Córdoba

Una puerta abierta a la esperanza

  • El Alamillo es una de las 21 parcelaciones que con la reforma de la LOUA pueden beneficiarse del adelanto de servicios básicos y un ejemplo de que en todas no es algo tan fácil como parece

El Alamillo linda con Cuevas de Altázar y Llanos de Altázar. Las tres son parcelaciones repartidas prácticamente frente a Villarrubia. A diferencia de Cuevas de Altázar, El Alamillo carece de servicios básicos como las conducciones de agua y alcantarillado -saneamientos- ; y a diferencia de Llanos de Altázar, El Alamillo ya puede dotarse de ellos tras la reforma exprés de la Ley Urbanística de Andalucía (LOUA) de hace unos meses, una reforma que permitirá a 21 parcelaciones de Córdoba esa dotación de servicios básicos antes de ejecutar las obras de urbanización.

Llanos de Altázar no está dentro del Plan General de Ordenación Urbana y por lo tanto no podrá dotarse de conducciones de agua y alcantarillado tras la modificación exprés de la que además de El Alamillo y El Alamillo Sur se podrán beneficiar las parcelaciones de Porrillas, Las Quemadas Altas, Las Quemadas Bajas Zona Sur, Las Quemadas Bajas Zona Norte, Las Quemadillas, Campiñuela Sur, Campiñuela Norte, Huerta de San Luis-Casillas, Cortijo del Alcaide, Castillo de la Albaida o Santa Ana de la Albaida, El Castillo, Fontanar de Quintos, La Barquera, la Barquera Norte, Cortijo El Rubio, La Gorgoja, El Veredón, La Ribera Baja, Montón de la Tierra, Los Girasoles, Carretera de Encinarejo kilómetro 5, La Rabada o Las Latas, Carretera de Encinarejo kilómetro 4-5, Arroyo del Ochavillo, El Higuerón Oeste y El Higuerón Este. Además de dos zonas industriales como El Arenal y Santa Marta.

"Tenemos necesidad de asfaltado, nuestros caminos están mal, pero nuestra prioridad son los servicios básicos", relata el presidente de la Asociación de Vecinos de El Alamillo, Rafael Mora. Él se ha acostumbrado a vivir sin esos servicios básicos, "ya que crecí en un cortijo en el que bebíamos en un venero", destaca. Pero en el caso de El Alamillo, ha ayudado a acostumbrarse el hecho de que "dentro de la necesidad de servicios básicos que tenemos, hay una pequeña ayuda porque esta parcela tiene un pozo comunitario. No es potable el agua, no se bebe, pero la usamos por lo menos para lavar, para ducharnos". "No obstante, es complicado estar así porque para el agua potable tienes que ir con garrafas a las dos fuentes públicas que tenemos en la urbanización", sentencia. Rafael insiste asimismo en que "luego está la fosa séptica, que también es algo muy complicado porque tienes que limpiarla constantemente. No soy partidario de las fosas sépticas, pero te obligan a tenerlas y no las hacen correctamente, con lo cual hay que limpiarlas constantemente", comenta Rafael.

El Alamillo cuenta con más de 250 parcelas de las que el 75% están ocupadas. Tiene ya su proyecto de reparcelación muy avanzado. "Está ya presentado en la Gerencia Municipal de Urbanismo y estamos ultimando las últimas alegaciones que van surgiendo para que se apruebe ya el proyecto de reparcelación y poder inscribirnos en el registro de la propiedad", detalla, añadiendo que lo ideal para ellos sería "que la Gerencia no frenara tanto el proceso; son muchos años los que llevamos ya en esta lucha. Cuando hablas con ellos lo primero que te dicen es que no disponen de personal", lamenta.

El presidente de la asociación de vecinos insiste en que con la modificación de la LOUA "se abre una puerta a la esperanza". "Esta modificación no es completa. Nos podemos beneficiar sólo una parte, porque en nuestra parcelación hay, por ejemplo, vecinos que quisieran poner el agua y no pueden porque a lo mejor no tienen vivienda o la vivienda no es adecuada; y hay otros vecinos que tienen vivienda y no quieren. Pero bueno, es un adelanto que bienvenido es y vamos a seguir luchando para que se sigan adelantando los servicios para cada vez más familias y para cada vez más parcelaciones", defiende. "Lo suyo sería que todas las parcelas al completo diéramos ese paso, pero es muy difícil poner de acuerdo a más de 200 parcelas", añade Rafael.

Antonio Guerrero vive en El Alamillo desde 2000. Asegura que para él es complicado estar sin servicios básicos. "A la hora de ducharnos, por ejemplo, no sabemos los efectos secundarios que puede tener a largo plazo el agua que llega del pozo, un agua que según estudios tenía filtraciones de productos químicos, por lo que no nos hemos atrevido a consumirla", apunta. "Por lo demás, aquí vivimos muy a gusto, más mezclados con el medio ambiente, con la naturaleza y con lo ecológico, que es lo que yo prefería", defiende. Cuando necesita agua potable, Antonio va cargado de garrafas a la fuente pública ubicada en la calle Río Rus, contigua a su calle. Para él, como para Rafael y el resto de sus vecinos, el adelanto de los servicios básicos es el reconocimiento de un derecho, "que ya estamos pagando, porque estamos pagando contribución, recogida de basuras... Prácticamente pagamos lo que paga un ciudadano en el núcleo urbano de Córdoba y no estamos pidiendo a la ciudadanía que nos costee los gastos que nos supondrán los servicios básicos".

Antonio Zafra no vive habitualmente en El Alamillo, "sino por temporadas". "Esta situación destroza las lavadoras, que se llenan del calcio del agua que les llega del pozo", se queja. "Nos apañamos como podemos y luego, que te duchas y se te queda el pelo muy mal, mi mujer por ejemplo no se puede lavar el pelo aquí", sostiene. "La comodidad que supone que puedas abrir tu grifo y salga el agua potable no es lo mismo que tener que ir con garrafas a la fuente; encima de los impuestos que pagamos", añade.

"El agua del pozo llega con tan poca potencia que el termo no consigues que se encienda, lo que supone un derroche de agua hasta que por fin sale caliente", insiste Carmen Muñoz, quien también lamenta que esa poca fuerza con la que llega el agua hace que el sistema de riego que tiene tampoco sea efectivo, que para llenar la piscina tenga que emplear tres días "y que la lavadora no ande". "Todo ello por no contar con las conducciones de agua", incide. Carmen lleva 20 años viviendo en El Alamillo y dice que está acostumbrada a la parcelación "porque se vive muy bien fuera de la ciudad, pero no me acostumbro a la falta de agua".

A lo que no se acostumbre Inmaculada González es la basura "que está siempre fatal, muy mal, con ratas". "Aquí hay muchísimas familias viviendo y a esto hay que darle una solución. El agua que nos llega del pozo es un hilito y las lavadoras se nos van a quemar algún día", sentencia.

"Pagando IBI como estamos pagando, el Ayuntamiento debería agilizarnos los trámites", demanda el presidente de la junta de compensación de El Alamillo, Manuel del Pino. Manuel insiste en que la modificación de la LOUA debería de haberse hecho de otra manera para que todos los vecinos pudieran colaborar. "Tal y como se ha hecho es una manera de que no se puedan adelantar los servicios, porque no va a haber unanimidad entre los vecinos; sin embargo, si se hace a través de la junta de compensación, se puede obligar a todos los vecinos y el coste sería mucho más económico para las personas". "Lo fundamental es que el Ayuntamiento agilice la tramitación; que nos aprobasen nuestro proyecto de reparcelación, nos constituyésemos en junta de compensación y ahí sí que iríamos todos a una en adelantamiento de servicios", puntualiza.

Rafael Mora insiste en que mucha culpa de la modificación exprés de la LOUA la tiene el presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano, Juan Andrés de Gracia, "que consiguió en este asunto poner de acuerdo a todos los partidos políticos". Juan Andrés reconoce su escepticismo sobre los frutos que pueda dar esa reforma si en las parcelaciones no se conciencian de que tienen que pagar esos servicios básicos y no llegan los vecinos a un acuerdo entre ellos para afrontar la dotación. "Once años después de que el Pleno aprobara que se le daba servicio a quien pasaba la red por su puerta, se ha abierto una pequeña esperanza con la reforma; desde entonces, ningún gobierno local hizo nada", sentencia. "Es complicado; hay casos de todo tipo que estudiar. Emacsa y la Gerencia tienen que ir juntos desde la máxima flexibilidad en la interpretación de la norma para ayudar a los vecinos a tener los servicios", defiende.

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