Una ley que genera dudas
Loco por la música
Es increíble que quienes son responsables de la educación tengan tan “geniales ideas”, dejando una vez más a las artes fuera del desarrollo educacional en nuestro país
La más que posible próxima Ley de Educación –llamada Lomloe– nos trae otra vez malos augurios para las enseñanzas artísticas en general, tanto en las propias como en las generales obligatorias. Existe un manifiesto circulando por las redes sociales y que espero haya llegado a las manos que corresponden como reclamo, en el que se plantea una pregunta interesante y directa: ¿Por qué es necesaria la educación artística en la escuela? En una columna anterior, ya expuse una serie de preguntas y razones por las cuales es necesaria.
La enseñanzas musicales se entroncan con multiplicidad de asignaturas de las generales. Así, tenemos que con la Lengua se aprenden conceptos lingüísticos; con las Matemáticas porque sin ellas es totalmente imposible hacer música; con los idiomas, ya que con ellos aprenden conceptos, textos y términos en diversas lenguas; y aunque parezca inimaginable, también se aprende con la Educación Física porque la ejecución muscular es importante y necesaria a la hora de tocar. Qué decir de la Geografía, donde a través de ellas se conocen los compositores, sus lugares de procedencia, el desarrollo social y político y así un extenso etcétera de asignaturas que se interrelacionan con la música.
A esto podemos añadir sin duda el hecho de que el libre pensamiento crítico no surge de la nada, no es espontáneo porque vayamos creciendo en edad y madurez, sino por medio del desarrollo que nos da la educación y en ella las artes son un pilar fundamental.
Es difícil reflexionar sobre esto sin creer que es prácticamente increíble que quienes son responsable de la educación –y esa es la base de la cultura y el futuro de las actuales y próximas generaciones– tengan tan “geniales ideas”, dejando una vez más a las artes fuera del desarrollo educacional futuro si les privan del más elemental y dinámico arte, como es la música.
No me permito cuestionar la capacidad intelectual y la empatía social de los creadores de esta futura ley, la enésima en los últimos 30 años, casi todas con cosas buenas y otras no tanto en diversos aspectos, pero con un denominador bastante e irritantemente común: el contumaz olvido de las enseñanzas artísticas dentro de la educación a todos los niveles sociales, escolares y políticos.
España posee una basta cultura y es difícil creer que en un país que pretende estar en el primer mundo y pertenecer a foros internacionales de reconocido nivel y solvencia, se dé el lujo de maltratar lo más importante para un pueblo, su cultura general, su historia y la enseñanza. Con semejantes “descuidos”, es muy difícil que vuelvan a existir muchos de los nombres que pueblan la historia cultural de este país. ¡Vamos bien! Menos música, menos arte y menos cultura en las enseñanzas generales es más profesores al paro o reconvertidos en quién sabe qué cosa. Cuántas cosas y qué negro porvenir le espera a este país si todas estas “grandes ideas” prosperan y nadie se queja. ¡Catástrofe y desolación!
Hoy, más que nunca, los encargados de la gestión en la educación deben ser conscientes de la urgente necesidad de alfabetización artística si no queremos que perduren las banalidades que nos rodean. Hay un viejo axioma que dice “ser cultos para ser libres” y la base y sostenimiento de una buena cultura no es bombardear a la sociedad con obras artísticas clásicas, sino instruirlo en el reconocimiento de la calidad del arte y en unos conocimientos acordes a una persona libre y con criterio propio. En eso radica la libertad verdadera, no en otros temas materiales y superfluos, pues tal y como vienen, se van de nuestro lado.
El arte es uno de los pilares fundamentales de nuestras sociedades. Y todos debemos ser capaces de disfrutarlo y debemos ser muchos más quienes seamos sus creadores. Hace casi tres lustros, en nuestro país vecino, Francia, los ministerios de Educación, Cultura y Juventud y Deporte rubricaron un protocolo de apoyo reafirmando el carácter “fundamental para la formación general” de los individuos de la educación artística.
Otro de los llamados motores sociales de Europa, Alemania, ha señalado en muchas ocasiones el valor social y económico de la educación artística en la formación y el desarrollo humanos. Ambos países son ejemplos claros del tratamiento tan importante que se le da a estas enseñanzas en su sistema educativo.
Organismos tan reconocidos como la Unesco o la OMS han dejado patente la importancia de brindar una educación completa y satisfactoria en todos los ámbitos y este lo es sin dudas sobre los beneficios sociales, éticos y psíquicos que conllevan las enseñanzas artísticas. La enseñanza artística es ineludiblemente imprescindible para la formación de nuestros profesionales del futuro. Desproveer a las actuales generaciones de estas capacidades y conocimientos es condenarlos a la globalización y a productos culturales ajenos y quitarles una formación humanística.
Un ser humano educado artísticamente es alguien que piensa, siente y observa su tiempo y el futuro de forma intensa, con emoción y creatividad. Una nueva ley educativa no puede ni debe soslayar la posibilidad de educar con una visión ampliada y pensar lo contrario sería un gran error. Quisiera como pequeño homenaje al Día Internacional de la Mujer terminar con estas palabras de una reconocida cantante y activista: “Creo que la música es la plataforma mas fenomenal para el pensamiento intelectual”. Annie Lennox.
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