"Si quitamos a la gente la cultura y sensibilidad, ¿qué nos queda?"

geografía humana · Ramón López

El director de la Feria de Teatro en el Sur está ligado a la cultura desde principios de los 80 y ha ocupado cargos de responsabilidad en el Gran Teatro, Diputación y Ayuntamiento de Palma del Río.

"Si quitamos a la gente la cultura y sensibilidad, ¿qué nos queda?"
"Si quitamos a la gente la cultura y sensibilidad, ¿qué nos queda?"

DESDE comienzos de los años 80 Ramón López (Hornachuelos, 1959) ha estado ligado al mundo de la cultura. En 1983 entró como teniente de alcalde de Cultura en el Ayuntamiento de Palma del Río, donde permaneció hasta 1995. Al año siguiente se incorporó a la Diputación de Córdoba como asesor del Consejo de las Artes Escénicas y de la Música y en 1999 fue nombrado gerente del Instituto Municipal de las Artes Escénicas Gran Teatro de Córdoba, cargo que dejó a mediados de 2011 tras ser nombrado delegado de Cultura de la Junta de Andalucía, puesto que ocupó durante un año. Ahora se encuentra volcado en la Feria de Teatro en el Sur, acontecimiento que vio nacer, que aún dirige y se desarrollará del próximo 2 al 5 de julio.

-La Feria de Teatro en el Sur de Palma del Río celebra este año su 30º aniversario. ¿Qué estado de salud tiene?

-Culturalmente hablando tiene una vitalidad excelente, aunque pudiera parecer lo contrario. Este año pensaba que las compañías iban a hacer menos trabajos, que se iba a estrenar menos..., pero ha sido una sorpresa muy agradable porque hay muchos trabajos, nueve estrenos y espectáculos que desde mi punto de vista van a ser geniales. Éste ha sido uno de los años en que hemos tenido más problemas a la hora de seleccionar a las compañías. Hemos conseguido hacer un programa muy variado con espectáculos de todos los tipos, teatro de texto, danza, flamenco, música, teatro familiar, de calle... Desde el punto de vista presupuestario la cosa está muy justita. De seguir por esta línea es muy complicado continuar manteniendo un evento que tiene ya 30 años y que a duras penas puede tirar porque el presupuesto es muy, muy escaso. Las compañías soportan un peso importante porque vienen prácticamente sin cobrar pero los gastos mínimos de montaje y programadores hay que seguir manteniéndolos. Pero ahí estamos, peleando, sobreviviendo y tirando para delante, que es lo que tenemos que hacer.

-¿Se va a celebrar el aniversario como se merece o le hubiera gustado organizarlo de otra manera?

-Tenemos muy cercano el 25 aniversario, que también lo festejamos. Para mí la principal alegría de celebración es que la feria sigue viva, que ni el público ni los programadores ni las compañías le han dado la espalda. Eso es motivo de alegría. En cuanto termine la feria se va a celebrar una especie de gala con gente que ha salido de la feria, con gente de Palma que va a representar sus espectáculos, se va a crear una asociación de amigos de la feria... Todo eso son elementos que nos hacen pensar que no debemos dejarla morir. Hago un llamamiento a las instituciones, tanto públicas como privadas, porque por un acontecimiento como este, que ha cumplido 30 años y que sigue peleando con todas sus ganas por la difusión de las artes escénicas andaluzas, merece la pena que hagamos un esfuerzo para que continúe.

-Ha estado ligado a la feria desde sus inicios. ¿Qué recuerda de ello y qué avances se han hecho?

-Ha sido espectacular, no se me podía pasar por la cabeza esto cuando la pensamos. Fue fruto de un equipamiento cultural que tenía la Diputación, la Jaima cultural, que era una carpa que iba por los pueblos y cada uno la usaba en la medida de sus intereses. A nosotros se nos ocurrió hacer una pequeña muestra de teatro andaluz. Fueron cinco compañías las que empezaron. El público por aquellos años estaba acostumbrado a ver teatro costumbrista, Arniches, los Álvarez Quintero... Y entonces de pronto metes a Miller o a García Lorca en su etapa surrealista. Pero es verdad que el público se fue metiendo en el mundo del teatro, la gente se quedaba a hablar con los actores después de la representación, venían de otros pueblos y se acercaban otro tipo de profesionales. En un momento determinado decidimos que lo que era una muestra diera un paso más y se convirtiera en una feria teatral, en un mercado, en un punto de encuentro. Aunque seguimos con la línea del teatro andaluz, siempre que podemos metemos alguna pincelada de teatro nacional e internacional. Desde donde está la feria ahora a sus inicios ha habido un avance sustancial. Es verdad que ahora hemos bajado en el presupuesto, pero la vida está como está y espero que esto vaya cambiando. Sin el apoyo del público esto no hubiera tenido más recorrido. El teatro se hace para el público, es ponerse delante de él y hacerlo sentir. Por lo tanto Palma sigue adelante por el público, que además ha confluido con las compañías y los programadores.

-¿Qué retos tiene la feria?

-El reto de momento es hacer que vaya creciendo en la medida de las posibilidades que da la economía. No debería ser así. Si la cultura se pierde, la sociedad pierde mucho. La cultura es parte de la sensibilidad de una sociedad. Es verdad que siempre se dice que cuando hay que atender a un sector de la población que lo está pasando mal, que está en paro y tiene dificultades incluso para comer, evidentemente hay que quitar otras cosas. Pero es que si quitamos la cultura y sensibilidad a la gente, ¿qué nos queda? Creo que el reto de la feria es seguir manteniendo viva esa llama de la sensibilidad de la cultura, de la defensa del teatro andaluz en la medida de nuestras posibilidades. Si eso sirve para que las compañías tengan posibilidades de presentar sus trabajos delante del público, pues estupendo. Si también conseguimos esa pequeña dosis de sensibilidad en la gente, mejor. Necesitamos convencer a instituciones y empresas privadas para que apoyen un poquito más porque merece la pena. Cuando las cosas se dejan de hacer un año es muy difícil retomarlo.

-Ha estado más de 15 años ligado a la cultura de Córdoba capital. Ahora que la ve desde fuera, ¿qué impresión le da?

-Ahora que llevo un año en que vengo casi de visita a Córdoba la verdad es que no estoy muy metido, pero también conscientemente. Mi vida ha estado siempre ligada a la cultura prácticamente desde que estaba estudiando y no me puedo desligar de ella, lo que pasa es que el sector está complicado. Cuando vengo y me encuentro a gente, pregunto y me mueven un poco la cabeza como diciendo que la cosa está regular. Está todo mal pero sí creo que hay que hacer un esfuerzo. La política tiene que tener ese punto de sensibilidad hacia la cultura, y el ciudadano debe tener ganas de que la cultura vaya creciendo. Parece que toda la culpa se la echamos a las instituciones públicas o a los políticos pero tendríamos que mirarnos todos un poquito porque en la medida en que los ciudadanos lo consideren importante también lo van a hacer otros estamentos. A Córdoba siempre le ha costado mucho sacar proyectos culturales adelante. Ahora todavía sigue resonando como un eco de lamentaciones la Capitalidad y me da la impresión de que eso es una letanía recurrente. Yo lo dije aquella tarde cinco minutos después del shock, que teníamos que olvidarnos de eso y pasar a otras cosas. Pero me da la sensación de que todavía se piensa en el "si hubiera sido". Pero no fue, y hay que vender proyectos nuevos, pelear por los temas culturales. Da la impresión de que Córdoba está en ese lamento permanente. En el mundo de la cultura siempre hemos dicho que hay que agarrarse todos de la mano, tirar todos juntos, ponerse de acuerdo, consensuar. Esa es la línea. Uno podrá tener diferencias políticas a la hora de enfocar los temas pero si hay algo que pueda unir es la cultura. En aquellos prolegómenos de la Capitalidad estaban las empresas, políticos, colectivos, artistas... ¿Qué quedó de aquello, de aquel espíritu de consenso? Sigo pensando que la cultura no es el recreo, el deleite, el disfrute, sino algo más serio que eso, es tener valores, una sensibilidad. Ahí hay que emplearse a fondo. Y muchas veces la cultura no cuesta tanto, cuesta más cogerse de la mano para hacer cosas.

-¿Echa de menos estar en el meollo cultural?

-A veces sí porque han sido muchos años dedicado en cuerpo y alma a ello. También es verdad que necesitaba un descansito pero hasta cierto punto, porque si se va alargando uno se siente perdido. Pero he aprovechado el tiempo porque la Feria de Teatro es como un hijo, se creó hace 30 años y después de este tiempo no se puede abandonar. Cuesta mucho trabajo, es algo que está muy pegado a uno. Me ha dado tiempo a pensar proyectos y retomar el mundo de la fotografía. Precisamente vamos a inaugurar una exposición en Palma de fotos antiguas que he rescatado. Pero claro que se echa de menos el estar colaborando, pensando, mirando qué cosas se pueden hacer. Pero creo que volveremos, o eso espero.

-¿Se llevan bien cultura y política?

-Es muy complejo. Si desde la política se tiene una sensibilidad hacia los temas culturales se tendrá también para todo lo demás por descontado. Para mí no está disociado lo que es la asistencia a un museo, ver una obra de teatro o asistir a un concierto con la dualidad de la educación. Cuantos más elementos de la cultura metamos al ciudadano, más valores irá descubriendo. Por lo tanto, la cultura tiene que estar muy metida en el alma del político. Ciertamente es verdad que la cultura en este país es una cosa secundaria y no debe ser así, hay que trabajar a diario por ella. Los valores ciudadanos que da la cultura hacen que la sociedad avance más. El ciudadano también es responsable de lo que está pasando, con el voto y muchas más cosas porque debe exigir.

-Como experto en artes escénicas, ¿qué valoración hace del teatro cordobés?

-Veo que hay un movimiento importante de compañías. Quizás he echado en falta ese salto a la profesionalidad. Con eso me refiero a que el teatro hay que tomarlo como una profesión, como una empresa. El teatro amateur está muy bien pero hay que dar ese pasito. Lo mismo que uno arriesga montando un pequeño bar por ejemplo, en el teatro también hay que hacerlo. Veo que el teatro cordobés es importante y está ahí pero en un quiero y no puedo. Las instituciones lo están apoyando en la medida que pueden y tenemos una Escuela de Arte Dramático, pero yo pediría un poco más de riesgo. Hay compañías que están ahí y que han hecho un recorrido importante porque han dado un salto. En Córdoba hay ejemplos buenos que hay que seguir. También hay compañías que desaparecen y vuelven a nacer. A lo mejor no sería malo la unión de varias compañías que crearan una más fuerte. En tiempos de crisis todo es muy complicado; antes había espectáculos con siete u ocho actores y ahora tienen tres como mucho. Pero yo animo siempre a la gente del teatro a que asuma ese riesgo.

-Hace una semana la Fundación de Autor publicó los finalistas a los primeros Premios del Teatro Andaluz. ¿Es esto sintomático?

-No sé cómo lo habrán estructurado. Con eso hay que tener paciencia y sobre todo seguir peleando y arriesgando porque tenemos buenos profesionales en Córdoba. En artes escénicas sí están despuntando más cordobeses, sobre todo dramaturgos, bailarines y coreógrafos.

-¿Qué debilidades tiene?

-Quizás hace falta ver más allá del Guadalquivir y de la sierra, salir más y traer todo lo bueno que podamos de fuera porque aquí tenemos capacidad y creatividad para hacer cosas. A Córdoba nadie le ha tenido que enseñar nada de arte, tenemos artistas en todas las disciplinas. Quizás cada cosa tenga su tiempo y el mundo del teatro no haya encontrado aún su hueco.

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