El Escáner | Análisis de la jornada 1 de la segunda fase

El Córdoba CF se encamina hacia un 'mano a mano' con la Balona

Los jugadores del Córdoba CF celebran la victoria en Tamaraceite.

Los jugadores del Córdoba CF celebran la victoria en Tamaraceite. / LOF

Aún restan cinco jornadas por delante, pero todo hace indicar que el Córdoba CF se jugará su presencia en la Primera RFEF la próxima temporada en un mano a mano con la Real Balompédica Linense, conjunto al que precisamente recibe este próximo domingo en El Arcángel. Solo una fecha ha bastado para que la clasificación se fracture en el subgrupo IV-D, con el Córdoba como equipo que cierra un trío de cabeza que ya goza de una renta considerable para disputarse las dos primeras plazas, en una segunda fase que será tan corta que la más mínima costará enjugarla el doble.

Esa tendencia a fracturar la pelea por las dos primeras plazas a las primeras de cambio supone un arma de doble filo para los blanquiverdes. Por un lado, los de Pablo Alfaro están en el corte bueno, y esa pugna ha quedado de momento reducida a tres equipos. Pero por esa misma razón, y con el Sevilla Atlético manteniendo un nivel de forma muy alto, los duelos ante la Balona se antojan como dos finales en las que no habrá margen de error alguno.

Un factor que convierte el partido del próximo domingo para el Córdoba en trascendental, pues de ganar los blanquiverdes superarían al equipo de La Línea de la Concepción, asestando además el primer golpe en la batalla por el goal average particular, que también podría acabar decidiendo el puesto de cada equipo. Claro está que esa exigencia de no poder fallar encierra un problema en sí para el equipo de Pablo Alfaro, que en lo que va de temporada ha demostrado que no procesa bien la presión de tener que salir a ganar todos los partidos, algo que incluso pudo costarle muy caro en Tamaraceite.

Porque de tierras canarias el Córdoba salió con una victoria cuyo valor es enorme. No eran solo tres puntos lo que había en juego. Frenar a un rival que estaba igualado a puntos y alejar a los dos equipos más rezagados debe suponer un alivio en el vestuario de El Arcángel. No menos importante era parar el golpe moral que produjo la derrota ante el Betis Deportivo y la pérdida del primer objetivo de la temporada. En ese sentido, la victoria ante el Tamaraceite debe servir de punto de apoyo para recuperar a un Córdoba no ya mejor, algo que parece complicado visto lo visto en el presente curso, pero sí al menos más estable y equilibrado.

Persisten las dudas en el juego

Eso sí, el triunfo logrado en tierras canarias no debe esconder las dudas que sigue levantando el equipo. Interrogantes que conforme avanza la temporada dejan de ser tal para convertirse en certezas. En este caso certeza de incapacidad o falta de un nivel que se le presuponía al vestuario, pero que no ha terminado de enseñar en ningún momento. En pocos partidos se alinearán los elementos tan claramente a favor del Córdoba, con un gol a los dos minutos y una superioridad numérica antes de la media hora. Y aún así el equipo necesitó de una parada milagrosa de Isaac Becerra con la cara para no tirar el botín por la borda en el último minuto.

Todo ello pese a que el planteamiento de Alfaro fue el correcto de inicio, y el equipo demostró que cuando mantiene la ambición de buscar el robo de balón en campo contrario es peligroso y capaz de someter a cualquier rival. El problema es que esa idea carece de continuidad, casi siempre por el lastre que supone el desgaste físico después de la primera parte.

Ante el Tamaraceite, el Córdoba pudo solventar el duelo por la vía rápida si Javi Flores hubiera acertado a batir a Nauzet García en el mano a mano que lanzó al larguero. No fue así y desde ese momento quedó claro que tocaría sufrir hasta el final, porque el conjunto cordobesista no es capaz de encontrar una continuidad que le permita generar muchas ocasiones de peligro manteniéndose fuerte atrás, o viceversa, mostrarse fiable atrás cuando ha conseguido materializar sus ocasiones.

Los cambios de Alfaro

Esa indefinición constante en la que vive el equipo se volvió a reflejar en la alineación inicial de Alfaro y en los cambios posteriores. De nuevo, el maño agitó el once titular con hasta cinco permutas. A estas alturas, esperar que el Córdoba sea un equipo con un once definido sujeto a la mínima variación es una utopía, y eso habla bien a las claras de la inestabilidad del propio grupo.

Ante el Tamaraceite, al menos, Alfaro agotó por primera vez en su etapa en Córdoba los cinco cambios. Un factor que el coronavirus ha traído al fútbol y que los entrenadores han acogido de buen grado, aprovechando el plus físico que eso puede aportar a sus equipos. El preparador blanquiverde era la excepción a esa normal general, algo inexplicable si se tiene en cuenta la veteranía y el estado físico de la plantilla, que está lejos de ser el ideal. Habrá que esperar algún partido más para confirmar si se trata de una constante o solo fue una excepción, pero el técnico parece haber comprendido ya que necesita exprimir cada pieza en cada partido para que el rendimiento del equipo no caiga en picado, como tantas veces ha sucedido en la presente campaña.

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