La Gloria de San Agustín

De comer

Un plato en un restaurante.

Un plato en un restaurante. / El Día

El otro día me estuvo contando mi amigo Rafalete que le he había dicho un amigo suyo, que es de Sevilla, que venían mucho a Córdoba los fines de semana, a comer, lo que están oyendo, porque por lo visto los restaurantes cordobeses se han puesto de moda, y es normal que acabara pasando, porque aquí se come de miedo.

Ya ves tú, con tener en cuenta que el otro día, Paco Morales, el de Noor, lo escogieron entre los mejores cocineros del mundo. Y que no estoy exagerando, que eso ha salido en todos los periódicos, que ese chaval es un talento que no nos podemos imaginar. Que yo no he ido a comer, que se me escapa del presupuesto, pero me han dicho que quien ha ido ha comido de maravilla, de auténtico lujo. Además me han dicho que Paco es un tío cariñoso como pocos, un cordobés como tiene que ser, de pies a cabeza. Yo tengo que conocerlo, que ya saben ustedes que a todas las celebridades de nuestra tierra me gusta saludarlos y decirles unas cosas, que eso es también bonito.

La verdad es que tenemos a Paco Morales, pero que también tenemos otros sitios muy buenos, como la Cuchara de San Lorenzo, Bodegas Campos, el Choco, Recomiendo y tanto otros que yo sólo conozco de oídas y que animo, desde aquí, a quien quiera que me invite y me los enseñe. Y tampoco nos podemos olvidar de lo bien que se come en las bodegas, tabernas y tascas de nuestra Córdoba bendita, que no tiene que ser todo mesa y mantel, ojo. Comer y beber de categoría, que eso lo sabemos todos, pero todos.

Y es que la cocina cordobesa es una maravilla, yo creo que de las mejores de España y, por tanto, del mundo, y eso no es estar exagerando, ni mucho menos. Rabo de toro, flamenquín, alcachofas, mazamorra, berenjenas con miel, gachas, pastelón cordobés, y mil cosas más que me callo porque me va a entrar un hambre que no veas. Y lo de los buenos cocineros y, sobre todo, cocineras, viene de muy lejos. Que eso pasa como con la ropa, que como dice una vecina es elegante quien lo es con cuatro trapos, que gastando dinero es muy fácil. Pues en la cocina, igual.

Mi madre ponía los garbanzos en remojo y comíamos tres días como poco. Primero los garbanzos y un poco de carne, el segundo día sopa y unas croquetas, hechas con la carne, y el tercero ropavieja con todo lo que sobraba con un puñado de arroz, qué cosa más rica, de mil estrellas y me quedo corto. En fin, que siempre hemos comido bien, y lo seguiremos haciendo, que a maña y gusto no hay quien nos gane.

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