La psicóloga subraya que la Manada provocó un daño "devastador" a la chica
Juicio de la Manada de Pozoblanco
La Policía Foral describe a la joven "inerte" en el vídeo: "No sabemos si está dormida, no reacciona"
El vestido que la denunciante llevaba el día de los supuestos abusos presentaba "roturas"
El forense "no descarta" que el episodio de amnesia se deba al consumo de bebidas alcohólicas
Los supuestos abusos sexuales de la Manada a la chica de Pozoblanco el 1 de mayo de 2016 afectaron a la chica "de una forma devastadora". Así lo ha explicado la psicóloga que la ha asistido desde entonces, quien ha detallado en la tercera sesión del juicio que esta experiencia "ha condicionado su vida". La experta ha hablado de "situaciones de hiperalerta": "No quería salir en las redes sociales, cuando veía películas en las que aparecía una escena sexual se le desencadenaba rechazo por una reexperimentación de la situación, se escondía con gafas o gorro". La experta se ha referido a una “revictimización muy cruel” a lo largo del tiempo.
También la reconoció, en dos ocasiones, un forense del Instituto de Medicina Legal de Córdoba: el 14 de noviembre 2016 y el 22 noviembre de 2017. El diagnóstico fue un trastorno de estrés agudo, que posteriormente se moduló a un trastorno por estrés postraumático, que suele asociarse a "circunstancias de muerte, lesiones graves o violencia sexual". El forense ha relatado que, después de los sucesos, ella llegó a hacer "una vida normal, aunque con cierta preocupación". La patología surgió cuando la Policía Foral le expuso las imágenes del vídeo; entonces, se situó “en un contexto en el que su integridad se vio amenazada y sintió un atentado contra su libertad sexual". Influyó asimismo la "brutal" exposición mediática. El proceso de “normalización” llegó en marzo de 2017.
Desde el punto de vista físico, la denunciante presentaba una equimosis (hematoma) en la parte posterior del muslo; es decir, una "lesión contusa que puede responder a una caída o a un golpe", ha detallado el forense. En sesiones anteriores se han confrontado dos versiones: que la chica se cayó en la discocaseta de Torrecampo donde conoció a los acusados, como trata de demostrar la defensa, o que fue el exmilitar, Alfonso Jesús Cabezuelo, quien se lo hizo al tirarla del coche, como las acusaciones imputan.
El abogado defensor, Agustín Martínez Becerra, ha aprovechado para preguntar sobre varias cuestiones claves en el procedimiento. En primer lugar, si la amnesia de la chica es compatible con el consumo de alcohol el día de autos: “No se puede descartar”, ha contestado el forense. En segundo lugar, si la extracción de dos cabellos, diligencia que en su día hizo la Policía Foral de Navarra, habría bastado para determinar el efecto de algún químico; el letrado ha hablado abiertamente de burundanga. El forense ha replicado, en base a las instrucciones del Instituto Nacional de Toxicología, que la muestra que se precisa es un “mechón de cabello, dos pelos son insuficientes”.
La declaración de los policías forales
Aparte del forense y la psicóloga, en la sesión se ha escuchado a los agentes de la Policía Foral de Navarra que iniciaron la investigación. El instructor de las diligencias ha narrado cómo a raíz del examen de los teléfonos por la violación de los Sanfermines aparecieron diversos vídeos y, el 7 de septiembre de 2016, encomendó a un agente que los cotejara porque en algunos se veía solo la parte inferior de los procesados, como "zapatillas" y "penes". Entonces aparecieron posibles "nuevos ilícitos", es decir, los vídeos de los supuestos abusos en Pozoblanco.
Al día siguiente acudió al juez, que encomendó gestiones para identificar a la posible víctima y la localización, pues se desconocía dónde había ocurrido y "el rostro de ella no se apreciaba". En los audios de las grabaciones se escuchaba "Pozoblanco" en varias ocasiones, así que hicieron una búsqueda en redes sociales y aparecieron imágenes que podrían coincidir. Con el avance de las gestiones apareció una posible víctima y se localizó por teléfono. Ella le dijo que había vivido un incidente el 1 de mayo pero que tenía un "lapsus"; solo recordaba que apareció desnuda en un vehículo, que el encausado le había pedido que le hiciera una felación y, como ella se negó, la tiró del coche y la dejó en un descampado.
La investigación, paralela a la de los Sanfermines y que según han insistido los policías contaba con la autorización del juez, llevó a dos agentes a desplazarse a Córdoba para reunirse con la denunciante, una cita que tuvo lugar en un hotel. Uno de aquellos policías ha relatado que ya entonces se produjo la identificación de cada uno de los cuatro acusados, que ahora se enfrentan a siete años de prisión. También procedió a tomar una muestra de cabello. El policía ha relatado que se asesoró con el director del Instituto Navarro de Medicina Legal, a quien ha definido como "una eminencia", y se les entregó un kit. El abogado defensor ha insistido en preguntar, en concreto, si buscaban burundanga: “Cualquiera, esa y otras sustancias. Todas”, ha respondido. La joven también les entregó el vestido que llevaba aquella noche, que "presentaba roturas".
Visualización de las grabaciones
La sesión ha terminado con el visionado a puerta cerrado de los dos vídeos que el Prenda grabó en el interior del vehículo y que son la principal prueba de cargo del supuesto delito de abusos sexuales. La defensa ya pidió el lunes que el vídeo quedara excluido del procedimiento porque, a su parecer, se obtuvo sin los permisos judiciales necesarios.
El instructor de la Policía Foral, no obstante, ha detallado con profusión de detalles estas dos grabaciones, correlativas y con una diferencia de seis segundos. En ambas conduce el exguardia civil, Antonio Manuel Guerrero, quien "en un momento determinado hace un tocamiento con la mano derecha en el pecho de la víctima, por encima de la ropa". José Ángel Prenda es el copiloto; también se habría girado y con su mano izquierda "le mete la mano por el escote y le toca el pecho". Jesús Escudero, supuestamente, "la besó y le pasó la lengua por la cara y le hizo un tocamiento en el pecho por encima del mono". El cuarto procesado, el exmilitar, Alfonso Jesús Cabezuelo, también participa en estos tocamientos, según el policía. El instructor ha descrito que la denunciante parece "inerte": "No sabemos si está dormida, inconsciente, no reacciona, no hace ningún tipo de gesticulación, ningún movimiento corporal". En el segundo vídeo se identifica también a los cuatro acusados, que repiten actos similares.
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