Marián García 'Boticaria García'. Farmacéutica y nutricionista

"Los superalimentos son como el jamón de york, no existen"

  • La conocida en la blogosfera como Boticaria García presenta este viernes en La República de las Letras su nuevo libro, una guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado

Marián García posa con su libro 'El jamón de york no existe'.

Marián García posa con su libro 'El jamón de york no existe'.

La farmacéutica y graduada en Nutrición y Dietética Marián García, más conocida como Boticaria García, lleva casi diez años desmontando falsos mitos sobre alimentación y ofreciendo consejos para que la cesta de la compra sea más saludable.

Este viernes estará en Córdoba para presentar su último libro, El jamón de york no existe (La Esfera de los Libros), una obra que ya va por la octava edición y en la que descubre algunos de los secretos de los productos que se venden en los supermercados. La cita será a las 19:00 en la librería La República de las Letras (plaza de Chirinos).

El primer consejo de Boticaria García a la hora de hacer la compra es “mirar la letra pequeña” porque aunque aclara que los etiquetados cumplen la legislación, la industria utiliza artimañas para atraer al consumidor.  “Es como un truco de magia, en grande te ponen lo que quieren que veas, como 0%, y en la letra pequeña viene 15% de azúcar”, explica.

Y algo parecido ocurre con los quesos: “Pone rallado, para gratinar o lonchas y piensas que es queso en lonchas, pero cuando lees la letra pequeña te das cuenta de que es un sucedáneo de queso porque está compuesto por grasas vegetales y algo de leche”.

El libro da ejemplos de alimentos procesados buenos y rápidos

Por eso, como regla general “lo importante es buscar alimentos que tengan la menor cantidad de ingredientes posible” porque, cuantos más tenga, “lo normal es que ya lleven aditivos, que no es que sean tóxicos, pero no son necesarios, o más grasas”.

Por otra parte, también hay que diferenciar entre alimentos procesados y ultra procesados. Estos últimos son poco saludables porque “ya no se parecen en nada a su forma inicial”, como la salchicha, “que viene del cerdo, pero no se parece en nada a un filete de cerdo”, indica la especialista en Nutrición, o los nuggets de pollo. Sin embargo, los que han sufrido un mínimo procesamiento sí pueden ser saludables.

“El libro no demoniza a los alimentos procesados, sino que da alternativas de procesados buenos y rápidos”, apunta Boticaria García, que pone como ejemplo el atún en aceite de oliva, los pimientos del piquillo en lata o las lentejas en bote (que solo están cocidas).

El jamón de york no existe ofrece “recursos para ver en qué nos tenemos que fijar en la etiqueta para saber si un alimento es saludable o no” y aprenderlo de forma progresiva, porque “la idea no es que uno cambie su cesta de la compra de la noche a la mañana porque no sería realista”. Esto es, hay que incorporar poco a poco los alimentos bien procesados o naturales.

El glutamato y otros aditivos

El libro también llama la atención sobre ciertas “palabras marketininianas” como “rústico” o “tomate frito”: “Todo el tomate frito en este país o es casero o es de la abuela y el que venden en la tienda no es ninguno de los dos”, asevera la farmacéutica. Otra de esas palabras reclamo es “natural”, que “no significa nada” porque “un alimento que se etiqueta como natural también puede llevar aditivos”. El más famoso de ellos es el glutamato monosódico, que se encuentra en las etiquetas como E-621 y “nos lleva a comer más”.

Boticaria García también advierte de que no hay que “caer en la quimiofobia” porque hay aditivos que “simplemente son antioxidantes”. Por ejemplo, el E-300, que es la vitamina C (ácido ascórbico). En su libro da algunas indicaciones básicas para distinguirlos, por ejemplo “los que empiezan por 1 son colorantes y los que empiezan por 2 son conservantes”. Con ello, señala los que son menos necesarios porque “nos inducen a comer más”.

“¿Qué le echan a los snack de bolsa para que no podamos dejar de comerlos una vez abierto el paquete?”, cuestiona la autora. La respuesta es sencilla; glutamato monosódico, que es un potenciador del sabor. “Estamos consumiendo alimentos que están buenos por encima de nuestras posibilidades” porque “en la naturaleza no hay alimentos que estén tan ricos como los snack, los bombones o las pizzas precocinadas”, señala.

Desenmascarando productos

El jamón de york, al que Boticaria García dedica al título de este libro, es “un paradigma de lo que es el marketing alimentario y la desinformación del consumidor”. “La palabra york no está en la legislación y cuando hablamos de jamón cocido hay tres categorías: jamón cocido extra, jamón cocido y fiambre”, explica.

El primero es el que tiene más de un 80% de jamón y el segundo debe tener entre un 70 y 80%; y ambos no pueden llevar fécula de patata. Para el fiambre tiene “la regla de las tres efes: fiambre, fécula, feo” porque tiene “alrededor del 50% de chicha y el otro 50% es fécula y aditivos”. Cuando un producto se presenta como jamón de york, suele ser fiambre.

Otro producto que desenmascara son las galletas, que aunque ponga "integrales siguen siendo en su mayoría harina refinada con un poco de salvado". Pero Boticaria García va más allá al afirmar que "no hay ninguna galleta saludable en el supermercado por mucho que la vendan como ecológica".

Tampoco se olvida del surimi o palitos de cangrejo, que "son las salchichas del mar" y "en el fondo, pueden tener aroma de cangrejo, porque es un gel de pescado con glutamato para que sepa bien". "Y el colmo es el fiambre de cangrejo, que es una especie de mortadela que en vez de aceitunas lleva surimi; son cosas que debemos evitar", 

Una de las modas de los últimos años son los superalimentos, ciertos productos que se anuncian como ricos en multitud de propiedades y como beneficiosos para la salud del consumidor. Al respecto, Boticaria García asegura que "los superalimentos son como el jamón de york, no existen, es una vergüenza porque no hay ningún alimento que tenga propiedades que no puedas encontrar en otros".

Ahora mismo, indica, está de moda una fruta llamada jackfruit, que se cultiva, entre otros lugares, en Málaga. "Incluso dicen que es el alimento de los dioses", apunta la nutricionista. Sin embargo, tiene vitamina A, como la calabaza, la zanahoria o los tomates, "pero llamarlo jackfruit suena mejor".

El problema de estos productos es que "nos los están vendiendo mucho más caros y menos ecológicos porque muchos vienen de fuera", por lo que "se trata de una estrategia de marketing y también del pensamiento mágico de pensar que por comer algo más caro y que viene de lejos vamos a compensar las salchicas o pizzas que nos comemos". Sin embargo, "ningún superalimento va a compensar los excesos que hagamos", sentencia Boticaria García.

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