42 Festival de la Guitarra

Coti invita a Córdoba a una borrachera de rock del bueno

Coti en concierto en Córdoba.

Coti en concierto en Córdoba. / Juan Ayala

Un concierto de Coti es algo así como una bendita borrachera de rock del bueno para quien lo vive. "El rock no va a morir nunca, es una cultura, una manera de ver la vida", le comentaba hace unos días el rosarino a María José S. Guardiola en una entrevista previa a su actuación en la 42 edición del Festival de la Guitarra de Córdoba publicada en este periódico. Coti Sorokin (1973, Rosario, Argentina), toda una institución musical en su país, tiene en su haber ser el compositor y autor de verdaderas joyas del rock en español que nunca faltan en sus conciertos, como en el del Gran Teatro. 

Un concierto que comienza con un cocktail guitarrero, el que introduce la sublime Tu gloria (del álbum Qué esperas, de 2015). Inicio perfecto que continúa con el clásico Antes de ver el sol, de Coti (su álbum de debut como solista, en 2002); y Tanta magia (de Malditas Canciones, de 2009).

"Estamos muy felices de estar en este teatro tan divino y tan hermoso, en el marco de este festival tan prestigioso, festival que homenajea a este instrumento que es parte de nuestras vidas, parte de la canción, este instrumento que homenajeamos con cada canción que escribimos y cada vez que nos subimos a un escenario y que es parte de nuestra vida y nuestra alma...", insiste al público mostrando la guitarra acústica con cuya música ha acompañado esos primeros temas, antes de interpretar "una canción que escribí en Majadahonda, Madrid, con Julieta Venegas, una canción que nació de una forma muy graciosa y muy hermosa...". Esa canción es Andar conmigo, "incluida en un disco que yo compuse que que acabó vendiendo tres millones de copias y ganando un Grammy".

Toca "hacer una canción relativamente nueva (de 2020)", La chica de la esquina rosada, "un homenaje a El hombre de la esquina rosada, que era un cuento de Borges". Finaliza el tema y la banda desaparece del escenario, una banda muy joven compuesta por Carlos Bueno, bajo y voz; Nino Bagnoli, batería; Nicolás Nieto, guitarra y voz; Juan Torresi, guitarra y voz; Milena Brody, voz, teclados y viola; Elisa Tejedor, violonchelo; y Raquel Ovejas, violín. "Unos músicos de alma y vida y en los que vibra en sus venas y en su corazón la música; es nuestra misión en el mundo, estar en el escenario y comunicarnos con ustedes a través de la música, dándolo todo, sean dos, cinco, diez, miles o cientos de miles los que estén escuchándonos", destaca al público.

Coti se queda solo en el escenario y explica al público que va a interpretar una canción "que resulta que mi hija pequeña [Leyre] no sabía que su papá la había compuesto; se la enseñaron en el colegio y una vez que íbamos en el coche ella iba cantándola, algo que me llamó mucho la atención, le dije que esa canción la había escrito yo y no se lo creía". El rosarino explica al respetable que el hermano mayor de Leyre, Iván, también forma parte de esa banda "de músicos de alma y vida" que le acompaña en el Gran Teatro. Iván toca en el concierto los teclados y la guitarra, además de encargarse también de los coros. "El hermano mayor de mi hija menor", puntualiza.

"¿Saben? yo tuve un par de mellizos", comenta refiriéndose a que Leyre es melliza de Dylan -nacidos en 2004- e Iván, de Maia -nacidos en 1995-, además de recordar que "cuando yo era un chaval, con veintitantos años, en Buenos Aires, con mucha hambre, no sabía de qué iba a vivir y de qué iba a mantener a mi familia, y lo único que sabia era hacer era canciones, siempre con mi guitarra a cuestas, empecé a escribir canciones para distintos proyectos". Una de esas canciones es la que su hija cantó aquel día en el coche y que no se creía que fuera de su papá: Color esperanza, que hiciera popular Diego Torres.

Concluye Color esperanza y al más puro estilo de Bob Dylan empieza a soplar su armónica para interpretar "una canción que yo amo mucho, una de las primeras canciones que grabé como solista y que es una historia de amor y de exilio que tiene que ver mucho con España y con Argentina, hubo mucha gente que marchó de aquí a allí y viceversa durante los periodos de guerras y de dictaduras". Esa canción es Nueces.

Coti y su banda en el Gran Teatro. Coti y su banda en el Gran Teatro.

Coti y su banda en el Gran Teatro. / Juan Ayala

Tras Nueces (de Canciones para llevar, 2005), y ya con el trío de cuerda acompañándolo en el escenario es el turno de Tu nombre (de su LP de 2005, Esta mañana y otros cuentos); tema tras el cual interpreta, también acompañado, además del trío de cuerda, de la guitarra eléctrica de Nico Nieto, No dudes (de Qué esperas, 2015). "¿Están todos bien?", pregunta al público antes de dejar su acústica para dirigirse a los teclados. Vuelve la banda y comienza con los primeros acordes a los teclados de Luz de día (de Lo dije por boca de otros, álbum de 2012 en el que recopila algunas canciones compuestas por él que hicieron famosas otros artistas, como Color esperanza).

La siguiente es Porcelana china, composición de este mismo año, "que estrenamos en Andalucía para todos ustedes", fruto de una colaboración con el grupo de moda en Argentina, Bándalos Chinos. Y vuelta al pasado musical con Días, "que es una historia de presente y de futuro". "Nos queda aún una hora más de concierto", anuncia al público cuando ya el recital lleva algo más de una hora. Y esa hora más comienza con Profundidad (de Qué esperas, 2015), para continuar, al más puro estilo Rolling Stones, con 50 horas (del mismo álbum); llevar al cielo del rock al respetable con Te quise tanto (del LP Lo dije por boca de otros); seguir con otro tema de ese álbum, Lento; y deleitar con Otra vez (de Canciones para llevar).

Los bises comienzan con un duelo de guitarras eléctricas, las de Nico y Juan, en la que el punteo de una la repite la otra para introducir la versión ahora eléctrica de Color esperanza, en la que participa el público con sus coros. "De verdad, muchísimas gracias por estar esta noche acá, en nombre de la banda, en nombre de los músicos, de todo un grupo en el que somos muchas personas las que hemos acudido a este festival hermoso con 42 ediciones ya", relata al público con la música de fondo antes de interpretar esa que va a ser la penúltima canción del show. Cierra el show con, también en esta ocasión en versión eléctrica y más stoniana que nunca, Nada fue un error. "Viva el Festival de la Guitarra, viva la guitarra, viva la música, muchas gracias por estar acá", grita Coti al despedirse saludando al público junto a su banda. Esa despedida es el punto que muchos de los que asistieron a ese concierto desean que sea "y seguido", una especie de hasta luego con el ansia de que el rosarino los invite en otra ocasión no muy lejana a otra borrachera de rock del bueno.

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