Javi Moreno es un mito del cordobesismo, historia viva de un club ansioso de reverdecer tras tocar fondo con su descenso a la Segunda RFEF. Javi Moreno habla claro, es directo, tanto como cuando de delantero se topaba ante el portero contrario: pierna armada, zatapazo y balón a la red. Por eso, y por mucho más, siempre es un placer escucharlo, más si toca repasar su amplia trayectoria profesional, antes en el verde y ya también en los banquillos, salpicada de cientos de anécdotas, unas públicas y otras más privadas. Todas con su sello único.

Este sábado, aprovechando que ahora anda unos días por Córdoba antes de tirar para otras latitudes menos calurosas y más mediterráneas, Javi Moreno ha mostrado esa cercanía de la que siempre ha hecho gala en un acto, sencillo, pero interesante, en la Peña Cordobesista Cañero. Con la mediación de Alberto Jiménez Hueso, gran amigo del delantero de su etapa en el club blanquiverde, el de Silla ha compartido una distendida charla con peñistas y aficionados, haciendo gala de simpatía y de cordobesismo. Porque el blanco y verde, le duele.

Y Córdoba le tira, muchísimo. En septiembre, cuando el calor amaine, ya tiene pensado volver... si no tiene que hacerlo antes para cumplir su deseo de dirigir al primer equipo del Córdoba CF. Porque más allá de categorías o divisiones, el sentimiento está impregnado, y el dolor va más allá de los resultados, que también, y mira hacia la estructura de una entidad que tiene que crecer, ahora, de la mano de lo que dicte la pelota. De momento, no hay nada, más allá de ilusión. Su aval es su buen hacer en el modesto Ejea, al que ha dejado en Segunda RFEF tras desembarcar del Pozoblanco en una situación delicada el pasado invierno.

Durante un coloquio distendido, lejos de cualquier formalidad porque es lo que toca entre amigos, Javi Moreno ha repasado su carrera, ha hablado de lo divino y de lo humano y se ha sentido querido por una afición que echa de menos tener ídolos como él en este fútbol de hoy. Tras tocar fondo en un año durísimo en El Arcángel, este paseo por la historia, esos recuerdos de lo que fue, seguro que han curado, en parte, el corazón de muchos cordobesistas, esos que han estado a su lado en la Peña Cañero, santo y seña del club.