Paga y búscate la vida
El encuentro más interesante de la temporada impulsa a Córdoba 2016 y deja en evidencia ciertas carencias de coordinación para ser un partido de alto riesgo · Ganan la deportividad y el buen tono
Lo estaban esperando. Para ponerle un digno final a una temporada en casi todos los sentidos nefasta, se propuso vender el duelo regional con el Betis como una fiesta más dentro del apretado calendario lúdico del mayo cordobés. Y lo cierto es que el producto final reportó luces y sombras. Momentos inolvidables para cualquier amante del fútbol y otros que evidenciaron una descoordinación e improvisación mayúsculas e impropias de un espectáculo de primer nivel.
Dentro de lo bueno destacó la solidaridad del club vecino con un proyecto de Capitalidad Cultural que, sin duda, ayer vio reforzada su imagen en toda España. El éxito final ha de ser el único resultado lógico para el denodado esfuerzo de voluntarios y organizadores que consiguieron teñir de azul marino los prolegómenos del evento.
También el griterío fue de élite. Se temía una goleada visitante en la grada pero, como suele suceder en las citas de cierta relevancia, el cordobesista medio se sacudió las telarañas de las gargantas y trató de epatar al rival siguiendo como buenamente podía el guión que le transcribían desde el Fondo. Se escuchó -lógico- más el cantar de los forasteros, porque no es lo mismo clamar desde el cielo que hacerlo estando entre la nada y el infierno.
Positiva también la convivencia. A excepción de cuatro descamisados seguidores béticos, que hedían a prepotencia y a alcohol y que se dedicaron, especialmente uno de ellos, a hacer peinetas a la Tribuna, donde se encontraban en franca minoría. La Policía, atenta, acudió a su rescate cuando comprobó su insolencia y fueron fácilmente reducidos. Mientras eran trasladados con escolta, el más pendenciero se llevaba con soberbia su dedo a la boca como tratando de acallar los piropos que les llovían por todas partes. Pero fueron cuatro. Una mínima minoría. El resto de al menos cinco mil aficionados verdiblancos (excluyendo, claro, a unos pirómanos que lanzaron una bengala cuando marcó su equipo) se comportó con exquisita deportividad. No cabía otra opción cuando muchos de ellos eran primos, amigos o paisanos de los que estaban sentados a su vera defendiendo los mismos colores ordenados de otra forma. Resultaba cómico observar a muchos de estos cordobeses y béticos saltando cuando se jaleaba el clásico "sevillano el que no bote". El ambiente, pues, fue de Primera, a pesar de que se vieran algunos huecos. Grande a pesar de la coyuntura y también productivo en lo económico: el pastón recaudado, más de 200.000 euros, permitirá al CCF zanjar deudas perentorias.
Hasta aquí lo que de bueno reportó el enfrentamiento. Lo malo se resume en una frase: "Búscate la vida". Era la que empleaban ciertos componentes de la seguridad privada del estadio ante las quejas de los abonados cordobesistas que veían cómo sus asientos eran ocupados por seguidores rivales por motivos de seguridad (al ser un encuentro de alto riesgo se trata de compactar los sentimientos lo más posible). El autoservicio de grada conllevaba que en ciertos sectores, como en una espiral viciosa, casi nadie estuviera sentado donde le correspondía. Una coyuntura que habría resultado peligrosa si El Arcángel hubiera registrado una mayor entrada. Si a esto se suma que los que accedían al recinto lo conseguían después de la exigente gymkhana condicionada por las instrucciones de la Policía Local, el siempre incómodo mercadillo dominical, los preparativos para la inminente Feria y el ya de por sí lamentable estado de El Arenal, el sulfuro y la bilis eran comprensibles. Hubo quien atravesando el Campo de la Verdad a las diez y media accedió al campo veinte minutos tarde. Suficiente para perderse lo más interesante, el motivo por el que compró su entrada: los goles.
En fin. Tal vez, como deseó Pepe Díaz al final, algún día este tipo de encuentros de máxima exigencia sea el pan de cada día en un Arcángel terminado y más organizado. De momento, las tareas del abonado pasan por buscarle sentido a las dos últimas citas que le quedan en casa ante el Albacete y Las Palmas. Aquí van dos alicientes: serán gratis y nadie les pedirá que se busquen la vida para encontrar asientos. Sobrarán, desgraciadamente.
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