Manuel Cascos | Presidente del Sindicato de Enfermería Satse

"No entiendo a los profesionales sanitarios que se han parapetado detrás de un teléfono en la pandemia"

  • Acaba de ser reelegido al frente de la organización sindical, desde la que quiere lograr un reconocimiento laboral y retributivo para las enfermeras, el "motor" del sistema sanitario

Manuel Cascos, en la puerta de la sede de Satse en Córdoba.

Manuel Cascos, en la puerta de la sede de Satse en Córdoba. / Miguel Ángel Salas

El cordobés Manuel Cascos (Belalcázar, 1958) acaba de ser reelegido presidente nacional del Sindicato de Enfermería Satse, un cargo en el que ya lleva cuatro años peleando para conseguir mejores condiciones y el reconocimiento de las enfermeras, matronas y fisioterapeutas. Cascos estuvo más de 20 años al frente de la organización en Córdoba, hasta que en 2017 dio el salto a nivel nacional, una etapa que ha estado marcada por la pandemia del covid-19.

–¿Cómo ha vivido el último año y medio, desde que empezó la pandemia?

–Ha sido un tiempo complicado y cargado de sufrimiento, presión y tensión asistencial. Los profesionales han sufrido mucho porque ellos quieren dar calidad y seguridad en la atención a los pacientes, y la pandemia nos ha sobrepasado a todos. Al principio, intentaban hacer su trabajo lo mejor posible y sin medidas de seguridad, protegiéndose incluso con bolsas de basura. Doce compañeros han fallecido durante la pandemia ayudando a las personas con problemas de salud. Por lo tanto, ha sido un año cargado de dolor. No podemos olvidar que las enfermeras son las profesionales cualificadas que permanecen las 24 horas al lado del paciente y en este tiempo han estado con demasiada frecuencia en contacto con el dolor y con la muerte.

–¿Cuál ha sido el peor momento que ha vivido usted?

–La explosión de la pandemia. Creo que las autoridades sanitarias y las administraciones en general han tenido dificultades. Entiendo que cuando hay una cuestión sobrevenida desborda a todo el mundo, pero creo que ha habido muchos errores y demasiada improvisación. Se podían haber hecho las cosas de otra manera. Si a la falta de medidas de seguridad para los profesionales le sumamos el déficit estructural histórico de falta de enfermeras en los centros sanitarios, es la tormenta perfecta para una crisis sanitaria tremendamente complicada.

"Las enfermeras han estado con demasiada frecuencia en contacto con el dolor y con la muerte"

–¿Cómo sintió esa falta de medidas de seguridad que sufrían sus compañeras y la primera muerte de un enfermero en España?

–Con dolor e impotencia porque queríamos ayudar más de lo que podíamos. Las medidas de protección eran insuficientes, los hospitales y la Atención Primaria estaban colapsados y en las residencias morían muchísimas personas. La verdad es que cuando esto ocurre, desborda a todo el mundo. Nosotros como organización sindical tenemos el deber de proteger a nuestros compañeros y nos veíamos impotentes. Desde el sindicato hemos asumido nuestra responsabilidad con toda la fortaleza posible y hemos acudido a todas las instancias nacionales y europeas pidiendo que se depuraran responsabilidades. También hemos exigido que, después de lo que ha pasado, hay que intentar prevenir porque los expertos dicen que habrá más pandemias. Por tanto, debemos aprender la lección y que nuestro sistema sanitario en su conjunto salga fortalecido y no debilitado como sigue a día de hoy, con unos profesionales agotados y que necesitan reconocimiento. A fecha de hoy son muy escasos los estímulos profesionales y retributivos que han tenido. Creo que merecen una compensación y reconocimiento expreso de las instituciones más allá de los gestos y aplausos en los balcones.

Manuel Cascos, en la sede de Satse en Córdoba. Manuel Cascos, en la sede de Satse en Córdoba.

Manuel Cascos, en la sede de Satse en Córdoba. / Miguel Ángel Salas

–¿Qué balance hace de su primera etapa en la presidencia de Satse más allá del covid?

–Una valoración positiva, sobre todo porque cuando accedí a la presidencia me encontré a una organización cohesionada, fortalecida, potente, altamente responsable y con una lealtad inquebrantable al sistema sanitario y a los profesionales. Los dos primeros años hemos sido capaces de abrir espacios para resolver la Ley de seguridad del paciente con nuestra proposición de ley en el Congreso. También hemos abierto espacios para que haya una jubilación voluntaria y anticipada porque las enfermeras son profesionales que están en permanente contacto con productos tóxicos, con riesgo biológico, alterando su ciclo natural de descanso y alimentación por sus turnos, soportando mucho estrés, con riesgos psicosociales... También trabajamos por la enfermería escolar para que la comunidad educativa tenga mayor seguridad en los centros escolares. Por tanto, estos cuatro años han sido una experiencia tremendamente positiva en clave interna. Ahora confiamos en que los 147.000 millones de euros que van a venir a España de fondos europeos vayan destinados a fortalecer el sistema sanitario, pero también a reconfortar a los profesionales, que están laboralmente maltratados. Me parece una falta de respeto a la dignidad laboral la situación en la que están las enfermeras. Una profesional que termina su grado de Enfermería y es contratada tiene un salario de 1.200 o 1.300 euros de media. No es razonable que por ese salario tenga que asumir la responsabilidad, las competencias y enorme carga de trabajo que tienen en los centros sanitarios.

–¿Con qué muros se ha encontrado en este tiempo?

–La Administración sanitaria siempre dificulta las cosas, en ocasiones cuando lo que se plantea tiene coste. Pero tienen que ser conscientes de que una sanidad pública universal y gratuita como en su día se decidió, cosa que compartimos desde Satse, cuesta dinero. No se puede mantener la seguridad del paciente con 5,3 enfermeras por 1.000 habitantes cuando la media europea es casi de nueve. Se invierte en el sistema sanitario en torno al 6% del PIB cuando la media en Europa está en torno al 10%. Si no disponemos de los recursos suficientes, difícilmente podamos avanzar.

"La Administración sanitaria siempre dificulta las cosas cuando lo que se plantea tiene coste"

–Tal y como está la situación, ¿qué objetivo primordial se plantea?

–En el congreso estatal celebrado en junio abordamos algunos objetivos claros. Entendemos que ha llegado el momento de la reconstrucción profesional, del reconocimiento laboral y retributivo y de propiciar el desarrollo profesional. De alguna manera, es prioridad recuperar ese 30% de poder adquisitivo que se le arrebató a los profesionales de su salario desde 2010. También es una prioridad acabar con la eventualidad porque no es razonable que haya centros con entre un 40% y un 60% de eventuales. También lucharemos por la jubilación anticipada y voluntaria y entendemos que es necesario no ser del grupo A2 en la clasificación profesional, sino del grupo A porque somos un grado. Eso nos está coartando e impidiendo el desarrollo profesional en aspectos como la dirección y la gestión. Por otro lado, estamos ilusionados con el tema de la enfermera escolar.

–Cuando estaba en Córdoba batallaba mucho a pie de calle y en la puerta de los centros de salud. ¿Cómo ha sido el cambio al llegar a la presidencia del sindicato, hay que ser más diplomático?

–Prefiero cambiar diplomacia por ser respetuoso. Es decir, somos respetuosos en el conjunto de nuestra organización en las mesas de negociación, en las relaciones que mantenemos con la Administración en los distintos niveles, pero tenemos que tener claro que nunca vamos a ser pasivos en aquellas cosas que no nos gusten, que hay que cambiar o mejorar. Y la contundencia y la firmeza es marca de la casa Satse. Cuando las cosas no se dilucidan en las mesas de negociación, tenemos el escenario público y tocamos todos los resortes de trabajo y acción sindical necesarios. Tenemos claro cual es nuestro espacio. En Satse no tenemos subvenciones ni hipotecas políticas o económicas.

Manuel Cascos, durante la entrevista. Manuel Cascos, durante la entrevista.

Manuel Cascos, durante la entrevista. / Miguel Ángel Salas

–¿Echa de menos la provincia de Córdoba?

–Echo de menos a los compañeros de Córdoba. No pierdo el contacto y cada vez que puedo me mezclo con ellos, lo que además agradezco porque sirve de retroalimentación. No solo con los compañeros de Córdoba, sino con los de cualquier provincia, mi responsabilidad es ayudar y proponer cosas. Esa es mi forma de trabajar y a fecha de hoy no nos podemos quejar. Las elecciones sindicales celebradas en 2017, 2018 y 2019 nos han dado el respaldo y hemos crecido. También ha habido más afiliación, incluso en periodo de pandemia.

–¿Sigue informado de lo que pasa aquí?

–No dejo de estar al tanto de las cosas que pasan en Córdoba y en cualquier provincia. Esa es mi obligación.

–Las enfermeras han adquirido un gran protagonismo durante la pandemia...

–La pandemia nos ha mostrado cosas buenas, menos buenas y malas. Yo no puedo entender que en una situación de pandemia y después de 18 meses de crisis sanitaria algunos profesionales se parapetaran, y aún siguen en la mayoría del estado, detrás de una puerta cerrada y un teléfono. A los pacientes no se les puede atender y cuidar de esa manera. En ese sentido, tengo que decir que las enfermeras, matronas y fisioterapeutas de todo el país no han dejado de hacer su trabajo de siempre; es decir, han estado en los domicilios y han atendido en los centros de salud. En otras profesiones no ha sido así, por tanto tengo claro que el sostén del sistema sanitario, como ya venía siendo antes de la crisis, han sido las enfermeras y fisioterapuetas. Al principio, protegidas con bolsas de basura, atendían a las personas covid y no covid. Después fueron determinantes para hacer un seguimiento a posibles infectados por covid y luego para hacer las pruebas diagnósticas. Por último, se han echado sobre sus espaldas la responsabilidad de vacunar a 47 millones de personas. Por tanto, nadie puede poner en duda el compromiso social de las enfermeras con todos los ciudadanos. Por eso creo que es importante que la Administración sanitaria de una vez tenga claro que el motor y la cara del sistema sanitario son las enfermeras. Eso debe ser reconocido, que a fecha de hoy yo no lo visualizo, al menos con la potencia que debería de tener.

El presidente de Satse, Manuel Cascos. El presidente de Satse, Manuel Cascos.

El presidente de Satse, Manuel Cascos. / Miguel Ángel Salas

–¿Qué posibilidades tienen hoy en día los estudiantes que salen de las facultades de Enfermería?

–Las condiciones laborales y retributivas son precarias, al igual que las condiciones de dotación de profesionales. Sí es verdad que, en ese panorama de precariedad laboral casi absoluta en la que desarrollan su trabajo, en estos momentos podemos decir que hay una mayor contratación. Es decir, se ha incrementado sustancialmente la contratación de las enfermeras y enfermeros del país. Confío en que conforme la crisis sanitaria vaya aminorando, la Administración sanitaria no se desprenda de esos profesionales porque siguen siendo necesarios. Hay un déficit estructural tremendo en la sanidad pública y no se puede seguir así. Más allá de una reivindicación laboral, que sería legítima y justa, se está poniendo en juego la seguridad del paciente. Hay cientos de estudios científicos que acreditan que cuando el número de pacientes por enfermera sobrepasa los límites de seguridad, mueren más personas y hay más situaciones de morbilidad en los centros sanitarios. No olvidemos otra cuestion; si el número máximo de enfermos por enfermera es el razonable, por cada euro que se inverte se recuperan 1,9 euros. Eso es importante tenerlo en cuenta ya que se trata de una inversión. Oigo de vez en cuando a los representantes políticos decir que la sanidad pública no es un coste, sino una inversión, pero cuando llega el momento de hacerlo realidad se olvidan de ese compromiso público que adquieren. En mi opinión, las cuestiones económicas priman en exceso sobre las de seguridad y calidad asistencial. Hay otra particularidad: cada año nos gastamos 5.000 millones en efectos adversos que se podían haber evitado, en reintervenciones y en situaciones de estancias hospitalarias inadecuadas.

–Se habla mucho de la fuga de médicos a otros países, ¿pero cómo está la situación en la Enfermería?

–Hay 8.000 enfermeras que trabajan fuera de España. En su día se fueron porque en nuestro país no había expectativas, había mucha precariedad y una eventualidad tremenda. Se iban a miles de kilómetros de sus seres queridos buscando una posibilidad de trabajo. Nosotros hemos presentado al Ministerio de Sanidad y a las comunidades autónomas un plan de retorno-estabilidad en el que le venimos a decir que no solamente tenemos que poner en marcha mecanismos para recuperar a estas 8.000 enfermeras que están fuera de nuestro país, sino que hay que dar estabilidad a las que tenemos, de tal manera que no tengan que salir fuera. El plan está presentado y hay que ponerlo en marcha, sino seguiremos teniendo fuga de talentos. Invertimos en formarlos y se los rifan en Europa porque son profesionales excepcionalmente capacitados, con unas competencias brutales. Eso no es razonable.

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