Córdoba - Zaragoza · la crónica

Si juegas a especular... (1-2)

  • El CCF, que tuvo claras opciones para cerrar el partido con el 1-0, regala la victoria a los maños con un fallo de Raúl Bravo en el último segundo. El 'play off' se queda a un punto.

Un regalo de Raúl Bravo que hizo bueno Roger en el último segundo del partido alargó la serie negativa del CCF en El Arcángel y, de paso, rompió la buena racha de un equipo al que le cuesta la misma vida regalar una victoria a su parroquia. Pero es que parece empeñado en ello, como si estuviera cómodo en ese rol de buen anfitrión que lleva acompañandole toda la segunda vuelta de la competición. Ante un Zaragoza que evidenció el porqué de su delicada situación clasificatoria, el conjunto blanquiverde lo tuvo todo de cara, sobre todo cuando se adelantó antes del ecuador de la primera mitad. De ahí la descanso tuvo hasta tres o cuatro llegadas muy claras para sentenciar, pero perdonó. Y ahí cavó su tumba. Porque con el paso de los minutos y, de forma casi alarmante en la segunda parte, los de Ferrer fueron atrincherándose en campo propio, lo que hizo despertar de su letargo a los maños, que primero empataron en una acción a pelota parada y al final, cuando daban por bueno el punto, se encontraron con el triunfo. Un epílogo doloroso para el cordobesismo que, a pesar de todo, todavía puede seguir soñando con un play off que ahora se queda a sólo un punto. Eso sí, visto lo visto, hacen falta muchas más cosas para hacerlo realidad. 

Porque Ferrer ha encontrado un estilo que da resultados a domicilio, pero necesita pulirlo mucho más para que dé dividendos en El Arcángel. En casa, el Córdoba está obligado a dar un paso al frente porque los rivales vienen a verlas venir en su mayoría. Y ahí se pierde. Con todo, con el mismo equipo que ganó al filial del Barcelona una semana antes, los locales salieron enchufados. Arturo no tardó más de dos minutos en ganar la espalda a la improvisada zaga aragonesa, pero el fallo en el control le impidió encarar bien a Leo Franco. El meta argentino sí tuvo que intervenir para sacar un córner de Abel que se envenenó y casi se cuela antes de que también desde la esquina avisaran los visitantes, esta vez con un cabezazo alto de Álvaro. 

Pero el que golpeó directo a la mandíbula fue el CCF. Arturo ganó de nuevo la espalda a la defensa y cedió el balón a Pedro para que marcara a placer. No se había cumplido el primer cuarto de hora y el equipo de Ferrer ya tenía el partido donde quería. La ventaja le sirvió para plantarse en campo propio y dejar al Zaragoza que se creyera tener la iniciativa. Nada más lejos de la realidad. Porque las transiciones mañas eran muy lentas y previsibles, fáciles para la presión local, que cuando daba resultado originaba contras de vértigo. Arturo y Uli Dávila se plantaron hasta tres veces delante de Leo Franco, pero tardaron un mundo en armar la pierna y la zaga evitó un peligro mayor. En toda la primera mitad, los aragoneses sólo se acercaron una vez a las inmediaciones del portal de Juan Carlos y fue a consecuencia de una absurda pérdida de Iago Bouzón que no supo hacer buena Paco Montañés. 

Las sensaciones al descanso no podían ser mejores. El CCF mandaba en el marcador y sabía como hacer daño a un rival muy blandito. Pero el paso por la caseta le sentó como un tiro a los de Ferrer. Ya sea por indicaciones del técnico, por iniciativa propia o forzada por el cansancio, lo cierto es que el equipo fue regalando metros a su enemigo, cada vez más replegado, cada vez con menos salida, cada vez menos equipo. Esa mala cara fue criticada desde la grada por tímidos pitidos, sobre todo cuando el Zaragoza empezó a creérselo de verdad, tras un tímido aviso de Montañés desde la frontal que atajó bien Juan Carlos, abajo. 

Viendo que el panorama se estaba afeando por momentos, Ferrer movió el banquillo para tratar de cambiar la dinámica. Y de primeras resultó un acierto. La entrada de Nieto pasó a Pedro al centro, desde donde intentó sorprender desde el centro del campo sin éxito. Por su parte, el extremo llegó hasta en tres ocasiones claras a la línea de fondo, pero sus centros no encontraron rematador, lógico por otra parte ante el excesivo repliegue y la escasez de efectivos ofensivos. Todo lo contrario que el Zaragoza, que halló en Víctor Rodríguez el elemento diferenciador en las transiciones. Precisamente, una falta botada por el menudo futbolista dio paso al empate, que ya llevaba mascándose tiempo. 

Entre pitos y flautas, al CCF se le complicaba de nuevo el partido. Quedaba por ver si ahora era capaz de volver a levantarse. Lo intentó por momentos, pero sin la confianza suficiente como para hacer daño a un rival crecido. Xisco, casi una isla en ataque, no encontraba su sitio y el balón tardaba un mundo en llegar al área. El Zaragoza, cansadísimo, empezó a dar por bueno el punto, pero seguía asustando. Paglialunga y Víctor rozaron el segundo antes de que Roger aceptara un golpe mortal sin tiempo para más.

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