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Oxígeno en la penitencia

  • El cordobesismo, que no se olvida de la mala gestión de la familia González, tira del equipo para agarrar una victoria que sirve a los de Luis Carrión para alejarse de la zona de descenso

Oxígeno en la penitencia

Oxígeno en la penitencia

Cuando la Semana Santa tocó a su fin de forma brillante con la salida del Señor Resucitado, el cordobesismo prosiguió con su particular penitencia. Con un calor que excedía un poco lo primaveral, los seguidores blanquiverdes iniciaron su camino hacia su calvario. Lo hicieron desde su casa, desde cualquier bar donde refrescar la garganta o desde Santa Marina tras ver encerrar la última procesión. Daba igual el camino, todos acabaron en el mismo sitio. El Arcángel, la carrera oficial de los aficionados cordobesistas, abría de nuevo sus puertas para agarrarse a la salvación. Más de 11.000 fieles fueron al coliseo ribereño para olvidar sus penas por un momento, aunque los disgustos se pueden multiplicar después de los 90 minutos.

La penitencia blanquiverde sigue su curso, uno que entra ya en el momento decisivo. El objetivo, salvar al equipo del infierno. Sí, la Segunda B, una categoría que conoce muy bien gran parte de la masa social del CCF. Mejor no acordarse de aquellos años. Aunque por culpa de la mala gestión de esta campaña, el cordobesismo ha temblado y ha visto a su equipo del alma camino del pozo. La suerte, por llamarlo de alguna forma, es que el equipo le ha dado por cambiar el guion en casa. El templo ha pasado de expoliado a ser ahora mismo el único elemento al que agarrarse para lograr mantener la plaza en Segunda.

Más de 11.000 fieles acudieron al estadio para disfrutar con la quinta cita sin perder

El calvario que vive el cordobesismo es total, aunque cada dos semanas se dan una alegría. Ayer se repitió gesta. Aunque no empezó muy bien la cosa. Antes de que empezase el encuentro, Rodas notó que no estaba para jugar y decidió dar un paso atrás. Menos mal que lo vio claro en el calentamiento y no a los cinco minutos de comenzar el pleito. Aunque Carrión apuntó que estaba listo, el valenciano se fue con cara de pocos amigos al túnel de vestuarios. La decisión estaba tomada y era dejar su plaza en el centro de la zaga.

Entre la celebración de los equipos de la base, que sí ganan títulos y logran ascensos -a ver si aprenden los grandes y cumplen los objetivos de igual manera que los más pequeños-, llegó la hora de la verdad. Con cerca de 300 almerienses en la grada para dar ese aire de derbi andaluz, arrancó un partido clave para el devenir del campeonato. Con los Incondiciones de huelga, la buena nueva es que el club levantó el veto a varios aficionados. Ya era hora. Con todos listos y colocados en su sitio, no tardó en llegar la primera alegría para los aficionados locales. El tanto de Markovic desató pronto el éxtasis a la grada. Pudieron ser más, pero no se atinó entre los tres palos. Con el Almería pidiendo la hora, los de Carrión mostraron su superioridad, olvidando sus penas, que son muchas. Sin embargo, el vecino almeriense parece que tiene más. Un alivio para los cordobesistas que despidieron con aplausos a los suyos al descanso.

Con la segunda parte ya en liza, llegaron los malditos nervios. Había mucho en juego. No es lo mismo que ganes y te coloques a cuatro de la permanencia, a que pierdas y caigas al foso. Con el CCF más atrincherado atrás, el Almería empezó a merodear el área de Pawel. No crearon excesivo peligro pero el miedo estaba ahí. Ni Aguza, ni Rodri, ni Javi Galán pudieron poner el 2-0 pero el cordobesismo, que no se olvidó de la pañolada en el minuto 54 ante la mala gestión de la familia González, decidió tirar del carro. Esa gran comunión tan necesaria como olvidada por los que mandan. Sí, desde la cúpula tampoco han ayudado. Mejor estar calladitos.

La grada habló y rugió en los lances finales para que los tres puntos se quedasen en casa. Entre los 14 que jugaron y los más de 11.000 de la grada, la penitencia blanquiverde tomó aire. La victoria sirvió para unir a la grada con el equipo. Todos van de la mano. Todos quieren al CCF en Segunda. La temporada empieza a llegar a su fin, como llegó ayer el final de la Semana Santa. La resurrección en El Arcángel está sirviendo para acercarse a la salvación. Vaya calvario de temporada pero al menos el equipo llega sabiendo lo que hay sobre la mesa. A falta de ocho jornadas, el CCF debe atar cuanto antes la permanencia. Cuando lo consiga, ya habrá tiempo de pedir responsabilidades. De momento, el cordobesismo toma oxígeno en su particular penitencia.

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