liga 1,2,3

Vivir, qué alegría sólo poder vivir (1-0)

  • Una notable primera mitad que sólo recogió el tanto de Markovic basta al Córdoba para sumar una victoria vital en la lucha por la permanencia

  • Los nervios finales fueron fruto más del recuerdo que de la ofensiva rival

EL Córdoba celebra el gol de la victoria.

EL Córdoba celebra el gol de la victoria. / J. Martínez

Minuto 93, pitido final. Rodri se derrumba a unos metros del banco, que estalla debatiéndose entre la alegría por el triunfo y la crítica a Casto, ejemplo de la tensión que derrocha un Almería que está con la soga al cuello. En la otra parte del campo, todos los componentes de la defensa se funden en una piña que poco a poco recoge más elementos. La afición desfila hacia las puertas de nuevo con una sonrisa en la cara. El Córdoba ganó una batalla clave en la pelea por la permanencia. Vital por el rival, al que deja tocado. Vital por el momento, a ocho fechas para que el torneo baje el telón para siempre. Vital por el refuerzo moral que supone para un equipo que empieza a ver de cerca el final de este mal sueño. Son tres puntos, pero de pura vida. Y vivir, sólo vivir, ya es motivo de satisfacción cuando uno ha estado con un pie en la otra acera, que desde ayer vuelve a estar fuera de distancia, a más de un partido. Parece poco, pero es un mundo.

Y de ahí esa sensación de placer que los entresijos de El Arcángel desprendían una hora después de que el choque pereciera. Lo hizo con un valioso 1-0 obra de Markovic, el único capaz de poner firma a una primera mitad notable de los blanquiverdes, mucho más concienciados que su enemigo de la trascendencia del partido. Desde el minuto 1 al 45 con suficiencia, mandando con balón, controlando la situación sin él, empujando a su oponente para jugar en su medio campo, gozando de ocasiones y siendo merecedor de una ventaja mayor que no llegó. Una situación que dio paso, como no podía ser de otra manera, a un segundo tiempo más caótico, en el que el Almería se vio obligado a tirar hacia adelante, si bien sólo fue capaz de disparar una vez entre los tres palos del portal de Pawel, ya en el 80 por hasta tres clarísimas de los locales para abrochar el triunfo. Bien es cierto que tuvo más aproximaciones sin remate, pero el temor llegó más por los recuerdos de los disgustos de tiempo atrás que por el empuje visitante. Quedó en nada. O en mucho, según se mire.

El Córdoba sabía que era el partido clave para alejar el drama, y como tal lo encaró. Poco importó la baja de Rodas en el calentamiento, la reestructuración sobre la marcha con Antoñito en la banda. El plan siguió según lo previsto. Dominio desde la salida, con Javi Lara y Aguza controlando en la sala de máquinas, con un rival atrincherado en campo propio para vivir de las contras. Al primer minuto Markovic ya había avisado con una de las llegadas desde segunda línea que Carrión buscaba con su titularidad. Antes del cuarto de hora apareció un par de veces más, atinando en la última tras maniobra genial de Pedro Ríos. El arranque no pudo ser más plácido. O sí. Javi Galán y Ríos aprovechaban la tremenda debilidad rojiblanca por fuera para percutir una y otra vez, aunque no siempre con acierto en el arte del último pase.

Con una buena presión, el balón tenía dueño. Sólo faltaba agrandar la herida, algo que probó Rodri con un tiro ligeramente escorado. Era la actuación soñada hasta ese momento, con triangulaciones largas acabadas, con juego vertical, con dejadas, idas y venidas... Faltó algún remate más, como uno de Aguza desde la frontal que se fue desviado un metro o un libre directo de Lara que acarició la escuadra. ¿Jugaba el Almería? Poco, por no decir nada, aunque eso en Segunda División no significa nada. De hecho, avisó con una falta de Nano que peinó Joaquín sin dirección o un pase genial de Pozo que dejó a Quique para encarar a Pawel, si bien el pésimo primer control dejó ya al punta sin ángulo. Ese fue el paupérrimo bagaje de un equipo que demostró en El Arcángel porque lleva tres cuartos de liga en descenso. No hay más.

Con todo, mientras haya oportunidad para combatir, la profesionalidad obliga. Ramis continuó con los ajustes que ya había hecho a la media hora para hacer más peligroso a su equipo, o al menos para que se pareciera a un equipo. Isidoro a la ducha y Gaspar al campo para poner a cada uno en su sitio. Quizás fuera por eso o por la propia inercia de los locales, pero el partido ya pasó a jugarse en el medio campo del Córdoba. Nada que ver con lo visto en el primer tiempo, ya era diferente el panorama. Tanto que las vías de escape blanquiverdes pasaron a ser más directas, al espacio, con menos conducción y más profundidad para las carreras de los cuatro hombres de arriba.

Pero ese mayor dominio visitante siguió sin traducirse en peligro real. Todo eran balas de fogueo. Morcillo se encontró con la cabeza de Markovic en un cabezazo a la salida de un córner que tenía muy mala pinta, y luego Quique alargó su desacierto al no conectar un pase de lujo de Gaspar entre el portero y los centrales, donde hace daño de verdad. Era una fase crítica, con llegadas, sin pelota, con posesiones de segundos, con el Córdoba totalmente ido del partido, pidiendo aire desde fuera. Carrión tardó en verlo, pero acertó. Primero con Juli para meter intensidad a la primera línea de resistencia, luego con Edu Ramos y Luso para proteger a la retaguardia.

Ese aliento hizo que el Almería ya no estuviera tan cómodo. Y abrió el campo para la contra. Aguza lo probó con un chutazo desde media distancia que repelió el poste antes de que Ramis quemara sus naves con un último doble cambio ofensivo. Más pólvora, pero sin nadie que le diera forma. Quique en el 81' hizo el primer remate entre los tres palos, fácil para Pawel. Ahí acabó el empuje rojiblanco, que no los nervios de un Córdoba al que se aparecían pasajes del pasado que bien pudieron borrar Juli o Javi Galán con las últimas oportunidades del choque. Hubiera sido el punto extra del goalaverage (3-1 allí) si bien los tres de la victoria ya daban la vida. Y vivir es todo un regalo como están las cosas. Larga vida de plata es lo que hay que pedir al futuro.

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