UD Melilla - Córdoba CF | La crónica

El Córdoba CF asalta Melilla empujado por su inercia (0-1)

Calderón celebra el gol que dio al Córdoba CF el triunfo en Melilla. Calderón celebra el gol que dio al Córdoba CF el triunfo en Melilla.

Calderón celebra el gol que dio al Córdoba CF el triunfo en Melilla. / LOF

Escrito por

· Rafael Cano

Redactor

El Córdoba CF sigue sumando puntos con una pasmosa facilidad. Los blanquiverdes hace semanas que entraron en una dinámica ganadora de la que no los baja nadie y en Melilla, en un partido feo, tosco y con poco fútbol, sacaron los tres puntos con una solvencia insultante y pasmosa. El equipo de Iván Ania supo hacer lo justo pero, sobre todo, no conceder lo más mínima a un Melilla hundido en el fondo de la clasificación que planteó un partido de mínimos y que no estuvo cerca de puntuar, si bien dejó claro que al mínimo golpe que recibe se diluye como un azucarillo en café hirviendo.

Lo más destacable del partido en el Álvarez Claro, y es un aspecto muy a tener en cuenta por lo que puede ayudar al Córdoba CF en esta Primera Federación con escenarios tan dispares, es que el equipo de Iván Ania comienza a dominar registros en los que hasta el momento no había mostrado excesiva solidez. En Melilla, ante la imposibilidad de desplegar su fútbol habitual, salió a relucir la versión más práctica de un equipo que llevó el partido a un duelo de mínimos en el que el primero que se equivocase lo acabaría pagando caro. Los blanquiverdes tuvieron paciencia, esperaron su oportunidad y un golpe bastó para hacer trizas al endeble Melilla.

Pronto quedó claro que el partido transcurriría por el guion que ambos técnicos habían previsto durante la semana. El Melilla, con la protección de su portería como prioridad, acumuló hombres detrás del balón y replegó líneas en busca de ahogar la iniciativa blanquiverde ya en campo propio. El Córdoba, quizás en parte al lamentable estado del terreno de juego, no encontró precisión alguna a la hora de enlazar pases y eso dificultó sobremanera que el equipo de Iván Ania pudiese exhibir su habitual facilidad para generar ocasiones de gol.

Con esos condicionantes, y el Córdoba sabedor de que al Melilla había que madurarlo sin urgencias, el partido rebajó su intensidad a niveles mínimos y fruto de ello no se vio un solo disparo a portería en toda la primera parte. Los acercamientos más peligrosos fueron, eso sí, cosa del Córdoba. A los diez minutos, Carracedo ganó bien la espalda de su par y puso de primeras un centro templado al punto de penalti que Casas no alcanzó en línea de gol. En el 20, Kike Márquez sacó un centro potente al área que Adilson Mendes no acertó a cabecear bien cuando estaba en buena posición para el remate.

Fueron los dos únicos fogonazos del Córdoba en ataque, previos además al incidente que hizo que el partido fuese otro. Y es que antes de la media hora de juego, Dragisa Gudelj se desvaneció sobre el terreno de juego, para levantarse de manera instantánea pero con síntomas de desorientación que encendieron todas las alarmas en el banquillo del conjunto blanquiverde. El choque tuvo que detenerse unos minutos y el central balcánico se marchó al hospital, dejando su sitio a Carlos García.

Kike Márquez (Córdoba CF) es agarrado por un jugador del Melilla. Kike Márquez (Córdoba CF) es agarrado por un jugador del Melilla.

Kike Márquez (Córdoba CF) es agarrado por un jugador del Melilla. / LOF

Con el susto en el cuerpo, los jugadores del Córdoba CF completaron la primera mitad desconectados del juego. El choque, ya de por sí con poco ritmo, perdió la poca intensidad que tenía y fue un mero trámite hasta que ambos equipos tuvieron que enfilar el camino de los vestuarios, dejando las hostilidades para la segunda parte.

La segunda parte, sin embargo, iba a ser muy distinta. No podía ser de otra manera. Ambos equipos buscaron dar el pasito adelante que los acercase al triunfo, pero fue el Melilla el primero en mostrarlo. Los de Juan Sabas, reforzados tras una primera parte en la que lograron su objetivos de incomodar al máximo el juego del Córdoba CF, se envalentonaron al gozar de una buena ocasión a balón parado nada más arrancar el segundo acto. Una falta lateral botada por Migue García la cabeceó José Enrique sin encontrar portería, por muy poco.

Antes de la hora de juego, Carlos Marín tuvo que intervenir fuera de sus dominios habituales para frenar el ímpetu del Melilla, saliendo a cortar una pelota fuera del área. El almeriense tuvo incluso que sortear a un rival y, en el segundo intento de regate, acabó perdiendo el balón y generando un chut de Siddiki que Calderón sacó bajo palos.

La calidad de Kike Márquez, el temple de Calderón

De ese arreón inicial del Melilla se repuso bien el Córdoba, pasando a tener más balón y bajando las revoluciones de un rival que por momentos creyó en que la sorpresa era posible. Los blanquiverdes encauzaron el partido hacia sus intereses y de ahí surgió la jugada que lo iba a cambiar todo. Una incursión en ataque del siempre valiente Calderón generó una triangulación entre Casas y Kike Márquez que el capitán convirtió en una asistencia en globo de lujo para que Calderón definiese como el mejor ariete ante el portero. Un chispazo, un auténtico golazo, y el partido quedó totalmente encarrilado.

Lapeña, central del Córdoba CF, corta un avance de Cotán (Melilla). Lapeña, central del Córdoba CF, corta un avance de Cotán (Melilla).

Lapeña, central del Córdoba CF, corta un avance de Cotán (Melilla). / LOF

Porque a partir de ahí, el Melilla ya no existió. Iván Ania anduvo rápido a la hora de reforzar su centro del campo con Recio, que aportó ese punto de experiencia y colocación para robar multitud de balones casi sin esfuerzo. Los blanquiverdes acumularon posesión y el Melilla se vio ya impotente ni tan siquiera para generar peligro, por más que lo intentó. En ese tramo final, el Córdoba CF se preocupó de que nada reseñable sucediera antes del pitido final que refrenda un nuevo triunfo y la continuidad de ese excelente estado de forma que atraviesa el conjunto cordobesista, que ya es tercero antes de recibir al líder en El Arcángel.

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