Barcelona B-Córdoba

¿Desastre o esperanza? (4-3)

  • El CCF alarga su mala racha en un partido en el que pasó de ser vapuleado a poder empatar en el descuento Romo en ataque y frágil en defensa, el equipo acumula cinco semanas sin ganar.

¿Con qué cara del CCF hay que quedarse? ¿Con la del equipo triste e indolente que ofreció hasta el minuto 85? ¿Con la reacción a base de orgullo de los instantes finales? ¿Es el Córdoba el equipo que caía humillado por 4-1 a manos del Barça B o el que estuvo a punto de empatar en el descuento? ¿Nos quedamos con la imagen de equipo derrotado o con el disparo al larguero de Pedro? De las respuestas que cada uno quiera dar dependerá el análisis de un partido que deja un mar de sombras y alguna luz de esperanza para el futuro. Más allá de las subjetividades, lo único cierto es que la derrota en el Mini Estadi es la tercera consecutiva, un resultado que agranda la herida del CCF en un último mes que hoy deja a los blanquiverdes décimos con un triste balance de sólo dos puntos de los últimos 15. Una serie en la que no ha dado la talla ante los rivales directos en la lucha por el play off.

A partir de ahí, la opinión es libre. Hasta el minuto 85 todo fue un caos. En ese momento, con el 4-1 en el marcador y los brazos caídos, el Córdoba se había instalado definitivamente en un estado de depresión del que le va a ser complicado salir. Los blanquiverdes habían tocado fondo en esa espiral negativa en la que llevan inmersos desde hace un mes, la misma que les ha hecho pasar de ser aspirantes al ascenso directo a convertirse en un grupo lleno de dudas. Más allá del resultado, lo peor es que el cuadro de Berges se dejó en el Mini Estadi buena parte de su identidad. Hasta hace poco el CCF era un equipo fiable, con evidentes problemas ofensivos pero con cierta capacidad para sostenerse gracias a su trabajo atrás. Ayer echó por tierra todos esos principios con una segunda parte lamentable desde el punto de vista defensivo, 45 minutos cargados de errores individuales y de concepto que dejan negros nubarrones sobre el presente de un equipo metido en problemas.

Y luego están los cinco minutos finales. Con más vergüenza que otra cosa y conscientes de que estaban rozando el ridículo, los blanquiverdes se encontraron con la posibilidad de completar una remontada épica. Una monumental cantada de Bañuz y el primer destello de Xisco como cordobesista abrieron una puerta para la esperanza en mitad del desastre. La gesta pudo ser total si el zurdazo de Pedro no llega a toparse con el larguero ya en el descuento, pero quizás hubiera sido un premio excesivo para un equipo que dominó la primera media hora, languideció después y sólo reaccionó cuando se vio herido en lo más profundo de su orgullo. Pero oiga, todo esto es meramente subjetivo. Elija usted.

Hay datos para la preocupación, muchos. Porque el CCF perdió jugando bien y jugando mal, un dato que señala a los equipos heridos, a los grupos en decadencia. Los de Berges dominaron una primera media hora abierta, con oportunidades en las dos porterías, pero con protagonismo cordobés. Mereció mucho más en ese tramo inicial, pero ante los cachorros del Barcelona volvió a ofrecer todo lo bueno y lo malo que le ha llevado a una terrible encrucijada. Porque el Córdoba juega al fútbol como pocos equipos en la categoría, con un enorme gusto por el balón y con un talante ofensivo que ya quisieran muchos. Pero su falta de pegada es desesperante. Así no puede ir más lejos. Con lo que tiene le vale para estar un escalón por encima de la media, pero no tiene argumentos para pelear con los mejores.

Pedro cargó desde la derecha y tuvo hasta tres ocasiones en apenas diez minutos, Abel probó a Bañuz desde lejos e incluso se pidió un posible penalti por manos de Muniesa antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora. El Barça B también asustó por mediación de Deulofeu, un jugador que marcará una época si su cabeza se ajusta a la calidad de su fútbol, pero la jugada clave llegó a los 20 minutos. El cabezazo de Pedro se colaba mansamente sin que ningún defensor blaugrana pudiera impedirlo hasta que Rennella remachó a un metro de la línea de gol. El tanto fue anulado por fuera de juego del francoitaliano, una acción que refleja toda la ansiedad y la angustia de un equipo lastrado por su ceguera ofensiva, una losa demasiado pesada para un supuesto aspirante al ascenso.

El esperanzador arranque se quebró con el tanto de Deulofeu, que explotó la fragilidad defensiva que ya había esbozado reiteradamente el cuadro de Berges. El CCF acusó el golpe y apenas reaccionó hasta el descanso, marchándose con la sensación de que lo había hecho todo y no había obtenido nada.

Eso no fue nada con lo que pasó nada más empezar la segunda parte, porque antes de que el Córdoba pudiera poner los cimientos de la recuperación se llevó el mazazo del 2-0. Entonces la respuesta sí fue inmediata con un inapelable cabezazo de López Garai que redujo distancias antes de que llegara la sangre al río. Ahí Berges se cansó de la indolencia de Rennella y del gris partido de Fede Vico y cambió de golpe la delantera en busca de la redención. Debutó al fin Xisco y saltó al césped Joselu con la misión de buscarle las cosquillas a Bañuz, pero antes de que pudieran entrar en juego el Barça amplió diferencias con el tanto de Dongou.

El camerunés explotó todas las facilidades defensivas de una zaga contemplativa, blanda por el centro y permeable por los costados. Se echó de menos la mejor versión de Armando, la que apuntaló la defensa en un mes de enero inmaculado. Si el motrileño vuelve al 100%, bienvenido sea. Si repite los errores de los últimos partidos, buscar una pareja fiable de centrales se convierte en un gran problema.

Con el CCF roto llegó el cuarto de un Barcelona que hacía sangre en la maltrecha zaga blanquiverde. A esas alturas el equipo era un caos, la red hervía -incluyendo un puñado de desafortunadísimos tuits del director de comunicación, Alfredo Duro-, la cabeza de Berges se tambaleaba y todo se abocaba al desastre.

El gol de Pedro -con monumental cantada de Bañuz- maquilló el resultado, pero cuando Xisco ofreció su primera luz con la blanquiverde el milagro pareció posible. Y Pedro la tuvo en el descuento, en un balón en largo de Alberto García que nadie acertó a despejar y que cayó en la pierna izquierda del alicantino con todo a favor. Era el final perfecto para un guión imperfecto, pero el disparo se estrelló en el larguero y con él se fue toda la esperanza. Al final sólo queda el resultado.

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