Historia

Sin calle, ni instituto: la misión de recuperar a Manuel Álvarez Ortega, el "olvidado" poeta cordobés nominado al Nobel

Manuel Álvarez Ortega.

Manuel Álvarez Ortega. / El Día

No aparece ninguna calle “Manuel Álvarez Ortega” en Google Maps. El único cordobés nominado al premio Nobel de Literatura -en 2001 por la Universidad de St. Gallen (Suiza) y en 2003 por el Círculo de Bellas Artes de Madrid- no se ha abierto hueco en el callejero, que es el más clásico reconocimiento en este país a una persona distinguida, sobre todo a título póstumo. Tampoco hay ningún instituto, biblioteca o centro cultural que lleve su nombre, diez años después de su muerte.

“Es un poeta desconocido”, coinciden en apellidarlo diversas fuentes del ámbito cultural de la ciudad. “Olvidado”, matizan otros. “Quizás porque pasó la mayor parte de su trayectoria literaria fuera de Córdoba”, intentan explicar algunos. Es posible que tampoco le acompañara su fama de hombre “recogido”, “introspectivo”, “selectivo con su círculo más cercano”. Sin embargo, el poeta sí quiso grabar a fuego su vinculación a Córdoba: “Antes de morir dejó bien clara su voluntad de que todo su patrimonio fuera donado a la ciudad de Córdoba y que se abriera una fundación”, explica a este periódico quien ha llevado la antorcha de su legado desde entonces y es presidente de la Fundación Manuel Álvarez Ortega, Juan Pastor. 

Manuel Álvarez Ortega (Córdoba, 1923-Madrid, 2014) nació en la calle Santa Victoria, número 4, y fue bautizado en la Iglesia del Salvador y Santo Domingo de Silos. Fue veterinario de carrera y de oposición, plaza que dejó en 1972 para dedicarse por entero a la literatura. En su contador ya acumulaba entonces con dos accésit del premio Adonáis (1953 y 1964). A lo largo del siglo XX, Álvarez Ortega se convirtió en un escritor y traductor de prestigio, “más reconocido fuera de España que dentro”, y famoso por haber introducido la poesía francesa contemporánea que le valió el Premio Nacional de Traducción.

Pasó la mayor parte de su vida en Madrid, rodeado de amigos como Francisco Umbral en tertulias del café Gijón donde sí tiene una placa conmemorativa. Envejeció alejado de los círculos literarios y fuera del foco mediático. Murió en su casa, en solitario, en junio de 2014 y está enterrado en el cementerio de La Almudena de la capital de España. Siete años antes (2007) recibió la Medalla de Oro de la Junta de Andalucía.

"Nunca dijo expresamente que le hiciera especial ilusión una calle con su nombre", responde Pastor, "aunque no quiere decir que no se la merezca ni que la hubiera rechazado". De hecho, su hermano, el pintor Rafael Álvarez Ortega, sí la tiene. "Es cierto que resulta extraño", asegura Pastor que le repiten cuando sale la conversación. En realidad, nunca ha surgido una iniciativa popular para ello, ni una propuesta firme por parte de la fundación o por parte del ayuntamiento, confirman desde ambas instituciones. Aunque, igual que con la idea de dar nombre a un instituto -ésta sí era una ilusión personal del poeta-, "no sé hasta qué punto nos corresponde a nosotros eso", resuelve Pastor.  

En 2013, cuando Manuel Álvarez Ortega ya intuía su propia muerte, encomendó a Juan Pastor, albacea en la última etapa del poeta, la misión de dejar atada toda su obra a Córdoba bajo una condición: "para la ciudad, no para los políticos". A partir de ahí, Pastor se reunió en el Ayuntamiento con el entonces concejal de Cultura, Juan Miguel Moreno Calderón, para sentar las líneas de colaboración con una fundación que aún tendría que constituirse. "Se ofreció la posibilidad de ceder la casa Góngora"; "se barajó la idea de poner una placa en la calle donde nació", reconstruyen aquellas conversaciones ambos implicados.

Sin embargo, los planes para recuperar a Manuel Álvarez Ortega, de la mano del Ayuntamiento, se vieron truncados con las elecciones municipales de 2015 y el cambio de gobierno del PP a la coalición de PSOE-IU. "En Capitulares no volvieron a recibir a la fundación después de Moreno Calderón", aseguran a este periódico fuentes cercanas a lo sucedido.

Nueva etapa

Desde la creación de la Fundación, en noviembre de 2015, su principal apoyo en la ciudad ha sido la Universidad de Córdoba, que acogió sus fondos bibliográficos y que ha prestado espacios para sus actividades. También tienen un convenio de colaboración firmado con la Diputación, renovado en 2023, y esperan firmar otro próximamente con el Ayuntamiento.

Puerta de la sede de la Fundación Manuel Álvarez Ortega en la calle Valladares de Córdoba. Puerta de la sede de la Fundación Manuel Álvarez Ortega en la calle Valladares de Córdoba.

Puerta de la sede de la Fundación Manuel Álvarez Ortega en la calle Valladares de Córdoba. / Juan Ayala

Ha costado aterrizar y ha costado arrancar en un ecosistema saturado de fundaciones y asociaciones culturales, y a caballo entre Madrid y Córdoba, aunque Pastor defiende la "labor de visibilización" hecha también, desarrollando programas educativos para darlo a conocer en institutos, e investigaciones y tesis doctorales sobre su obra, que llama especialmente la atención en Europa.  

"Han sido años de mucho lío", resume Pastor la primera década de una fundación que es totalmente privada, sustentada únicamente con el dinero que Manuel Álvarez Ortega dejó en herencia, y la dedicación de sus amigos y familiares. "Es mucho más difícil que una fundación que nace con un respaldo económico e institucional detrás", valoran desde el ámbito cultural. Pero se augura una nueva etapa, mucho más fructífera para la fundación.

Coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte del poeta y la dilatada celebración del centenario de su nacimiento, que acaba de concluir en Córdoba tras dos años por Europa, la Fundación Manuel Álvarez Ortega se prepara para dar su paso más importante en la ciudad, con el que se espera que el poeta comience a transitar desde el "injusto olvido" al "merecido reconocimiento" en su tierra natal: próximamente abrirá su sede en la calle Valladares, 16. "Es una inversión para decir, estamos aquí".  

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