Sanidad

El 061, al rescate en Mozambique

  • Dos enfermeros onubenses viven en primera persona, las secuelas de la tragedia ocasionada por un tifón que azotó buena parte del país africano

Una intervención quirúrgica en el hospital español.

Una intervención quirúrgica en el hospital español. / H.I. (Huelva)

Hay entre nosotros gente que tiene otro tipo de principios. Poseen lógicamente, nombres y apellidos y de vez en cuando hay suerte de llegar a conocerlos.Como es habitual en este tipo de personalidades, la humildad es la marca que les identifica principalmente. En el dispositivo de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES), más conocido a pie de calle como el 061, dos enfermeros han llegado hace no mucho, de una experiencia que puede denominarse como vital ya que han participado en las tareas de ayuda sanitaria que se han desplegado en la zona de Mozambique que fue arrasada por un tifón el pasado mes de marzo.

Si las diferencias que existen entre el mundo desarrollado y lo que denominamos Tercer Mundo son abismales e impactantes en condiciones normales, fácil es imaginar lo que es aproximarse a un país en esa situación pero encima, en estado de emergencia.Manuel Garduño y José Sánchez Suero no son novatos en estas lides. Ambos ya estuvieron en el terremoto de Haití en 2010, y Manuel en el tifón que asoló en 2013 una zona de Filipinas con vientos que alcanzaron los 300 kilómetros por hora.

Lugar de residencia de los sanitarios españoles. Lugar de residencia de los sanitarios españoles.

Lugar de residencia de los sanitarios españoles. / H.I. (Huelva)

En esta ocasión, el tifón no fue tan severo en el país africano. Sin embargo, hay un agravante que podría ser evitable: la miseria es buena aliada de las catástrofes y con cerca de 200 kilómetros por hora, los vientos se llevaron la mayor parte de las endebles viviendas. La situación empeoró aún más si cabe, con cuatro días seguidos de fuertes lluvias que cayeron implacables sobre un delta con lo que en laugnos casos, la única posibilidad de supervivencia fue subirse a los árboles, lo que también hizo bastante fauna agresiva para el ser humano.

Este espectáculo dantesco tuvo lugar en Beira, segunda ciudad de Mozambique y allí se desplazó la ayuda española donde se encontraban integrados los enfermeros onubenses. Tanto Manuel como José recibieron la orden de movilización el 28 de marzo que procedía de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (Aecid), perteneciente a su vez, al Ministerio de Asuntos Exteriores.

Los sanitarios y resto de personal movilizado fueron convocados en la base aérea de Torrejón (Madrid).De este modo se puso en marcha, el Equipo Start: Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta a Emergencias (siglas en inglés de Spanish Technical Aid Response Team), cuya puesta en marcha lideró Aecid en 2016. Se trata de un equipo mayoritariamente sanitario, diseñado para desplegarse en menos de 72 horas, cuya misión es actuar en toda emergencia humanitaria.

Este equipo incluye, además de médicos y enfermeros del Sistema Nacional de Salud, otros sanitarios, ingenieros, expertos en agua y saneamiento, logistas o técnicos en electricidad y electrónica, entre otros profesionales ya que entre otras actuaciones, ha de levantar un auténtico campamento en esas escasas horas. En la quincena en la que los enfermeros onubenses estuvieron allí, se atendió a 1.200 pacientes.De Madrid a Maputo, capital de Mozambique que se encuentra en el sur del país.

De Maputo a Beira, segunda ciudad y de Beira a Dondo, de más de 100.000 habitantes y situada a 30 kilómetros de Beira.El paisaje que se encontraron era desolador. Salvo algunas edificaciones de ladrillo que más o menos aguantaron, el resto fue arrasado. Hay que tener en cuenta que los habitantes de esta zona suelen ser los propios constructores de sus viviendas que son de adobe y por lo tanto, de escasa solidez.

A su llegada, las autoridades ya tenían previsto que el campamento y el hospital de campaña se instalaran en las inmediaciones del centro de salud. Tras esas 72 horas establecidas en protocolo, el campamento española estaba operativo y con la población ya avisada de que había ayuda sanitaria a su disposición.Tanto Manuel como José colaboraron en la instalación del dispositivo: “En esas 72 horas no hay diferencias de categoría profesional. A uno le toca hacer las letrinas, a otro las duchas y así sucesivamente. Eres un chico para todo”.

Recuerdan que en el momento en que ya estaba todo dispuesto, “la población ya estaba informada de nuestra presencia pues las autoridades habían advertido de ella y por encima de todo, porque el boca a boca es allí el método de comunicación más eficaz”.La función de los enfermeros onubenses fue la zona de Urgencias del hospital de campaña, especializados en el triaje. A ellos ya no les pilló la lluvia, pero sí un calor sofocante que era mucho peor bajo las lonas de este centro asistencial.

Aunque se contaba con varias especialidades, lo más frecuente fue “la cirugía obstétrica pues hay que tener en cuenta que el índice de natalidad es elevado y las familias tienen una media de cinco hijos”. Además de este ámbito, también se atendían otras patologías como las enfermedades endémicas de la zona y a menores con malnutrición. No tienen duda alguna en manifestar que “gracias al hospital español se han salvado muchas vidas”.

Pero no solo es una labor sanitaria la que hay que realizar allí, aunque obviamente ésta sea la prioritaria. El personal trasladado allí debe entrar en contacto con la población autóctona y dentro de lo que se pueda, colaborar en la reconstrucción económica haciendo consumo o contratando trabajadores cuando hagan falta.Otro aspecto que enriquece a estos sanitarios es el contacto con equipos procedentes de otros países. En Dondo coincidieron con el hospital portugués, mientras que en Beira estaban los italianos. También en Dondo se había desplegado Médicos sin Fronteras que estaba haciendo una labor en contra del cólera y Médicos del Mundo.

Pero no solo es la miseria y la catástrofe lo que impacta. Manuel indica que “si los asentamientos de inmigrantes que vemos aquí nos impresionan, los poblados de allí son diez veces peores”. Pero hay otras cosas que diferencian el mundo que vivimos aquí y el que les ha tocado a ellos. Tal es así que los colaboradores tienen a su disposición apoyo psicológico tanto a la llegada allí como al regreso por si lo necesitaran. Porque choca darse cuenta de que todos vivimos en un mismo mundo con unas diferencias tan abismales.

Manuel Garduño y José Sánchez, ya regresados de Mozambique. Manuel Garduño y José Sánchez, ya regresados de Mozambique.

Manuel Garduño y José Sánchez, ya regresados de Mozambique. / Rafa del Barrio (Huelva)

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