La Gloria de San Agustín

Noches de manguera

  • Pues eso, vamos a llenar las urnas de votos, hasta arriba

Una persona pasa por detrás de una de las fuentes del Plan Renfe.

Una persona pasa por detrás de una de las fuentes del Plan Renfe. / Miguel Ángel Salas

Como no podía ser de otro modo, ya he estrenado la azotea como dormitorio, que anda que no he dormido yo bien mirando las estrellas, y la mar de fresquito, que cuando ha hecho falta me he pegado un manguerazo y me he quedado nuevo. Y es que hemos tenido unos días gordos de calor, pero de los muy gordos, y eso que el verano todavía no ha llegado, que dicen que llega mañana o pasado.

Desde el jueves la cosa ha estado más controlada, que ha hecho calor, pero llevable, ya saben ustedes. Un sueco se derrite con eso, pero nosotros hasta los 35 o así los llevamos bien, a partir de ahí es cuando la cosa se complica y no se puede estar. Yo creo que es el año que antes me he subido a la azotea, y poco faltó para que lo hiciera en mayo, que es algo que nunca he hecho.

A este paso no descarto hacerlo más pronto que tarde, al paso que vamos, porque ya es evidente que nadie puede negar que la cosa está cambiando y que cada vez las estaciones están más revueltas. Lo de subirme a dormir a la azotea lo hago desde niño, que es una cosa que he aprendido de mi padre. Muy nene, con tres años, y hasta puede que menos, me encantaba subirme con él y acostarme a su lado, en el colchón que tenía preparado en el cuarto de la pila y la plancha, en nuestra antigua casa. Y cuando nos entraba el calor, nos pegábamos un manguerazo, que con suerte nos mantenía fresquitos hasta que nos dormíamos.

Eso sí, mi padre se metía unos atracones de tabaco en esas noches que no se pueden imaginar ustedes, una cosa mala. No paraba, uno detrás de otro, como si alguien le fuera a quitar los cigarrillos. Por eso, cada vez que vuelvo a subir a la azotea a dormir, hasta creo oler a tabaco, y es que como funciona la memoria no hay quien lo comprenda.

Por mucho o mucha calor que haga, lo que no puede dejar nadie de hacer es lo de ir a votar, que es más importante de lo que nos imaginamos, en todas las elecciones, y en esta especialmente. Porque si yo o o usted no vamos a votar, lo hacen otros por nosotros y a lo mejor votan a partidos que usted y a mí no nos gustan, o no nos interesan.

En fin, que yo no me he perdido todavía unas elecciones, a todas, pero a todas, he ido a votar, y con ganas, que si nos preguntan lo mínimo que tenemos que hacer es responder.

Y es que eso son las elecciones en una Democracia, responder a lo que han hecho los que nos mandan durante este tiempo. Por eso yo animo a todo el mundo a que ponga su papeleta en la urna, porque mientras más votemos más justo será el resultado que salga. Pues eso, vamos a llenar las urnas de votos, hasta arriba, que ojalá todos salgamos contentos de estas elecciones, o poco disgustados, al menos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios