salud | el efecto de las altas temperaturas

El fuerte impacto en el mundo emocional

  • Expertos en las áreas de Neuropsicología y Psiquiatría exponen cómo influyen las altas temperaturas en el comportamiento

La sucesión de días calurosos en un entorno que puede resultar hostil, en esta época del año, por múltiples variables (paisaje urbano, ubicación geográfica, condiciones laborales y del propio hogar, entre otras) tiene un fuerte impacto en el mundo de las emociones, que puede desencadenar mal humor, conductas agresivas o indeseables. El verano predispone a la irritabilidad y al insomnio. La luz, las horas de sol, la temperatura, la humedad, etcétera, influyen en la salud; y también en la salud mental. Expertas en Psiquiatría y Neuropsicología desvelan los efectos de las condiciones estivales en el comportamiento humano.

"Nuestro cuerpo necesita una temperatura constante para su correcto funcionamiento, por lo que se sirve de una serie de mecanismos para autorregularse. En estos mecanismos está implicada una parte de nuestro cerebro llamada hipotálamo que a su vez está implicado en la conducta emocional y en la regulación de los ciclos sueño-vigilia". Quien hace esta afirmación es Cristina Conde, neuropsicóloga del Hospital Reina Sofía e investigadora del Instituto de Investigación Biomédica (Imibic). Conde detalla que estos ciclos "se basan en las señales que recibe el hipotálamo de la luz y la temperatura, por lo que el calor extremo interrumpe el ciclo normal del sueño y nos cuesta dormirnos, nos despertamos antes o muchas veces a lo largo de la noche. Esto, unido al enlentecimiento de la propagación del impulso nervioso, puede provocar fatiga, alteraciones del estado de ánimo e irritabilidad, así como ciertas dificultades a nivel cognitivo".

Responsable también del grupo de Neuropsicología del Colegio Oficial de Psicólogos de Córdoba, Conde reconoce que con las elevadas temperaturas hay pacientes que presentan algún tipo de enfermedad crónica "que pueden tener afectados los mecanismos de termorregulación, pueden presentar un empeoramiento de su sintomatología". Para esta experta, lo de adaptarse al frío o al calor "depende en gran parte de nuestro cerebro " y añade que "los niños y ancianos, así como determinados pacientes neurológicos son más vulnerables en este sentido".

Conde también alude al momento en el que se pueden producir cambios en el comportamiento, que muchos asocian a la llegada de las estaciones y anota que "nuestro cuerpo utiliza diferentes mecanismos de autorregulación para mantener una temperatura constante; cuando estos sistemas se saturan es cuando se producen estos cambios de conducta, entre otros síntomas". Estas alteraciones, continúa, "pueden ser más o menos graves o duraderas según varios factores, entre los que se encuentran la temperatura o el tipo de persona afectada".

La neuropsicóloga insiste en que el calor extremo "puede afectar de forma grave a nuestro organismo e incluso provocarnos la muerte, por lo que debemos protegernos del mismo. Nos lo recuerdan los médicos todos los años". Así, enumera las recomendaciones generales que ofrecen los médicos: "evitar salir en las horas de máxima temperatura, hidratarnos bien o evitar hacer deportes al aire libre. Si seguimos estas recomendaciones evitaremos en la medida de lo posible los efectos del calor, lo que por consiguiente evitará o minimizará, entre otras cosas, esos cambios en la conducta".

"Los cambios de temperatura nos afectan a todos, sobre todo aquellas temperaturas que se alejan de los estándares climáticos a los que estamos acostumbrados y, aún más, si las variaciones se producen de manera brusca", es lo que sostiene la psiquiatra María José Jaén, quien comparte este argumento con el también psiquiatra Jaime Rodríguez Sacristán. Jaén explica que desde hace muchos años se conoce que hay personas meteorosensibles -se afectan por los cambios de tiempo-, "estimándose que estaríamos hablando de entre un 30-60% de la población". No obstante, reconoce que "si es una cuestión exclusivamente cerebral o no aún está por determinar, porque los estudios no son concluyentes". En este punto, manifiesta que "lo que sí vemos en la clínica es que estas personas son más sensibles al calor y, además, responden con alteraciones en la concentración, mal humor, incremento de la impulsividad o la agresividad".

Pero, ¿cómo afecta el calor en el mundo emocional? La respuesta que ofrece esta profesora de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba son: "Cambios térmicos rápidos y marcados como los sufridos estos últimos días nos impiden adaptarnos fácilmente a todos". "Nuestra fisiología evalúa las altas temperaturas como una situación de peligro y responde con un incremento en los niveles de adrenalina, que nos prepara para huir y ponernos a salvo, solo que en este caso el peligro no es real", expone. Pero estas sustancias, advierte, "también tienen efectos psicológicos, en especial, mantenernos alerta y más sensibles ante todo lo que nos rodea. Así, señala que es "algo similar a lo que ocurre en los estados de ansiedad y ésta se transforma fácilmente en agresividad". Así es, anota, cómo se ha relacionado la agresividad y las altas temperaturas.

La psiquiatra asegura que al vivir la situación como peligrosa, "nos encontraremos con sujetos que presentan sintomatología ansiosa que previamente no tenían y en los que previamente padecían de ansiedad veremos como esta se incrementa de forma marcada y empeoran clínicamente". A todo esto se suman problemas de cansancio, insomnio, fatiga, "que la persona vivencia mal y que termina provocándole cambios en su estado de ánimo", subraya. "Quizá porque se asocie con cambios en los neurotransmisores a nivel cerebral", apunta.

La forma en cómo las temperaturas extremas afectan a las personas también es diferente. Así, Jaén asegura que el sexo, la edad y los genes "influyen en la eficacia por mantener una temperatura corporal óptima". "Cuando se produce un cambio térmico muy rápido e intenso en general todos terminamos adaptándonos, aunque puede llevarnos varios días conseguirlo", subraya. Sin embargo, indica que "hay algunas poblaciones más vulnerables a estas diferencias térmicas". Como ejemplo alude a las personas mayores porque "tienen deteriorados los sensores corporales y no sienten el calor o la sed, como los podemos sentir los adultos". En el otro extremo, la psiquiatra sitúa "a los niños que no demuestran físicamente los efectos del calor pero sí lo hacen a través de su comportamiento y se muestran irritables, muy cansados o de mal humor".

Esta docente informa, además, de que el cambio de estación "influye al enfermo mental" y "eso es conocido desde los inicios de la psiquiatría". Jaén subraya que hay trastornos mentales como la depresión, la manía, o el síndrome afectivo estacional, "que se descompensan frecuentemente en una estación del año determinada, en concreto, en la primavera". En estos casos, afirma, "los diferentes autores relacionan esta descompensación con la luminosidad y no tanto con el calor". Aclara que "es cierto que hay publicaciones que han asociado el incremento brusco de la temperatura con el incremento del número de las consultas en urgencias psiquiátricas, pero esas estarían más relacionada con trastornos de ansiedad o del comportamiento". Así, recuerda que "calor, agresividad e impulsividad puede ser una mezcla explosiva. De ahí que se relacione a las olas de calor con violencia extrema".

Ante el cansancio, el insomnio, la irritabilidad, o la ansiedad que puede provocar lo elevado del mercurio, la psiquiatra indica que son factores que "se corrigen en dos tres días volviendo de manera progresiva a la normalidad". También lanza un consejo: "no hay que obsesionarse con el insomnio puesto que este es el responsable, en gran medida, de la irritabilidad, la fatiga y el cansancio". "Hay que pensar en que es algo pasajero y que nuestro organismo es sabio y nos devolverá lo más pronto posible al equilibrio", aconseja y añade que "si la afectación es muy intensa, que no dejen de consultar con su médico de Atención Primaria o con su psiquiatra".

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