó Santamaría y el balón cayó de nuevo a los pies del cordobesista, que lo clavó dentro ante la desesperación del meta por la pasividad de sus compañeros de la defensa. Antes, el Girona había tenido el 0-1 en una acción repleta de carambolas, en la que Dani Nieto envió el balón al corazón del área para que el cordobés Juanlu Hens, aquel chico de Fuente Palmera que se marchó hace una década con destino al Valencia, estrellara su lanzamiento cercano en las piernas de Fuentes, que se interpuso de forma impetuosa.
El Córdoba, mal que bien, llevaba el mando. En el primer tiempo tuvo el control de la pelota. Llegó a menudo al área de Santamaría, pero le faltó chispa. Quero de movió muchísimo y Patiño las peleó con fe, pero se echó de menos algo de contundencia. La falta de piezas clave como Charles, Fernández o López Silva, todos ellos lesionados o enfermos, no resultó fatal. Paco cambia piezas y, aunque en algunos puntos chirríe, la máquina sigue funcionando. No hubo brillo, pero sí eficacia. Al menos, la justa como para salir adelante. Al Girona le sucede lo contrario. Sus permanentes desgracias atraen otras nuevas y sus futbolistas parecen a menudo acomplejados, mostrando una fogosidad excesiva a destiempo o dejándose llevar por el ritmo del contrario, como si no tuvieran derecho a hablar hasta que el contrario les conceda la palabra. El Córdoba terminó haciéndolo y, claro, pasó un mal rato.
Después del intermedio, el Girona quiso dar un paso adelante. Aportó brío a sus acciones ante un Córdoba al que se vio demasiado parsimonioso. A Hervás le costaba conectar y los de Raúl Agné se mostraban repuestos tras el mazazo del 1-0. Después de un intento de remate de tacón de Borja -no se dio cuenta de que Patiño, a su lado, estaba solo- a pase de López Garai y un zurdazo de Quero dentro del área que despejó con apuros Santamaría, el Córdoba se encontró con un duro panorama por delante.
Paco reforzó el centro del campo con Alberto Aguilar, que tuvo una clara en un testarazo que se fue al poste. El Girona, decididamente, fue a por el partido. Agné sacó a Dani Nieto y a José para dar sitio a Benja y Óscar Díaz. El primero, nada más salir, cazó un balón largo y lo cruzó ante Alberto García, que empezó su particular recital, abortando ocasiones de Coro, en un cabezazo picado, y Jandro, en una falta. El encuentro se iba a resolver atrás y ahí el personal se aplicó. Hacía falta oficio y se dejaron sentir los galones de tipos como Gaspar o AlbertoAguilar, quienes pusieron pausa y una pizca de la clásica picaresca para dejar pasar el tiempo. Con Pepe Díaz y Fede Vico, que salieron frescos para el tramo final, los locales volvieron a asustar a un Girona que terminó sometido después de un aceptable partido. No le resulto suficiente para herir al Córdoba. Sólo para hacerle pasar un poco de miedo.
Árbitro: Martínez Munuera (valenciano). Notable. Acertó al anular dos goles del Girona por fuera de juego en los minutos 13 y 16. Quizá debió expulsar a Moha en vez de mostrarle la amarilla por su claro penalti a Carlos Caballero.
Tarjetas: Amarillas Moha (26'), Carlos Caballero (35') y Dorca (51').
Gol 1-0 (27') Borja García. El madrileño marca a puerta vacía con la diestra después de que Santamaría pare su lanzamiento en un penalti por derribo de Moha a Carlos Caballero.
Incidencias: Partido correspondiente a la decimonovena jornada de la Liga Adelante disputado en El Arcángel ante 7.693 espectadores.
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