Córdoba

La suerte tiene un precio

  • Un centenar de personas asisten al sorteo de 251 viviendas con la expectativa de obtener un piso en propiedad en plena crisis · Las promociones empezarán a construirse en torno al próximo mes de mayo

La posibilidad de que salga una bola de entre más de 13.000 entre los ocupantes de un salón con un aforo de 80 personas es de una entre 162. Remota. Remotísima. Ayer, a Loli Marta Palacios, una joven de 24 años que se encuentra en paro tras estar trabajando en Cortefiel, le tocó ese espacio que concede el azar para las casualidades de la vida. Cuando la bola que tenía el número 7.041 apareció en el monitor de la sede de Vimcorsa, su madre, a su lado, dio un respingo y emitió el inteligible sonido que acompaña a las sorpresas. Después, vinieron esos cinco minutos de gloria que Warhol reservaba como derecho constitucional a cualquier ser humano.

Esta joven fue ayer la única que, estando presente, pudo comprobar que estaba entre las algo más de 200 bolas elegidas del cupo general para las promociones que la empresa municipal construirá a partir del mes de mayo en los barrios del Cortijo del Cura y Mirabueno. A ella le correspondieron los parabienes mientras agarraba el móvil para informar a su pareja, que se encontraba en esos momentos en su tarea habitual de instalador de lunas de automóvil.

El perfil de Loli puede ser el de muchas de las personas que participaron en el sorteo de Vimcorsa más concurrido de la historia de la empresa, con casi 17.000 solicitudes que se quedaron en algo más de 13.000, entre las que fueron anuladas y las que sólo pretendían alquilar. Parejas jóvenes, con hijos o pensando en tener familia, que están de alquiler o viven en casas de sus padres, sin poder realizar una vida en común. Que viven en una sociedad, la española, donde el alquiler no se considera como una forma natural de acceso a la vivienda, entre otras cuestiones porque los poderes públicos se han preocupado poco por desincentivar la propiedad.

Los pocos que se perdieron el baile hipnótico de números se mostraban verdaderamente resignados a volver a presentar los papeles. Muchos de ellos son, prácticamente, profesionales del sorteo de la promoción social, personas que escudriñan los anuncios oficiales en busca de una oportunidad para poseer el techo bajo el que duermen y la puerta que custodia sus intimidades. Que se han presentado a todos los sorteos. "Habrá que probar en el próximo", decían. Muchos enviaron a sus familiares -padres y madres, sobre todo- que anotaban la ristra de números o consultaban a cada rato la pantalla para ver si los dígitos de la bola eran los mismos que tenían anotados en el papelito. Antonio Mesa intentaba ayer comprobar cómo quedaba la solicitud de su hija, que estaba trabajando y buscaba un piso para emanciparse.

Emanciparse. Curiosa palabra. Liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia, según la definición del diccionario. La hipoteca se convierte, precisamente, en el método de esclavitud del que aspira a ser libre. Porque la vivienda protegida es más barata pero hay que pagarla. La suerte tiene precio. Lo decía ayer, entre dientes, una joven que se había presentado al sorteo. "Espero que no me toque", comentaba. El desempleo, la crisis económica, el miedo al hoy y al mañana. Comprar una vivienda, aunque sea a bajo precio como las que promueve Vimcorsa, obliga a sentarse en la ventanilla de un banco, a explicar el nivel de ingresos, la situación de la empresa en la que se trabaja. Si se trabaja hoy, si se espera tener un empleo mañana. La nómina ya no es un salvoconducto, un detente bala, a no ser que venga de una institución pública.

Francisco Javier paseaba a su hija por los pasillos de Vimcorsa, caldeados gracias a una calefacción agobiante. Buscaba una vivienda para dar estabilidad a la familia, para encontrar perspectivas de vida estable. Es la gran paradoja del sorteo de ayer. Es el primero en el que la clase media tiene acceso en un segmento, el de la vivienda social, que tiene su público, mayoritariamente, en las personas que no pueden -que ni se imaginal llegar a- acceder al mercado libre. 143 de las 251 viviendas que se sortearon ayer corresponden a precios de más de 1.700 euros por metro cuadrado, a la que pueden acceder rentas de hasta 54.000 euros al año.

La web de Vimcorsa lleva toda una declaración de intenciones. "La vivienda es un derecho. Trabajamos para no tener que sortear ese derecho". Bien dicho. Lo del bombo es una forma de repartir el hambre. Como aguar la sopa: la constatación de que son más las necesidades que los recursos. En realidad, los sorteos son muy tristes. La gente no asiste a ellos con expectativas de lo que va a obtener sino con el no por adelantado, con el pesimismo en el cuerpo, a ver qué cae esta vez. Una ley andaluza va acabar con esta forma mal entendida de socialdemocracia. Así no se escenificará la necesidad. Cuestión de formas.

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