La Sal de los días

La vergüenza

  • Alguien le debe a una disculpa a las familias que han tenido que matricular a sus hijos en colegios distintos · Si la normativa genera estos resultados es que no sirve y hay que cambiarla · Mal empieza el presidente Griñán su afán modernizador si antes se pone a regalar ordenadores que acabar con estas situaciones

VEAN bien la foto que acompaña a estas líneas. La señora que aparece a la derecha de la imagen se llama Lourdes. Y la Junta de Andalucía le debe una disculpa porque el sistema la ha tratado injustamente, a ella y otro grupo de personas más. No parece una víctima, pero lo es. La burocracia más ridícula ha decidido que sus dos hijos estén matriculados en colegios distintos. Ella y su familia tendrán que volverse locos cada mañana de lo que resta de curso -probablemente años- si nadie con buen juicio lo remedia, por no se sabe muy bien qué historias de baremos y puntos. Cualquier persona mínimamente sensible entendería que, por encima de órdenes y decretos de su excelencia, está tratar a los contribuyentes como señores, con el respeto que merecen. Pero en el aparato burocrático se ha decidido que no, que es mejor volver loca a la gente que hacerle la vida más fácil.

Probablemente no haya en estos momentos una causa más noble en esta ciudad que la de las madres del Vinuesa, un grupo de personas que quieren algo tan ridículo como que sus hijos vayan al mismo colegio. Unas locas, vaya. Lo mejor, dónde va a parar, es levantarse muy de madrugada, porque es bueno para la circulación de la sangre.

A toda prisa, hay que levantar a los niños, darles de desayunar a gritos -ejercicios pulmonares-, vestirlos corriendo -prácticas que mejoran la psicomotricidad, señoras- y salir a toda mecha por la calle -calientes en verano, frías que pelan en invierno- para dejar a cada churumbel en un cole distinto con un beso fugaz. Deben pensar los pedagogos de la Junta de Andalucía que los niños separados ganan en independencia, les curte el carácter. Si se quejan, es por vicio. Pues miren ustedes, no. Es verdad que la Educación se ha convertido en un campo de histerias. Que se confunde la libertad de elección de centro con el derecho a percibir subvenciones para que el niño no comparta patio con gentes con pintas, donde se camufla la cuestión religiosa con asuntos que nada tienen que ver con Dios. Que parece importar más que el niño se sepa los Diez Mandamientos y el jesusito demivida a que aprenda lengua, matemáticas e historia con profesionales solventes. Que parece que el niño debe aprender inglés aún a costa de no manejar su propio idioma. Que los padres, entre los que me incluyo, nos hemos vuelto parcialmente imbéciles confundiendo el culo con las témporas gracias a unos políticos que, en esto de la aulas, siguen sin estar a la altura.

Pero hay cuestiones de respeto al ciudadano, al prójimo. Y dos hermanos no se separan de colegio, ya pueda arder Troya. Forma parte del catecismo político que al ciudadano no se le humilla y el resultado de llevar a dos niños a dos colegios distintos es, a juicio del que esto escribe -padre de un hijo en edad escolar-, humillante. Ya pueda decir el baremo, el padrón o el censo lo que les parezca oportuno. Y si la normativa lo ampara es que la normativa es una mierda. Extraña incluso que madres de familia como las que hay en la Junta de Andalucía -concienciadas con la conciliación de la vida laboral y familiar- traguen con este numerito que se arregla, narices, con una llamada de teléfono. Me niego a creer que nadie en sus cabales haya propuesto reunificar a los niños de esas familias en otro centro, separando a uno de ellos de sus amistades, su entorno, sus maestros. Resulta verdaderamente increíble que un responsable educativo haya tratado a un menor como si fuese un número, un lugar en una lista. Mero ganado.

Quiero a creer a José Antonio Griñán cuando afirma que su esfuerzo por mejorar la Educación es sincero, que es su prioridad política. Mal empieza si cree que repartiendo una pasta en ordenadores portátiles va a conseguir algo. Con la misma cantidad de lo que se van a gastar en PC para niños que probablemente tengan ordenador en casa, se podrían resolver situaciones como la del Vinuesa, donde hay una lista de espera suficiente como para crear una línea más. Puestos a gastar recursos, los tejados sin cimientos suelen acabar en el suelo.

Y luego está la educación, sin mayúsculas. La cortesía, la urbanidad. No tratar a los demás como a uno no le gustaría ser tratado. Sinceramente, hay pocas cosas que me agradarían más que un juez ordenase la matriculación obligatoria de forma cautelar de todos los niños que se encuentran en una situación similar. Que todas las familias del Vinuesa tengan un motivo para reírse a mandíbula batiente. Alguien debe poner coto a esta forma que tiene el sistema de tratar a las personas como números, con una incapacidad plena de ponerse en lugar del otro, de entender de una vez que el sueldo que percibe quien ha ideado todo este desastre sale de los impuestos que Lourdes paga.

P.D.: La plataforma Hermano ven a mi cole tiene una web (www.hermanovenamicole.blogspot.com) donde se puede brindar el apoyo a las madres.

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