Joaquín Pérez Azaústre

Las palabras del líder

reloj de sol

A Mariano Rajoy le gusta el fútbol más que la economía. Esto, en un principio, es comprensible: seguramente nos pasa, a todos, más o menos lo mismo. Pero da la impresión, sobre todo en el caso de Rajoy, de que le gusta más ver jugar que jugar él. Porque su juego debe consistir en una explicación de lo que ocurre, y lo único que explica Rajoy hasta el momento es lo feliz que está con el equipo de fútbol nacional. Así, el hombre que en pleno estallido de nuestra crisis bancaria europea, cuando se anunció que el sistema bancario español tenía que ser rescatado o nos hundiríamos con él, voló a Polonia para ver el primer partido que jugaba España, ahora escoge hablar del fútbol de La Roja, aunque no hable de España ni de su economía, ni de las medidas del Gobierno, ni de nada que aluda a su propio juego como líder, porque lo importante es hablar del "mérito increíble" de la selección española, porque "hay que disfrutarlo".

"Estoy muy contento con la selección española, es un mérito increíble", porque es algo que "no tiene precedentes en la Historia". En fin, siempre a vueltas con la Historia. Es como hablar de arte. Hablar de arte, hoy, puede llegar a serlo hablar de casi todo. Un plato de salmorejo con aroma de fresa es una obra de arte -no digo que no, sobre todo el salmorejo a secas-, una espuma de erizo sobre un crujiente de pan de centeno es una obra de arte, un documental sobre Ferrán Adriá alabando el alto nivel intelectual de los postres europeos es una obra de arte cinematográfica de calado similar a Ciudadano Kane. Con esos parámetros, es normal que el presidente, que sobre todo está contento cuando habla de fútbol, se refiera a estos momentos con la Historia por delante. "Es para disfrutarlo, porque eso no es para toda la vida, vendrán tiempos peores", ha dicho Rajoy, en un alarde suyo de optimismo que, por lo menos, está por una vez cerca de la verdad absoluta y lejos del requiebro pendular de "he dicho lo que he dicho". Por una vez ha dicho una cosa certera: que, con seguridad, estaremos peor.

Pero no se refería a la economía, ¡qué va! Todo eso lo deja en labios de De Guindos. Se refería, claro, a que vendrán malos momentos futbolísticos, aunque el presidente espera que "tarden en llegar", aunque "si no llegan mejor"; sin embargo, ya en el cenit de su capacidad especulativa, aventura que "no es fácil mantener este nivel".

Luego, finalmente, ha recordado que no es solamente el presidente de una hinchada nacional, sino de un Gobierno estatal, y ha manifestado su deseo de que los buenos tiempos lleguen también "en todo lo demás". Menos mal. Por fin ha hablado el presidente.

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