Fiestas populares · Los cordobeses acuden en masa al Paseo de la Victoria

Lluvia de flores para abrir Mayo

  • Varios miles de personas asisten al tradicional lanzamiento de claveles desde las 17 carrozas que montan las peñas de la capital · Unos 200 actos se celebrarán hasta el final de la Feria de la Salud

Justo a las 12:00 estalla el primer cohete. Su estruendo es de tal calibre que alcanza a todos los puntos de la ciudad -por recónditos que puedan parecer- en medio de una de esas apacibles mañanas de domingo en las que no cuesta trabajo salir a la calle. Como un repique de campanas para llamar a la feligresía, este disparo al aire supone mucho más que el arranque de la Batalla de las Flores, una cita que se diluye en un ajetreado calendario con alrededor de 200 actos que se reparten entre abril, mayo y junio. Este toque de pólvora representa, sin más, la celebración de la víspera del Mayo Cordobés, un periodo en el que la ciudad se viste de gala para recibir a muchos miles de turistas que viajan a Córdoba atraidos por el encanto de las Cruces, la singularidad y la tradición que emanan de los Patios o la diversión de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, un colofón que se desarrollará entre los próximos 24 de mayo y el 1 de junio próximos.

El termómetro, en una mañana absolutamente primaveral, oscila entre los 28 y los 31 grados y los rayos de sol han barrido cualquier conato de nubarrón que pudiera aparecer por La Victoria para ensombrecer la jornada. Hace calor, tal vez de principio de verano, pero las ráfagas de aire todavía frescas sirven de alivia para los miles de cordobeses que han acudido a la fiesta y los centenares de peñistas que participan en la jornada puente entre las romerías de Santo Domingo y la de la Virgen de Linares.

Tan sólo unos minutos después de que el reloj marcara el mediodía, los todoterrenos que tiran de las 17 carrozas arrancan los motores y, como si de un velódromo se tratara, se disponen a recorrer varias veces el Paseo de la Victoria. "Es la guerra", dice una de las romeras al lanzar el primer clavel al aire. "Pero una guerra de flores", le responde una de las mujeres que la acompañan en la carroza. Efectivamente, como en toda contienda, se producen miles de disparos cruzados, pero éstos son con coloridos y perfumados claveles que parten de sus manos en lugar de ser proyectiles lanzados desde cañones.

La fiesta es total en La Victoria y buena parte de la culpa del éxito la tiene la meteorología. Son muchos los detalles que se suceden en este cortejo que abren los pasodobles y las melodías cordobesas -Cordobesita y Caminito de Santo Domingo, entre otras- interpretadas por los integrantes de la Banda del Cristo del Amor. Dejando a un lado las referencias al Puerto de la Salve o al santuario de Scala Coeli, enclaves de fuerte arraigo en las romerías cordobesas, el colorido y la filigrana adquieren un fuerte protagonismo en el segundo envite del año de las carrozas que montan las peñas para los primeros lances del Mayo Festivo.

Tras los músicos de la corporación de El Cerro marcha el vehículo de la Federación de Peñas Cordobesas, el colectivo organizador de esta fiesta. A falta de su presidente, Francisco Castillero -que está en el palco junto a las autoridades municipales-, un directivo con traje oscuro y sombrero cordobés lanza los primeros claveles y, con un gesto, agradece la multitudinaria acogida que tiene la Batalla de las Flores. Pero por detrás del vehículo de la Federación los detalles se multiplican. Hay desde abanicos y peinetas gigantes a reproducciones a escala de iconos tan cordobeses como la Torre de la Catedral o los arcos de la Mezquita, un recurso artístico que no suele faltar cada año en alguna de las carrozas que se suman a esta pacífica batalla de flores.

A cada uno, sin embargo, le llama la atención un detalle diferente. Así, los niños se detienen en el colorido de determinadas carrozas. Les sorprende la que se cobija bajo una enorme cortina de flores de tonos rosas con ribetes florales de color lila. En este caso concreto se combina el rosa y lila mayoritarios con los claveles que nacen en los capiteles de las columnas que soportan la colorida cubierta de la carroza. El "mira, mamá" se repite una y otra vez por todos lados y no son pocos los que, como si de una Cabalgata de Reyes se tratara, se esfuerzan en llenar una bolsa, en este caso de flores en lugar de caramelos. Tal vez sea un regalo anticipado para el Día de la Madre, que se celebrará el próximo domingo.

La réplica a escala de la Torre de la Catedral es un elemento que se repite en dos carrozas diferentes, un icono que no pasa inadvertido para dos de los miles de ciudadanos desplazados a este céntrico enclave de la capital. La torre está situada en una de ellas bajo un arco de herradura de colores rojo y blanco, un elemento muy utilizado en el arte hispano-musulmán. En el segundo caso, la torre está fabricada con flores sintéticas de tonos marrones en lugar de polyspan. Todo vale en una fiesta que se presta mucho a la imaginación de quienes la hacen posible.

Tampoco falta la carroza ruidosa, es decir, la que sobresale por el jaleo de sus integrantes, que no paran de gritar "somos los mejores". En ésta, además, convergen diversos elementos típicamente locales, como un gigante sombrero cordobés negro, la reproducción a pequeña escala del reloj de la plaza de las Tendillas, carteles de toros, parejas de banderillas de gran tamaño, un letrero en el que se puede leer "Sol" -en clara alusión al tendido de la plaza de Los Califas- y una enorme peineta situada en la parte trasera de esta peculiar carroza.

También se vieron recreaciones de casas andaluzas, con una pared encalada con claveles blancos, y patios cordobeses levantados sobre una carroza. Son el color y el aroma de una fiesta que va madurando con el paso de los años y que cada vez recibe un mayor número de visitantes.

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