Cultura

Alicia Giménez Bartlett: "Lo solemne me joroba mucho"

  • La Premio Planeta dice que 'Hombres desnudos' es una obra "comprometida pero no militante".

La noche del jueves Alicia Giménez Bartlett subió a recoger el Premio Planeta con un jersey que tenía una llamativa leyenda, Merde, "una pequeña travesura, ya que no puedo hacer la revolución", y bromeó sobre los galardones que encadenaba últimamente -el Pepe Carvalho, el de los libreros de Euskadi, el José Luis Sampedro- diciendo que había ganado también un secador de pelo en un sorteo del supermercado. "Lo solemne me joroba mucho. Creer demasiado en lo que haces, tomarte muy en serio a los personajes", confesaba la autora ayer, en un encuentro con la prensa, más templados los nervios y la emoción de la entrega. Aunque en Hombres desnudos, la ficción que le ha valido el reconocimiento, explora los cambios sociales que ha provocado la crisis, Giménez Bartlett se expresa con mesura, por esa alergia a la grandilocuencia, sobre las intenciones del libro. "Es una obra comprometida con la realidad, con el momento actual, pero no es una novela militante. En ella, sí, muchos lectores pueden ver reflejadas situaciones", defendió.

Hombres desnudos se acerca a través de su protagonista, un profesor de Literatura en paro que se convierte en stripper y se introduce en el mundo de la prostitución masculina, a "esa juventud a la que se le ha robado tanto potencial", pero la novela también analiza otro fenómeno, tal como adelantó la escritora. "Hay una clase de mujeres emergentes que han tenido éxito profesional, que están solas, y que, como los ejecutivos que acuden a los clubs de alterne, empiezan a demandar la presencia de estos chicos en cenas o para sexo", comenta. La creadora cuenta la trama "con una forma que no es obvia". "Hay, por ejemplo, un recurso que me gustó aplicar, que tomé del Siglo de Oro, cuando están los personajes en escena se detienen todos y uno de ellos se dirige al público", dice sobre una narración en la que las descripciones se intercalan con los monólogos de los protagonistas.

El jueves, Giménez Bartlett dedicó el galardón al editor José Manuel Lara Bosch y a su agente literaria, Carmen Balcells, ambos fallecidos en el transcurso de este año. Ayer recordaba con gratitud a Balcells: "Toda mi carrera la hice dentro de la agencia. Nos veíamos con frecuencia y te animaba, de una manera un poco ruda. Igual te decía: Espabila, trabajas poco... Si no fuera por ella no habría conseguido las traducciones a 17 lenguas que ha tenido mi obra".

Por su parte, Daniel Sánchez Arévalo confesó albergar, con su puesto de finalista del Planeta gracias a La isla de Alice, "la misma impresión que cuando empecé en el cine: que la industria me abrazaba, me hacía hueco". El director de Primos afirmó que en la redacción de esta novela, escrita en un periodo doloroso en el que la pareja de su madre, el actor Héctor Colomé, encaraba una enfermedad que acabaría con su vida, había encontrado "la libertad. He sentido que podía volar. Escribía sobre un universo ajeno a mí, pero mientras más me alejaba, me sentía más cercano". La ficción narra el "viaje emocional" de Alice Williams, una mujer que tras la muerte por accidente de su marido descubre que éste volvía de un lugar "lejano a donde debería haber estado". La protagonista iniciará así una investigación para saber "si su existencia, su relación, eran una mentira". En esta intriga con un misterio "que se resuelve", Sánchez Arévalo retrata "la sociedad estadounidense, lo que esconde tras la pulcritud y la perfección. En España no podría suceder esta historia: aquí nos decimos las cosas a la cara, pero allí importan mucho las apariencias".

Tras unas películas en las que predominaban los personajes masculinos, Sánchez Arévalo salda aquí su "deuda" con el universo femenino. "Pero tampoco me estoy metiendo en la piel de un extraterrestre", admite quitando méritos a su empeño. "Mi ambición era que si alguien leyera el libro sin saber el nombre del autor pensara que lo había escrito una mujer". No tendría reparos en ceder su material a otro director: ayer señaló a Sam Mendes, David Fincher o Alejandro Amenábar como los cineastas que le interesarían para la adaptación. "No me importaría soltarle la novela a otro. Escribirla ha sido tan intenso que necesito separarme de ella", confesó. Eso sí, para esa película sí pondría una condición: que el único personaje español que aparece en la trama, "alguien que se llama Antonio y es de Málaga", lo interprete uno de sus actores preferidos -junto con Quim Gutiérrez-, Antonio de la Torre. "Y eso -concluye con una sonrisa-, haga la película Sam Mendes o Amenábar, debería respetarse".

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