Veneciafrenia | Crítica

Matar turistas en la laguna

Una imagen del nuevo filme de Álex de la Iglesia.

Una imagen del nuevo filme de Álex de la Iglesia.

Viendo lo nuevo de Álex de la Iglesia uno se pregunta si el vasco ha hecho alguna vez una película verdaderamente adulta, camuflada incluso bajo las formas del género y ese gusto por el circo desmadrado y el grand guignol que caracterizan su cine.

En los mejores casos, ha ensamblado con astucia y buen ojo neocostumbrista la fértil veta del esperpento hispano con el gran espectáculo de acción (El día de la bestia, La comunidad, Balada triste de trompeta), pero son ya demasiados los títulos que nos devuelven premisas atractivas pronto desperdiciadas o literalmente reventadas por su incapacidad de controlar los elementos.

Veneciafrenia viene a hablarnos de la nueva plaga del turismo de masas con la ciudad de los canales como decorado operístico para una nueva función del exceso donde sacrificar a españolitos que presentan ya una entidad pírrica como personajes, algo que, en otras ocasiones, solía ser el fuerte de su cine. Tan desdibujados y esquemáticos como gritones, nuestros turistas serán presas fáciles para esa secta secreta donde los locos y los comprometidos unen sus fuerzas para limpiar la ciudad de la invasión y el deterioro.

Pero poco importa aquí el trasfondo sociológico sobre estos tiempos Ryanair. A De la Iglesia le interesa el juego ambiental y el guiño cinéfilo (que va del giallo a la mítica Amenaza en la sombra) y esa escalada slasher que camufle la pobreza de su armazón dramático, lo inverosímil de su desarrollo y las pésimas prestaciones de un elenco que apenas pone la percha para sus marionetas ensartadas.