El diccionario de Sedano

Habla con sentencias, con una seguridad desarmante -muy molesta para algunos oídos- que salpica siempre de anécdotas comprobables y ejemplos certeros vividos en directo a lo largo de décadas situado en el corazón del fútbol, en el auténtico meollo en el que se cuece un negocio que se alimenta de sentimientos. Definitivamente, Rafael Sedano no nació para pasar desapercibido. No lo hizo cuando fue -¿se deja alguna vez de serlo?- entrenador, dejando una estela imborrable en equipos que, como el Rute, el Santaella o el Martos, alcanzaron las cotas más notorias de su trayectoria, ni por supuesto lo hace ahora como presencia impagable en varios medios de comunicación, como los digitales fueradejuegodigital.com y serviclub.es o el programa deportivo de los lunes de Onda Mezquita. "Soy un fenómeno mediático", dice el propio Sedano de sí mismo con su acento exageradamente cordobés,su impecable traje y sus ademanes de aristócrata. Para algunos, esto es petulancia; para otros, la expresión multiplicada de la autoestima.

Sedano sabe de fútbol y se dedica a impartir lecciones, convirtiendo los platós de televisión y los estudios de radio en púlpitos desde donde propaga los sagrados mandamientos del fútbol. Los suyos, claro. Entre la persona y el personaje no existen apenas diferencias. Sedano no finge. Es así. Igual emula a Maldini relatando con increíble exactitud partidos que sucedieron hace decenios -el otro día, compartiendo tertulia televisiva con Lucas Alcaraz, le recordó al granadino que cuando era "un chiquillo" dirigiendo al Adra él le gano dos veces- que se transforma en un clon de Risto Mejide cantándole las verdades del barquero -las suyas, insisto- a algún director deportivo. Últimamente le ha cogido el gusto a cierta forma de calificar a los futbolistas, en una especie de homenaje espontáneo al añorado narrador Andrés Montes, que patentó términos que perdurarán en el tiempo. Todos hablan del tiki taka, saben lo que es un jugón y, en el baloncesto, saborean con delectación un buen pincho de merluza. Sedano está acuñando, para solaz de sus seguidores, un peculiar diccionario. Ahí va una interpretación libre de alguna de sus últimas entradas.

EL HOMBRE ARDILLA

Dícese del jugador de complexión física más bien menuda, frecuentemente con más técnica que fuerza, más habilidad que sacrificio y más instinto que disciplina. Si tiene de todo, compensado y en alto nivel, se llama Iniesta y juega en el Barça. El jugador ardilla se mueve por la zona de ataque y es capaz de desbordar y de definir. Suelen ser generadores de faltas en las inmediaciones del área, pues frecuentemente los zagueros deben recurrir al golpe -aderezado con frecuencia con una dosis de teatralidad en las caídas- para frenarles. Una labor imprescindible en equipos que, como el Córdoba, tienen en las acciones a pelota parada una de sus fuentes fundamentales de gol. Arteaga y Javi Flores son hombres ardilla. Lizio también se ajusta al retrato, pero el joven talento argentino aún está por catar.

EL HOMBRE BRÚJULA

El que manda en el centro del campo, el 10 de toda la vida, el que tiene el partido metido en la cabeza, el que se anticipa a lo que va a pasar, el que sabe dónde se desmarca el compañero, el hombre que sabe que todos lo van a mirar si hay problemas con la esperanza de que los resuelva, el tipo que siempre lleva la cabeza levantada y no rifa los balones. Existen pocos y caros. En esta posición hay mucho timo. Es una especie en extinción. Quien encuentra uno, tiene un tesoro. Sedano lleva años diciendo que al Córdoba le faltaba uno. Jorge Luque, al que ha apodado El brujo de Las Palmeras, es quien más se ajusta al rol.

EL HOMBRE PARABRISAS

Suele ser un central veterano, tácticamente inteligente y capaz de dosificar las reservas físicas para ocupar toda la franja de la retaguardia si su equipo, por las circunstancias adversas o porque a su técnico le da por hacerse el valiente, decide quedarse sólo con tres atrás y laterales suben a posiciones de ataque. Pierini era un parabrisas. Ahora es Gaspar.

EL HOMBRE ANCLA

Puede ser un defensa central con mucha presencia en la confección del juego ofensivo, pero el ancla tiene su sitio en el centro del campo. Se llama así al jugador que equilibra al equipo, que le da empaque y evita las descompensaciones y desaplicaciones. Es jugador de cortar y pasar, que domina su zona sin salirse demasiado. Un referente con buen fondo físico y alta concentración de principio a fin. Carpintero o Rueda pueden asumir ese perfil.

EL DPO

El DPO (Desorden Posicional Ofensivo) es una forma de interpretar en juego de ataque basada en el intercambio de posiciones y las incorporaciones ofensivas por sorpresa. Un caos organizado. Un paradigma del fútbol moderno. Los ataques estáticos, los delanteros que esperan la pelota pero no la buscan, están en recesión. Quienes los usan lo hacen porque no les queda más remedio. El futuro es el DSP, pero no se puede hacer con cualquier jugador. Ejemplos son la selección española en la última Eurocopa o el Barcelona, con gente como Messi o Iniesta, con el que frecuentemente compara Sedano a Javi Flores, al que también apoda Kun Flores, asociándolo con el rojiblanco Agüero. No hace falta insistir en que el jugador de Fátima es uno de sus favoritos.

LA MCO

La MCO (Media Cuñita Ofensiva) supone un elemento diferencial en posiciones de ataque. Se llama así al jugador que realiza incursiones inesperadas, que entra y sale, que goza de cierta libertad por parte del entrenador para expresarse sobre el campo. Debe ser por tanto, y por encima de todo, inteligente y tener capacidad para asociarse con los compañeros con paredes o desmarques. Un espíritu libre dentro de un orden.

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