Campanero se irá el 30

El presidente hará oficial su adiós en cuanto el equipo haya sellado matemáticamente la permanencia en la categoría · Tiene decidida su marcha aunque no se concretase la venta del paquete accionarial

Campanero se irá el 30
Campanero se irá el 30

Si el Córdoba deja cerrado el capítulo de la permanencia mañana, Rafael Campanero dará oficialidad prácticamente de inmediato a lo que, a día de hoy, es una determinación firme: su marcha de la presidencia de la entidad. El de Almodóvar ha colocado el 30 de junio como tope para su permanencia en el cargo, independientemente de que para entonces haya fructificado el traspaso del accionariado del club o, por el contrario, sea el mismo equipo de gobierno el que se vea en la tesitura de afrontar una nueva campaña. Si el Córdoba cambia de dueño, resulta lógico que se produzca la entrada de un nuevo rector. Pero en el caso de que no se concretase la operación de venta en las próximas semanas, la casa blanquiverde iniciará la preparación de un nuevo curso ateniéndose al plan de viabilidad que se viene preparando en los últimos meses. Y ahí estaría Campanero sólo hasta el 30 de junio, ejerciendo como eslabón hasta que su sucesor -que tendría que ser designado por el propietario, José Romero- tomara posesión.

No es la primera vez que el longevo dirigente -cumplirá próximamente los 83 años- coloca fecha a su adiós. En su último ciclo, desde el retorno a Segunda División en 2007, lo ha hecho en varias ocasiones, alguna de ellas con amplio aparato mediático. En este aspecto, la rueda de prensa que ofreció para anunciar su retirada del mundo del fútbol el pasado día de San Rafael resultó especialmente célebre porque su nivel de emotividad fue tan alto como las repercusiones que tuvo después el cambio de parecer de Campanero, quien alteró el guión previsto por el peso de las circunstancias (deportivas, económicas, institucionales...) en aquel momento.

Anteriormente, había vinculado el final de su ciclo en la poltrona blanquiverde a la permanencia en Segunda en el curso 2007-08 -con el penalti fallado por el cadista Abraham Paz ante el Hércules y el empate cordobesista en Anoeta- y después al citado día de su onomástica. Hubo cambio de planes y la tormenta de críticas resultó especialmente dura para Campanero, quien siempre insistió en que su permanencia en el sillón presidencial se debía a la "fidelidad hacia Pepe Romero (máximo accionista del club)" y al "sentido de la responsabilidad" ante los obstáculos que se amontonaban ante el Córdoba, especialmente la inestabilidad del proyecto deportivo -la amenaza del descenso nunca se ha marchado del todo- y a la crisis económica, acentuada en el caso de Prasa tras la implicación de su presidente en el caso Astapa por corrupción urbanística en Marbella. "No es el momento de salir corriendo", dijo entonces el mandatario. Y siguió en el cargo.

De hecho, en su más reciente aparición para marcar una hoja de ruta hacia su despedida subrayó el 2010 como año final para su mandato, si bien matizando que su intención era seguir adelante "sin más plazos que el que ponga mi salud, o cuando vea mis facultades mermadas". Ahora dejará el puesto un año antes, hastiado por las críticas y exhausto por los vaivenes en el proceso de venta de la propiedad del club, que sigue sin resolverse. El sueño de Campanero, compartido con su mentor, José Romero, es el de dejar al Córdoba salvado y en buenas manos. No depende sólo de ellos. La próxima semana será clave en este aspecto, pues se espera que uno de los grupos interesados en adquirir el paquete accionarial de Prasa dé un paso adelante. Será, en todo caso, si el Córdoba logra la salvación dentro de sólo unas horas ante la UD Las Palmas en El Arcángel, en cuyo palco estará, puede que por penúltima vez, Rafael Campanero.

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