Baloncesto · LEB Plata

Bocados de pura realidad

  • El BC2016 rompe su serie de triunfos al caer derrotado ante un Hospitalet muy superior · Un arreón de casta en el último cuarto maquilla un marcador irreal

Perdida en una estación de servicio, Winona Rider bailaba alocadamente My Sharona en una de las escenas más memorables de Reality Bites, la película que mediados los 90 dibujó a la Generación X, esa hornada de veinteañeros desengañados con un mundo que no era como les habían contado en la universidad. Eso fue lo que se llevó ayer el BC2016, un bocado de realidad. Y se lo dio el Hospitalet, el mejor equipo que ha pasado por Vista Alegre en lo que va de temporada con un juego tan sencillo como efectivo, un canto al baloncesto puro más allá del músculo.

Los catalanes bajaron bruscamente a la realidad al Cajasur, un equipo que durante un par de semanas creyó que era algo más de lo que realmente es. Porque el bermellón es un conjunto limitado que necesita explotar al máximo sus armas para tener opciones. Cuando falla el plan A, no hay otra respuesta. Gomariz había encontrado el camino a base de defensa, orden y control, pero eso vale ante conjuntos con pocos recursos como el Prat y el Coruña o equipos negados como el Navarra de la pasada semana. Cuando enfrente hay bloque tan sólido como el Hospitalet, ese guión cae por su propio peso.

Y no es demérito del Cajasur, sino alabanza a los barceloneses, que demostraron que dormir como líderes no es fruto de la casualidad. El equipo de Mateo Rubio es puro talento, una amalgama de buenos jugadores de baloncesto, hombres con mucha calidad y los conceptos muy claros. Cualquiera puede decidir en un momento dado, y todos juntos forman un rodillo capaz de llevarse por delante a todo el que se pone en su camino. Simple y llanamente, el Hospitalet es mejor que el BC2016, es uno de los grandes de la LEB Plata, y ayer dejó su tarjeta de visita.

Empezó a demostrarlo desde el principio, con un juego fluido y un acierto en los triples que amenazó con desestabilizar la defensa local a las primeras de cambio (7-12, min. 6). Pero el Cajasur se agarró al partido respondiendo con brío a cada una de las embestidas de los catalanes. Por momentos, el duelo era un brutal intercambio de golpes, una lucha titánica sin dueño (26-26, min. 14). Pero entonces todo se rompió.

El Hospitalet adelantó las líneas y se puso a pegar duro en defensa ante la permisividad arbitral, con constantes contactos sobre la circulación y las penetraciones de un cuadro local al que se le fundieron los plomos. Decía Miguel Ángel Martín que si haces 200 faltas te pitarán 40, un cuento que se aplicaron los catalanes para asfixiar al Cajasur. Pero más allá de eso, que es verdad, el equipo barcelonés desplegó todo el talento de sus jugones y en un visto y no visto enlazó un parcial 0-13 que fracturó por completo el partido (26-39, min. 18).

La alabada solidez defensiva de las últimas semanas saltó hecha añicos en un segundo cuarto en el que el BC2016 se vio arrollado por un rival superior, un equipo que juega a otra cosa en la misma categoría. Los 28 puntos que anotó el Hospitalet en esos diez minutos (30-45 al descanso), comandado por un soberbio Holmes, acabaron con la imagen de equipo rocoso de un Cajasur que había sido puesto en evidencia.

La segunda parte sobró enterita. Más por casta que por convicción, los locales esbozaron una tímida reacción que pronto se topó con la cruda realidad de un rival superior. La ventaja, siempre en torno a los 15 puntos, tuvo un pico máximo de 19 (43-32, min. 30) y algún mínimo al borde de los diez, pero francamente, daba igual. Ni siquiera el último y algo artificial arreón de casta, la nefasta actuación arbitral o el pequeño caos en que se convirtió el tramo final (74-80 a falta de 59 segundos) alteraron lo inalterable.

Porque aunque cueste explicarlo y más de uno no se lo crea, el resultado final es mentira, puro maquillaje. También lo son los 20 puntos de Suka -y eso que con 36 de valoración tiene todas las papeletas para ser nacional de la semana, en una estadística tan meritoria como fantasmagórica- o los 22 de Ferrer, muchos de ellos anotados cuando todo el pescado estaba vendido. Más allá de lo que dijera el marcador, el partido llevaba muchos minutos acabado, mordido por un bocado de realidad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios