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Croacia-Marruecos: Un bronce en el Mundial de Qatar que sabe a oro

  • Modric, a por el colofón a su carrera frente a la revelación del campeonato

Un bronce que sabe a oro

Un bronce que sabe a oro

Aunque no ha anunciado nada públicamente y tan sólo se ha referido a su concentración absoluta en el torneo, con 37 años, el madridista Luka Modric pondrá este sábado fin a su andadura en las Copas del Mundo, en el estadio Khalifa International, en la lucha por el bronce contra la revelación del campeonato, Marruecos.

Atrás dejará cuatro fase finales del torneo universal, un viaje que inició en Alemania 2006 y en el que escribió la página más brillante en Rusia 2018 con el subcampeonato, la designación como mejor jugador del torneo y el posterior Balón de Oro.

Modric, al igual que sus compañeros, pretenden poner un broche de bronce, como hizo aquella generación inolvidable en Francia 1998 de los Davor Suker, Zvonimir Boban o Robert Prosinecki.

No será la única despedida. Se antoja complicado que otros dos futbolistas como el central Dejan Lovren y el extremo Ivan Perisic,que podría convertirse en el máximo goleador croata de la historia del torneo derrocando a Suker, puedan estar en la edición del 2026, con 37 años.

El 10 ajedrezado, uno de los mejores futbolistas de los últimos tiempos, mantiene la batería física y de la ilusión intacta. Nada mejor para completar el reconocimiento mundialista al "inmortal" Modric, como le calificó su compañero Kramaric, que hacerse con ese tercer puesto.

La conocida otrora como final de consolación es, una vez más, una cuestión de orgullo para Croacia. Pero también lo es para Marruecos, que tratará de poner la guinda a una Copa del Mundo histórica, imborrable, en la que el cuadro de Walid Regragui se ha convertido en la auténtica revelación y en el primer africano en llegar a una semifinal.

Orgullo y corazón les sobra a Croacia y a Marruecos, que abrieron su participación el pasado 23 de noviembre con un enfrentamiento entre ellos en Al Bayt. Nadie hubiera imaginado entonces que se volverían a ver las caras a estas alturas.

Aquel 0-0 fue la carta de presentación, un aviso, de lo que los Leones del Atlas iban a hacer. En el camino dejaron a Bélgica, Canadá, ante la que certificaron el sorprendente liderato de su grupo, y ya en las eliminatorias a otras potencias como España y Portugal sin encajar gol alguno.

Elogiado los norteafricanos por su espectacular rendimiento defensivo, sólo pudo pararlo en semifinales la todopoderosa Francia, ante la que demostró que no disponía sólo de dicho recurso. Exhibió un buen fútbol, con el que en buena parte del encuentro fue netamente superior a los hombres de Deschamps. Tan sólo su falta de pegada y la eficacia de los bleus los apartó de un hito aún más increíble como hubiera sido la final.

Croacia, que pese a la vitola de subcampeona tampoco entraba en las quinielas, progresó también en las tandas de penaltis contra Japón y Brasil, con el protagonismo de Livakovic.

Tanto Dalic como Regragui han mantenido a lo largo de la competición un bloque homogéneo, con pocas rotaciones y con onces muy reconocibles.

Tan sólo los problemas físicos han obligado al entrenador marroquí a introducir novedades en el equipo, mientras que Dalic incluso contó con el joven central Josko Gvardiol en la semifinal infiltrado en un pie. Se prevé que este sábado ambos seleccionadores modificarán lo justo sus onces. El premio es un bronce y no es una cuestión menor pese al desencanto de quedarse a las puertas de la final.

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