Córdoba cumple 30 años como Patrimonio de la Humanidad: los retos para el Casco Histórico
Cuando se celebran tres décadas de la declaración por parte de la Unesco, el alcalde, José María Bellido, defiende "la aplicación de nuevas medidas que sirvan para construir un Casco vivo y que avance con criterios de sostenibilidad"
El Casco Histórico de Córdoba Patrimonio de la Humanidad, en imágenes
Córdoba/El 17 de diciembre de 1994, un funcionario de la Unesco, Bernd von Broste, remitió al Ayuntamiento un fax desde Bangkok (Tailandia). Córdoba, decía el documento, formaba parte de la lista del Patrimonio Mundial, que es la denominación específica de eso que se le llama aquí al Patrimonio de la Humanidad traduciendo del inglés de una manera un tanto rimbombante, peculiar. Una decisión fundamentada en su extraordinaria integración de influencias romanas, islámicas, cristianas y judías que atesoran sus calles, edificios y espacios públicos convirtiendo a todo el espacio en un lugar único en el mundo.
Treinta años después, la ciudad sigue con sus achaques y sus remiendos con avances y deudas pendientes. Pero con un adhesivo que sirve de tarjeta de presentación: algo así como que Córdoba no le pertenece a sus vecinos. Es de todos los habitantes del planeta, como el Albaicín, Doñana, Dubrovnik, la muralla china o las pirámides de Egipto.
La Unesco tiene en su lista a la Mezquita-Catedral desde 1984, en un proceso largo y tortuoso que inició el alcalde Antonio Alarcón en el muy lejano 1973. Lo que se hizo en 1994 fue ampliar el perímetro del templo a todas las manzanas que rodean la Mezquita-Catedral. Al sur esta área se extiende hasta la orilla del río Guadalquivir opuesta a la Mezquita, para incluir el Puente Romano y la Torre Fortaleza de la Calahorra; al este, hasta la calle San Fernando; al norte hasta el límite de la zona comercial; y al oeste hasta el Alcázar de los Reyes Cristianos y el barrio de San Basilio. Para los amantes de los detalles, 802.816 metros cuadrados. En total, 4.800 edificios, 482 calles y 18 plazas. Y gente, historia y vida.
Por qué se establecieron los límites ahí y no en otro lugar no es pregunta de respuesta fácil. Probablemente, fue una decisión arbitraria basada en un concepto conservador del Casco Histórico. Lo cierto es que quedaron fuera focos históricos como la plaza de la Corredera, la plaza del Potro y San Pablo. Y no está en el debate público enmendar ese error: solo Carlos Fernández Martos -de la Asociación de Amigos de Córdoba- reclamó en su día que se ampliaran esos límites. Sin embargo, no estaba en la agenda de ningún partido reclamárselo a la Unesco pese a que el BIC del Casco abraza tanto la Medina como la Axerquía, la ciudad fundacional y algunos barrios populares de la etapa musulmana, incluso lo que hoy se llama Centro.
Treinta años después, el Ayuntamiento afronta el futuro de esta zona de la ciudad con una serie de grandes retos marcados en un nuevo Plan de Gestión del Casco, 64 medidas a desarrollar en los próximos 26 años (horizonte 2050). Entre esos objetivos figuran los de implementar políticas para atraer población al Casco Histórico y retener la que ya vive en él, en un contexto en el que se trata de una zona cada vez más despoblada de residentes; fomentar la rehabilitación de vivienda y la ocupación de solares abandonados; y, frente a la perdida de comercio local y de proximidad, apoyar y promover pequeños negocios tradicionales y fomentar la economía circular. Y es que el impacto del turismo es a la vez una bendición y un peligro para el Casco Histórico.
Un Casco vivo
El objetivo del plan, exigido por la Unesco y tal y como aparece en el propio documento, es el de "garantizar la conservación, protección y transmisión del valor universal excepcional del bien patrimonio mundial Centro Histórico de Córdoba, reconocido por la Unesco como un ejemplo excepcional de convivencia cultural y arquitectónica, mediante la implementación de medidas de prevención de riesgos, mejora de la calidad urbana y ambiental, fomento de la participación ciudadana y la cooperación institucional, y promoción de la investigación, la educación y la difusión del patrimonio, según los fundamentos del paisaje urbano histórico".
El presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC), Juan Andrés de Gracia, defiende que el futuro del Casco Histórico, "tanto en la parte que es Patrimonio de la Humanidad, como en la que no lo es", pasa fundamentalmente por tres retos. Precisamente, el primero de ellos es que no continúe bajando la población en esa zona de la ciudad. "La zona centro Casco Histórico tiene unos 40.000 habitantes y se ha empezado a notar una cierta bajada de población", destaca.
"Sería conveniente que mantengamos el Casco Histórico como un Casco vivo, donde haya barrios y no suceda como en la zona del entorno de la Mezquita-Catedral, donde prácticamente todo son viviendas turísticas, apartamentos turísticos u hoteles", añade. De Gracia insiste en que el segundo reto es el de atraer al Casco a población joven e inversiones no hosteleras que permitan recuperarlo "en aquellas partes en las que es necesario".
"Seguimos teniendo un Casco en el que hay muchas viviendas con dificultades para mantenerse en pie, con solares vacíos que son acumulaciones de basura y es necesario diseñar programas que incentiven la creación de vivienda, fundamentalmente en alquiler, según entendemos nosotros. Así como llevar a cabo medidas para que comercios y otros equipamientos no hosteleros, que ya tenemos suficientes de este último tipo, se ubiquen en el Casco y le den vida", sostiene.
De Gracia mantiene que el tercer reto "es que nuestro patrimonio" no se vea amenazado "por las masas de turistas que lo puedan tomar de forma incontrolada". "Si tenemos un Casco que es Patrimonio de la Humanidad, ese patrimonio, esos edificios, esos monumentos, esas calles, esos bienes protegidos, deben cuidarse; y para ello es muy importante quitar de forma absoluta la masificación del Casco", subraya.
El pasado mes de septiembre Córdoba fue sede del XVII Congreso Mundial de las Ciudades Patrimonio Mundial (OCPM), cita que congregó en la capital a más de dos centenares de representantes de 75 ciudades de casi una treintena de países. En el mismo se abordaron políticas que giran en torno a la movilidad, la sostenibilidad y la habitabilidad de las ciudades. Es el principal fin de esta OCPM, según refirió entonces el alcalde, José María Bellido, es el de "hacer más vivienda en los cascos históricos" y también "limitar los alojamientos turísticos", un debate muy candente actualmente en España. El regidor señaló que todas las ciudades trabajarán en limitar estas viviendas "sin expulsar a los vecinos y haciendo que el turismo siga siendo un elemento de desarrollo económico, pues es generador de empleo y crea mucha riqueza tanto económica como cultural".
De hecho, Bellido anunció el mes pasado que el Ayuntamiento no concederá más licencias a viviendas de uso turístico en los distritos Centro (que incluye al Casco Histórico) y Sur debido a la alta presión que soportan. Se trata de la principal medida a tomar tras conocer los primeros datos del estudio encargado a una empresa externa, que refleja que la presión turística residencial media en la ciudad es del 1,98%.
La presión turística residencial es la proporción de las viviendas turísticas registradas en una zona sobre las viviendas familiares disponibles en la misma. El Distrito Centro tiene una presión del 8,02%. El documento destaca que, en orden descendente, los barrios de Córdoba que sufren una mayor presión turística residencial son los de Mezquita-Catedral (24,20%), San Basilio (20,76%), San Francisco-Ribera (20,45%), San Pedro (17,84%), El Salvador-La Compañía (17,43%), La Trinidad (12,34%), Campo de la Verdad-Miraflores (11,87%), Santa Marina (11,66%), San Miguel-Capuchinos (10,01%), Santiago (9,79%), San Andrés-San Pablo (8,51%), La Magdalena (7,49%), Huerta del Rey-Vallellano (7,09%), Centro Comercial (6,59%), San Lorenzo (5,64%), Fray Albino (3,34%), Huerta de la Reina (3%), Cercadilla-Medina Azahara (2,78%), Ciudad Jardín (2,39%) y El Brillante (2,10%).
El alcalde de la ciudad explicó entonces que esta es una "materia que necesita una regulación" porque hay que "asegurar una convivencia en algunos barrios y distritos entre el uso vecinal y el uso turístico". Al respecto, apuntó que en algunas zonas "podríamos tener un efecto escaparate donde solo quedaran viviendas de uso turístico, establecimientos hoteleros o, restaurantes".
Un momento para mirar al futuro
En declaraciones a este periódico, el alcalde defiende que el 30 aniversario del Casco Histórico "es el momento para mirar al futuro y aplicar nuevas medidas que sirvan para construir un Casco vivo y que avance con criterios de sostenibilidad. Uno de los ejes será, como se ha llevado a cabo estos días, la limitación de vivienda turística y la potenciación de espacio con la creación de vivienda protegida en el entorno", subraya.
Bellido añade que otro eje será el de desarrollo medioambiental del Casco Histórico, "uno de los grandes objetivos de los próximos años, aunque es difícil, pues habrá que detectar la zona donde se pueden desarrollar nuevos espacios verdes a través del proyecto isla que se presentó hace unos días y también la creación de nuevos espacios que ya está determinado, como es la zona de desarrollo verde que hay en el entorno de la antigua biblioteca".
El regidor insiste en que, además, junto con el desarrollo del interior, hay que seguir trabajando en mejorar la zona del río Guadalquivir y abrir también el debate del uso de nuevos materiales en el Casco para evitar el efecto isla de calor. "Otro elemento que es fundamental y en el que hay que seguir trabajando de manera permanente es en la propia preservación y conservación de todos los bienes declarados como bienes protegidos que existen en el perímetro de Casco Histórico e intensificar esa protección en la zona", sostiene.
Treinta años de Patrimonio de la Humanidad han proporcionado una marca, una estupenda tarjeta de presentación, según el consenso básico de todo el sector turístico. Todos los informes que en esta actividad se han hecho apuestan por aprovechar ese elemento diferenciador y hacer dinero de él. El problema es que las buenas palabras nunca han generado dinero. Los alcaldes Patrimonio de la Humanidad han negociado prácticamente con todos los gobiernos medidas específicas para los vecinos, que redundasen en la mejora de su calidad de vida. Salvo alguna exención tributaria, generalmente de impuestos municipales (los monumentos catalogados no pagan IBI), poco se ha conseguido.
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