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El pañuelo como grito de crispación

  • Tras una semana polémica por la retirada del abono a varios socios por comentarios contra la propiedad, la afición volvió a rechazar la gestión de los González

Ha sido una semana muy calentita en el Córdoba y van... Mientras desde el club se lanzaban mensajes de unión y se aseguraba estar trabajando por unificar a todos los sectores de la afición bajo una misma bandera, la máquina de estampar sellos no daba abasto preparando las cartas que comunicaban a varios abonados de la entidad la retirada de su abono de manera fulminante.

Es una curiosa manera de buscar la paz entre directiva, el equipo y la afición. Otro campo en el que ser pioneros, debieron pensar desde las oficinas de El Arcángel las mentes brillantes que deciden tirar piedras contra su propio tejado y enfrentarse a la gente que con su dinero y su aliento sostienen a la entidad. Quizás no ahora que los ingresos por derechos de imagen son la mayor fuente de alimentación del fútbol, pero sí antes, cuando durante tantos años en Segunda B y Tercera División el mayor patrimonio que tenía el club era su gente. Ahora eso poco importa, por mucho que se lancen mensajes de unión de cara a la galería y se aireen conversaciones privadas con los colectivos peñísticos como pretexto para expiar las culpas de la división que hoy en día sufre la afición blanquiverde.

Tal es la obsesión que reina en las oficinas de El Arcángel que lo que ya era una práctica habitual, el rastreo de cualquier mensaje crítico en redes sociales, se ha convertido en objetivo prioritario. Por lo visto durante esta temporada, se ha sondeado mucho más la opinión de aficionados en Twitter que el mercado de fichajes -y ha habido dos- para reforzar al equipo. Una manera extraña, por llamarlo de alguna manera, de trabajar por la conciliación entre la grada y su equipo.

Pero no solo en las redes sociales se busca cualquier voz discordante para actuar, en el estadio los insultos están empezando a ser perseguidos y sancionados con la expulsión del recinto. Una medida con mucho más sentido, porque de ninguna manera se debe consentir la falta de respeto ni justificar un comportamiento agresivo, pero que para nada ayuda a calmar la situación y hacer que el equipo se sienta verdad arropado por su gente.

De todos modos, ayer volvió a quedar claro que la grada blanquiverde -por mucho que algunos interesados en malmeter hayan intentado deslizar- nunca ha dado la espalda a su equipo. Ayer los futbolistas estuvieron arropados por su gente desde el primer momento. Sólo Carrión escuchó unos leves pitos al ser nombrado por la megafonía. No se salvaron, por supuesto, los dirigentes. Ellos son los principales culpables del enfrentamiento con la hinchada y hacia ellos se dirigieron los cánticos negativos en El Arcángel. Sin el escudo de Emilio Vega, a los González ya no les quedan más parapetos y ni siquiera el gol del equipo sirvió para olvidar la actitud crítica de la grada. El Arcángel rugió con el gol de Alfaro y, acto seguido, cuando el árbitro señaló el final del encuentro, volvió a pedir con ahínco la dimisión de los que mandan en el club.

Una victoria, por sufrida y necesaria que sea, no hizo perder el sentimiento de rechazo que la afición cordobesista siente de manera mayoritaria hacia quienes rigen el club. Antes del agitado final, en el minuto 54 se volvió a repetir la tremenda pañolada de hace dos semanas. Y no hay gesto más contundente y a la vez limpio que ese. Sin insultos, sin necesidad de faltar el respeto a nadie, la grada blanquiverde volvió a dejar clara su postura. A ver cómo se las ingenian ahora para prohibir los pañuelos...

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