Mensaje en la botella

El líder respetado

  • Julio Anguita fue algo más que un faro para la izquierda y eso bien lo sabe Córdoba. Se convirtió en una referencia para toda la sociedad sin necesidad de recurrir al populismo o a la demagogia

Julio Anguita

Julio Anguita

Julio Anguita nos ha dejado. Su corazón, ese que tantos problemas le ha acarreado en los últimos años, ha dicho basta. Con su fallecimiento se marcha un símbolo de este país, una persona que ha sido una referencia, pero no solo política, sino social. Desde que se hizo oficial la noticia de su muerte, han sido cientos los mensajes que se han difundido por parte de líderes de todos los colores y de distintas etapas de la democracia, que han ensalzado sus valores éticos e ideológicos.

Es fácil repasar la trayectoria de Anguita y comprobar que, efectivamente, ha sido un modelo para todas las generaciones de los últimos 40 años, para quienes lo conocieron en la clandestinidad, para los que le acompañaron a lo largo de su carrera política y para quienes le han seguido en los últimos años desde su retiro activo, ya sea en el Frente Cívico o a través del Colectivo Prometeo.

La izquierda española no se entiende sin Julio Anguita. Articuló un discurso y unas estructuras de partido de acuerdo a unas convicciones con las que supo convencer a una militancia desorientada en muchas etapas de la actual democracia y lastrada por los resultados electorales ante la hegemonía de los grandes partidos. Lejos de arrugarse, y pese a las deslealtades de algunas y algunos colaboradores en los que confió, Anguita se mantuvo siempre en el mismo sitio, defendió sus discurso hasta el último momento, y no se amilanó ante nada.

Todos los líderes de la izquierda que Anguita representa han acudido a él como un especie de oráculo, desde quienes le sustituyeron en las responsabilidades orgánicas, hasta los actuales caras visibles de esa izquierda, empezando por el propio Pablo Iglesias hasta Alberto Garzón, ahora ministros. Por ello, nadie duda de que ese faro de la izquierda que se apaga con Anguita tendrá consecuencias en el futuro, aunque se desconoce en qué medida.

Pero sería un error ensalzar solo el papel de Julio Anguita en la política española y en la izquierda. Porque el exalcalde de Córdoba fue algo más. Eso lo sabe bien su ciudad. Su forma de actuar, incluso de sobreactuar a veces, propias de quien se formó como maestro, le llevó a convertirse en una persona respetada no solo por quienes coincidían con él en lo ideológico, sino por toda la sociedad. Aunque pueda parecer un tópico, Julio Anguita fue un líder, pero de los de verdad, capaz de ganarse la admiración general, algo que muy pocos han logrado en los últimos 40 años en este país.

Y lo hizo sin tener que recurrir ni al populismo ni a la demagogia, ni a baños multitudinarios de masas ni al aplauso fácil de las redes sociales. Su secreto fue la elocuencia, el respeto, la contundencia a la hora de defender su ideario y no dejarse llevar por la tentación de quienes le pedían que regresara a un escenario del que voluntariamente se había bajado. Sonada fue, por ejemplo, su renuncia a recibir cualquier asignación que le correspondiera tras su larga dedicación a lo público.

Ha sido -y es- un líder en el más amplio sentido. La palabra fue su gran aliada y el arma a la que siempre recurrió para proponer una sociedad mejor, en la que él creía. Y su liderazgo se ha visto no solo en el discurso, sino en su capacidad para criticar abiertamente a quienes, desde una posición de izquierdas similar a la suya, han utilizado la política para servirse en lugar de servir.

Hace apenas unos días, firmaba un artículo del Colectivo Prometeo en el que se analizaba la actual situación del país por el coronavirus y el papel que están jugando los partidos. El final de ese escrito revela claramente lo que es Julio Anguita y lo que seguirá siendo para Córdoba y para toda España. Decía: “No perdamos la esperanza, pues aún tienen una oportunidad para hacer POLÍTICA, esperemos que la aprovechen y que la miseria política no nos lleve a una política de miseria". Hasta siempre, maestro. Mis respetos.

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