Córdoba

El CREA devuelve a su hábitat al 57% de los animales que recepciona en un año

  • El Centro de Recuperación de Especies Amenazadas de Los Villares acoge durante 2016 a 465 ejemplares vivos y consigue rescatar a 267 de ellos

Deshidratación, desnutrición, heridas, fracturas, quemaduras, traumatismos, amputaciones o daños en el plumaje son algunos de los problemas que presentan los animales que llegan al Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) de Los Villares, que el pasado año logró rescatar y reintroducir en su hábitat al 57% de los ejemplares que ingresaron en él. Este centro, perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, recepcionó en 2016 un total de 465 animales vivos, de los que se recuperaron 267 (algunos continúan ingresados). También llegaron 55 muertos para ser examinados y averiguar el motivo. Por especies, más del 91% de los ejemplares que entraron fueron aves, el 7,5% mamíferos y el 1,5% reptiles.

Los agentes de Medio Ambiente son los encargados de llevar a los animales hasta el CREA, donde inicialmente se recepcionan y reconocen para detectar el problema que tienen. Algunos necesitan actuaciones inmediatas, como curas o alimentación forzada debido a las condiciones en las que llegan. La veterinaria del centro, Marisa Fernández, explica que lo primero es estabilizar a los animales y alojarlos en la UVI, donde hay habitáculos individuales. Allí permanecerán todo el tiempo que necesiten cuidados clínicos como vendajes, curas o la recuperación tras una intervención quirúrgica. Principalmente las operaciones suelen realizarse por fracturas debido a atropellos aunque también hay heridas a causa de choques con los tendidos eléctricos.

Esta semana el CREA -cuyo encargado es Miguel Carrasco- acogía en su UVI a una decena de animales de siete especies. Recién llegados están tres polluelos de cárabo, un ave de presa parecida al búho que ya ha colonizado parte de las zonas arboladas de Córdoba capital. Estos tres ejemplares se cayeron del nido y ahora el objetivo de los técnicos es sacarlos adelante.

Otra de las aves que el centro ha recepcionado es un cernícalo común que cayó en una balsa de alpechín. Por suerte, su pronóstico es de fácil recuperación ya que el trabajo se centrará en su lavado hasta que su plumaje quede limpio y pueda volar. También es nuevo paciente un búho real con un traumatismo y úlcera corneal que ya tiene tratamiento y ahora hay que observar cómo reacciona. Por otra parte, convaleciente tras una intervención está un búho campestre que llegó con una fractura de cúbito y radio, probablemente por una colisión.

Aunque casi la totalidad de las especies son aves, también llegan al centro de Los Villares reptiles como galápagos, camaleones, culebras o tortugas; y mamíferos como tejones, erizos, ginetas o murciélagos. Desde su apertura en 1985, en el CREA han ingresado 13.437 animales y el éxito de recuperación es del 53% de media, un porcentaje que el pasado año se elevó hasta el 57%.

Por otra parte, es fundamental en estas instalaciones el trabajo que realizan los operarios, Benito Fernández y Antonio López, que, entre otras cosas, se encargan de preparar el alimento y repartirlo entre los animales. Es la primera tarea que hacen cada día, además de labores de limpieza, el cambio del agua y la revisión del estado de los ejemplares.

Una vez que éstos mejoran, pasan de la UVI a una de las 18 mudas que tiene el centro, unos habitáculos de diferentes tamaños en los que a veces se pueden juntar a varios ejemplares de la misma especie mientras que para los mamíferos hay otro tipo de espacios habilitados para que continúen con su recuperación. Para que tengan la mayor comodidad posible, los animales de más tamaño permanecen el menor tiempo posible en la UVI.

Algunos de los inquilinos que en la actualidad tienen estos recintos son una lechuza común que llegó impregnada en pegamento para ratas o, uno de los más veteranos, un águila calzada que llegó en 2014 con clavos en las patas. La intención es que ésta última algún día se pueda soltar, aclara Benito Fernández. Ésta es la última fase en la que los animales tienen contacto humano directo. En general, durante todo el proceso hay que buscar el bienestar con el mínimo trato posible para que los ejemplares no se acostumbren al hombre y puedan reintroducirse en su hábitat.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las aves durante su ingreso es a la pérdida de musculatura, por lo que necesitan una rehabilitación que se lleva a cabo en los voladeros; el último paso del proceso de rescate que se realiza en el CREA. Dos de las estrellas de estos recintos son una pareja de avutardas que no se pueden reintroducir debido a que llegaron pequeñas al centro y tienen doble impronta; tanto entre ellos como con los humanos. Estas aves están en peligro de extinción, de hecho en Andalucía sólo hay contabilizados unos 350 ejemplares, y en Córdoba hay una población en el Alto Guadiato que llega hasta Belalcázar, mientras que otra población residual se encuentra en Bujalance. Su descendencia en el medio natural es baja y la mortalidad de los polluelos alta. Tanto es así que hay un programa de recuperación de la avutarda que es el que marca las pautas sobre cómo actuar con esta especie. En el caso de las dos del CREA de Los Villares, ya que es imposible su vuelta a la naturaleza podrían ir, por ejemplo, a un centro de cría en cautividad.

Otro de los voladeros de las instalaciones de la Consejería de Medio Ambiente acoge a dos buitres leonados a los que "va a costar recuperar porque tienen problemas de plumaje", señala Benito Fernández, y añade que éste es uno de los principales motivos por los que las aves tardan más en salir adelante.

También hay una representación del ave rapaz más grande de la península Ibérica, el buitre negro, con nueve ejemplares. La Junta entregará siete de ellos a la Vulture Conservation Foundation (VCF) para su reinserción en los Alpes franceses, mientras que otro de ellos es irrecuperable.

Con este tipo de animales (los que no se pueden devolver a su hábitat) se pretende que cumplan alguna función, ya sea reproductiva a través de la cría en cautividad o de educación ambiental.

El residente más veterano de este particular hospital es el lince Coca, que lleva alrededor de diez años en el centro de Los Villares, desde que llegó con su madre (a la que soltaron en Doñana) y su hermana, y que no se puede reintroducir porque es portador de la leucemia felina, una enfermedad vírica que no le afecta pero sí puede contagiar a otros ejemplares. Cada seis meses los técnicos le realizan un chequeo y para ellos "es un éxito que esté aquí después de tantos años", apunta Benito Fernández. Las decisiones sobre esta especie se toman desde el programa de reintroducción del lince ibérico, que marca las pautas para la liberación y cría en cautividad. La norma dicta que "es más importante la especie que el ejemplar", puntualiza Marisa Fernández.

Gracias a la experiencia diaria, el CREA recoge datos muy valiosos para la recuperación y gestión de los animales que están en vida salvaje. Su mayor actividad se concentra entre los meses de marzo y abril hasta verano, en la época de cría, ya que muchos pollos se caen de los nidos. La veterinaria del centro destaca que "todo no se puede recibir, sólo las especies protegidas" y además "se da prioridad a los que tienen mayor grado de amenaza".

La Consejería de Medio Ambiente cuenta con ocho Centros de Recuperación de Especies Amenazadas en toda la comunidad autónoma. Al de Los Villares se suman Las Almohallas (Vélez Blanco, Almería), Dunas de San Antón (Puerto de Santa María, Cádiz), El Blanqueo (Granada), Marismas del Odiel (Huelva), Quiebrajano (Jaén), El Boticario (Montes de Málaga) y San Jerónimo (Sevilla). Uno de sus objetivos es dar a conocer a la ciudadanía los efectos negativos de la interferencia humana en la fauna e identificar las acciones positivas para minimizar e invertir, cuando sea posible, tales efectos. Los animales incapacitados llegan a ellos gracias a la actuación de particulares, colectivos y agentes medioambientales.

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