Sanidad

Manuel Santos, trasplantado de corazón en Córdoba: "Vives con la espada de Damocles hasta que te llaman"

Manuel Santos, durante la entrevista concedida a El Día.

Manuel Santos, durante la entrevista concedida a El Día. / Juan Ayala

Manuel Santos celebra dos cumpleaños desde hace casi dos lustros. El 11 de agosto, el día que llegó al mundo en 1974, y el 7 de noviembre de 2014, el día en que recibió un corazón nuevo.

El  cordobés Manuel Santos es uno de los pacientes del Hospital Reina Sofía trasplantado de corazón -la operación fue hace ahora nueve años- y, bien sabe, qué es vivir esperando la llegada de este órgano vital, que finalmente llegó. Durante ese de tiempo de espera "vives tratando de llevarlo bien, pero también vives con la espada de Damocles", reconoce.

Estos días ha participado de manera activa en la Semana del Donante del Reina Sofía, que ha tenido una más que intensa programación sanitaria y también social. Desde 2014, el complejo sanitario ha llevado a cabo un total de 173 trasplantes de corazón, de los que 141 han sido de adultos, como el de Manuel, y 32 infantiles.

Este cordobés actualmente es el vicepresidente de la Asociación de Trasplantados de Córdoba y, es evidente, que es un firme defensor de la donación de órganos "para concienciar a la sociedad". "Gracias a las donaciones la gente sigue vive", subraya. Como ejemplo, expone su propio caso porque el donante de su corazón permitió "salvar tres vidas", incluida la suya.

Un accidente, el detonante

Antes del trasplante de corazón que le ha permitido seguir viviendo, hacía una vida normal: trabajo, deporte, familia… Pero todo llegó, casi por "casualidad" y todo "gracias" a un accidente de tráfico que sufrió con apenas 20 años, ahora tiene 48. "Nos atropellaron a varias personas cuando íbamos a hacer deporte en la esquina de casa por un accidente de tráfico y, como consecuencia del impacto se me fastidió el menisco".

Ese fue el primer diagnóstico que recibió en el Hospital San Juan de Dios de Córdoba, pero el equipo médico se dio cuenta de que en su corazón había algo que no funcionaba del todo bien y le recomendaron ir al médico de cabecera. De allí, al Hospital Reina Sofía, donde le descubrieron que tenía una "cardiopatía hipertrófica, que es cuando se ensancha el corazón por dentro", detalla.

Además de intentar entender el diagnóstico, lo que el equipo médico le prohibió -literalmente- fue "hacer deporte". Fue el reconocido doctor Manuel Concha -quien fuera jefe de cirugía cardiovascular del Reina Sofía- quien se hizo cargo de su caso y, ahora pasado los años, recuerda un consejo que le dio. "Manuel si ve vas a coger el autobús y no llegas, espera al siguiente", le aconsejó para evitar que hiciera cualquier esfuerzo físico.

Desde entonces, Manuel se puso en tratamiento, comenzó a trabajar en la administración de una conocida empresa de Córdoba, se casó y tuvo dos hijos, pero el paso del tiempo iba yendo en su contra y en 2008 comenzó a sufrir "ahogos y disneas; tanto que no podía hacer esfuerzos", anota. Es más, esa cardiopatía le impedía jugar con sus hijos e, incluso a caminar… tanto que acabó en una silla de ruedas.

El tiempo seguía pasando en su contra y durante el intervalo de tiempo entre 2008 y 2014, año en el que por fin entró en lista de espera para el trasplante de corazón, tuvo numerosos ingresos hospitalarios, hasta que a finales de agosto de aquel año su nombre quedó registrado.

A la espera de una llamada

Manuel Santos. Manuel Santos.

Manuel Santos. / Juan Ayala

Desde aquel mes de plena canícula en Córdoba hasta el 7 de noviembre, su vida transcurrió pegado al teléfono y pendiente de esa llamada que le salvaría la vida. Una situación en la que se encuentran todas aquellas personas que están en la misma lista.

La espera no duró más de cuatro meses, aunque según confiesa, se trata de un tiempo en el que vives con "la espada de Damocles". Pero la llamada llegó a final, aunque no fue una, sino dos. El primer aviso que recibió no salió adelante, pero en la tarde del 7 de noviembre de 2014, el teléfono sonó. Había un corazón para él en el Reina Sofía gracias a su grupo sanguíneo. "Era un viernes por la tarde y estábamos en el Decathlon. Me dijeron fuera para el hospital y nos fuimos", resume.

Y hasta el Reina Sofía se fue sin dilación alguna. La operación comenzó a las 21:00 y se prolongó hasta las 05:00. Unas horas bajo los efectos de la anestesia, mientras un nutrido grupo de profesionales sanitarios llevaban a cabo esta compleja operación.

Pero, ¿recuerda cómo despertó después de la anestesia? Pues Manuel sí se acuerda aún. "Estaba muy agitado y, por eso me sedaron, hasta que volví a despertar por la tarde", rememora.

Los tres primeros días después de la operación los pasó en la Unidad de Cuidados Intensivos del centro médico y, posteriormente pasó a una planta, donde permaneció aislado durante el periodo de un mes, en el que permaneció controlado y estuvo atendido en todo momento por el equipo médico y de enfermería.

Y, desde entonces, el tiempo volvió a pasar, pero para bien, aunque Manuel reconoce que la recuperación fue "dura" y también confiesa que "no hay color con la vida de antes". Pero lo importante es que está vivo y con ganas de vivir.

La visión médica

Quien bien conoce la historia clínica de Manuel es su cardiólogo en el Reina Sofía, Amador López, quien no duda en asegurar que la de este cordobés era una "cardiopatía que no es tan frecuente". Tras una serie de pruebas preceptivas, "los resultados arrojaron que necesitaba el trasplante", que posteriormente se llevó a cabo con éxito.

El galeno recuerda que Manuel, además de llevar una vida normal, también tiene que seguir un tratamiento de inmunosupresores "de por vida". Y es que, se trata de un procedimiento que han de mantener este tipo de pacientes trasplantados para regular la respuesta inmunológica y, así evitar el rechazo.

Amador López también hace un llamamiento a la donación de órganos y destaca que se trata de una acción que en Córdoba se responde con tenacidad. A su juicio, aquí "se ha ido tomando conciencia y se consigue que las familias donen, aunque es un momento muy difícil".

Sin duda, con su relato, Manuel Santos demuestra la importancia y la necesidad de que la donación de órganos no se pare nunca para que la vida siga latiendo.

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