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Escondan los ábacos (0-1)

  • Aunque mereció más, el CCF engancha su séptima derrota seguida en casa y pierde la opción de presionar a sus rivales Incapaz de batir a Iraizoz, hasta se metió el gol en propia puerta

Cada semana que pasa hay menos cuentas que hacer. Básicamente porque el primer paso para mirar a la calculadora es ganar, algo que al Córdoba se le ha olvidado ya como se hacía. En un partido en el que no fue ni mucho menos inferior al Athletic Club, en el que mereció al menos sumar algún punto, los blanquiverdes alargaron su agonía ante su público con la séptima derrota consecutiva en El Arcángel, lo que supone la duodécima en la segunda vuelta. Un giro, el definitivo del campeonato, que ha condenado definitivamente a un equipo que se mantiene colista y tiene la permanencia a 8 puntos, que pueden ser más al término de una jornada en la que, de momento, ya ha perdido la oportunidad de meter presión a sus rivales directos. Algo que sí consiguió el cuadro bilbaíno, que con lo justo se tomó cumplida revancha del resultado de San Mamés, para empatar con el Málaga y seguir mirando a Europa por la vía de la Liga, si bien también tiene la bala copera.

Con seis hombres por detrás del balón y cuatro pendientes de mirar al área contraria, al Córdoba no le importó de salida dejar la iniciativa a su oponente. Un Athletic cuya confianza actual le permite dar sensación de peligro con muy poco. Los rojiblancos burlaban fácil la tímida presión local, si bien luego les costaba un mundo pisar área, territorio de un Aduriz que tardó muchísimo en aparecer, aunque cada vez que lo hizo... Esa iniciativa se vio empujada también por un puñado de imprecisiones en la salida del balón, con Cartabia y Bebé como principales actores.

Pero esa tendencia no fue para siempre, ni mucho menos. El conjunto blanquiverde no tardó mucho en equilibrar las fuerzas, a raíz de una serie de pérdidas de la zaga visitante, lo que convirtió el choque en una batalla en la medular, muy lejos siempre de las áreas. Ni siquiera las arrancadas de Bebé y Williams, cada uno para un lado, o algún robo con opción de compra, animó la contienda. Hubo que esperar a que el de siempre, Florin, apareciera con un cabezazo y un derechazo muy desviados para empezar a aliñar un partido que pudo cambiar Bebé con un córner que se envenenó y casi acaba en gol olímpico; el larguero lo evitó con Iraizoz ya batido. Un portero que sí fue decisivo acto seguido al salvar, en dos tiempos, un nuevo testarazo del rumano al que luego Deivid no fue capaz de dar continuidad por esa manida falta de hambre.

Esas oportunidades del Córdoba dibujaron un tramo final del primer acto mucho más entretenido y abierto. Algo que ya de por sí advierte que al menos se ve al portero contrario más de cerca. El Athletic Club, al que su teórico control de la situación apenas si le había permitido acumular ocasión alguna, avisó con una de sus armas preferidas: la estrategia. Beñat, un maestro en esto, sacó en corto una falta en la que luego buscó romper el fuera de juego viendo a San José, cuyo remate forzado lo sacó abajo Juan Carlos. El meta alcarreño no quería ser menos que su homólogo y también tuvo tiempo para disfrazarse de héroe, con la inercia que traía de Villarreal. Lo hizo volando para evitar que un cabezazo de Aduriz tras una genial acción ofensiva rojiblanca iniciada por el propio ariete se colara en la escuadra. Fue una jugada ya en el descuento del primer acto, aunque no la que puso el punto y seguido, pues aún hubo tiempo para que con los visitantes fuera de sitio Bebé lanzara una contra que Fidel no supo refrendar al toparse con Iraizoz.

Al descanso se llegó con una clara oportunidad del onubense y del intermedio se salió con otra, aún más clara. Porque el zurdo no supo hacer bueno un pase magistral de Crespo que puso colofón a una triangulación de lado a lado como las que no se han visto muchas esta temporada. El susto puso en órbita al Athletic, que rozó el gol con una falta frontal de Beñat que no tocaron bien entre Etxeita y San José, y lo consiguió tras una pérdida más de Pantic continuada por Aduriz y Beñat que al final introdujo en su propio portal Deivid, que esta vez sí metió la cabeza de forma equivocada.

Con algo más de media hora por delante, el Córdoba volvía a verse obligado a remontar un marcador adverso en casa. Tocaba ver la capacidad de reacción del grupo, algo que Romero buscó con la entrada de Fede Vico por Abel. Era ya un todo o nada, refrendado con una línea de tres atrás y un colapso de jugadores arriba. Con todo, tuvo que ser Crespo con dos arrancadas el que enganchara a una afición que ya por entonces tenía sus miras en la gestión de Carlos González, como últimamente en todas las citas caseras. Con todo, a la más mínima volvía al partido, cuando Bebé mandó al limbo una volea franca en el balcón del área y un testarazo de Krhin salió lamiendo el poste de un batido Iraizoz.

Con más corazón que juego, ya sin un pitado Cartabia en el campo, el Córdoba trasladó el partido al mediocampo defendido por el cuadro de Valverde, que reforzó la medular con Mikel Rico para contrarrestar ese empuje. Para ese momento, el Athletic ya había decidido que todo lo que tenía que hacer en ataque ya lo había hecho, y que ahora tocaba defender a muerte el resultado, incluso con tres centrales para formar línea de cinco. Cedió iniciativa, se agarró a alguna contra que no supo remachar y esperó a un conjunto blanquiverde que apretó tirando de orgullo, pero sin el más mínimo acierto. Como el que le faltó a Aduriz tras dejada de Borja Viguera para sentenciar a uno del final o a Krhin para firmar las tablas ya en el alargue de un encuentro que devuelve al conjunto blanquiverde a su cruda realidad, esa que le dice que tiene que dejar las cuentas para otros.

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