sanidad

Una maratón que persigue salvar vidas

  • El Centro Regional de Transfusión Sanguínea organiza su tradicional captación de donantes en el Oratorio de San Felipe

  • Alumnos de las Esclavas colaboran con la iniciativa

Un grupo de donantes, en el Oratorio de San Felipe.

Un grupo de donantes, en el Oratorio de San Felipe. / josé martínez

Un grupo de alumnos del colegio de las Esclavas pasea por el Centro con un objetivo claro. Hacen una breve inspección ocular por los alrededores y estudian cuál puede ser su mejor caza. Pero que no cunda el pánico, los chavales no llevan ningún tipo de arma, más allá de la palabra (quizá, la más poderosa de todas). Se acercan hacia una pareja: "¿Les interesaría donar sangre? Es que mañana [por hoy] se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre". Por lo tanto, esas presas tan ansiadas por los estudiantes de las Esclavas sólo eran personas interesadas en salvar a otras personas. Cada año, el Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Córdoba elige un espacio de la ciudad para organizar lo que se conoce como maratón de la donación. Este año, el lugar elegido ha sido el Oratorio de San Felipe Neri, cedido por Defensa con motivo de una efemérides que cada edición resalta el papel de Córdoba. Así lo contaba el coordinador médico del Centro de Transfusión, Pedro de Torres, quien explicaba, mientras a sus espaldas una mujer se sacaba sangre para donar, que Córdoba, junto a Granada, es la provincia andaluza que más plasma aporta a los bancos generales. Tal es el nivel de donación en la provincia que la sangre donada en Córdoba viaja a otros puntos de Andalucía, allí donde se necesite, un hecho que no suele ocurrir en otros puntos de la comunidad autónoma.

Y esa maratón, más allá de su labor de recolecta, también tiene cada año una función de concienciación. Ya que, como explicó De Torres, aunque Córdoba sea una provincia muy concienciada en este sentido, aún hace falta más. La razón no es otra que la necesidad. Las terapias contra el cáncer, los trasplantes o, claro está, los accidentes, generan una necesidad de plasma y recursos hemoterápicos que siempre se mantienen. Y aunque es cierto que con un día de maratón no se arregla el mundo, ayer se estimó que pasaron por el Oratorio de San Felipe entre 150 y 200 personas. Así lo hizo, por ejemplo, Ricardo Membrillo, profesor, precisamente, de las Esclavas, al que sus alumnos, con sus habilidades sociales, consiguieron atraer hasta este punto de la ciudad para que aportara su granito de arena.

Era sencillo, además, ya que no había que ser donante con antelación. Con tener más de 18 años y menos de 65, no tener la tensión baja y pesar más de 50 kilos uno podía gastar 15 minutos de su tiempo en salvar vidas. A la salida, además, un tentempié para evitar los mareos.

"Más que un deber social es un deber de los ciudadanos sanos con los ciudadanos enfermos", recordaba De Torres. Por ahora, como recordó la delegada de Salud, María de los Ángeles Luna, en la provincia hay 33.000 personas que donan sangre al año y en mayo de este año se sumaron 204.

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