Miller's Girl | Crítica

Ni transgresión ni denuncia

Martin Freeman y Jenna Ortega en 'Miller's Girl'.

Martin Freeman y Jenna Ortega en 'Miller's Girl'.

Parece que el borrador de este guión llevaba siete años dando vueltas por los despachos de los productores desde que su creadora, la entonces joven Jade Hailey Bartlett, lo presentara como avance de un posible proyecto. Parece, también, que las negativas a producirlo tenían algo que ver con que tratara de la relación no solo académica, que se va oscureciendo hasta meterse en los territorios del thriller erótico-psicológico, entre un profesor y una brillante alumna adolescente. Obstinada debe ser Hailey Bartlett porque al final logró que la producción se pusiera en marcha y que ella, a falta de quien lo hiciera, fuera la directora. Aunque tanto esfuerzo ha dado un flojo resultado.

El problema es que la en principio arriesgada propuesta exigía asumir los riesgos del desarrollo en clave dramática de una relación entre un adulto cincuentón y una adolescente, agravada por tratarse de alguien con la autoridad que le da ser su profesor y guía intelectual. Una historia de dominación y seducción en la que los papeles se van intercambiando.

Como guionista se queda a medio camino, entreabriendo puertas oscuras que finalmente no cruza, y como directora no logra dar a la película la fuerza dramática y la tensión sexual de un thriller erótico. Se queda a medio camino entre una transgresión que no consuma, cabiendo la sospecha de que, más que desafiar estos tiempos de neopuritanismo progre, la utilice como cebo, y la denuncia de la utilización sexual de las relaciones de poder. Ni lo uno, ni lo otro.

Viéndoselas con personajes poco creíbles y diálogos forzados, los dos intérpretes hacen lo que pueden para sacar adelante a los primeros y dar cierta seriedad a los segundos. No lo logran. Ella es Jenna Ortega, estrella emergente, o quizás ya emergida tras haber sido actriz infantil, que ha obtenido éxitos en la televisión (Miércoles) y el cine (Saving Flora, The Fall Out, Scream). Él es Martin Freeman, un correcto actor que parece haber asumido que su carrera está más en la televisión que en el cine. Aparte de sus salarios, poco o nada ganan con esta película.

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