Gastronomía

Dónde tapear bien y barato cerca de la Mezquita-Catedral de Córdoba

Comedor de Moriles Ribera

Comedor de Moriles Ribera / El Día

Nada mejor que la promesa de una buen tapeo -ampliable posteriormente a una comida o cena más formal- para disfrutar aún más de un monumento tan emblemático como la Mezquita-Catedral de Córdoba. Los aledaños de nuestra primera declaración de Patrimonio de la Humanidad están salpicados de bares y restaurantes llenos de encanto y con una carta perfecta para el picoteo sin arruinarse.

No hay cordobés de pro que no haya degustado una generosa ración de la mega tortilla de patatas de Bar Santos. Este mítico establecimiento ubicado en uno de los laterales de la Mezquita-Catedral (calle Magistral González Francés, 3)  asombra a lugareños y visitante por su altura y su grosor. Para elaborar cada una de ellas se emplean 5 kilos de patatas y 25 huevos. 

El resultado son trozos XXL que el respetable suele acompañar con palillos gruesos y una cerveza fría y recién tirada. Dar buena cuenta del manjar en los alrededores del establecimiento -de reducidísimas dimensiones- es parte de la liturgia. 

Además, Bar Santos puede presumir de hacer una de las cinco mejores tortillas de patatas de España, así lo han decidido los críticos y expertos gastronómicos de la web Taste Atlas, especializada en viajes experienciales y comida tradicional. Además, es la única referencia andaluza que aparece en la selección. 

Manolas Empanadas ocupa un recoleto local en Cardenal Herrero, 8. Apenas unos metros separan el establecimiento de la Mezquita-Catedral de Córdoba. De hecho, está literalmente a sus pies. Vecinos y visitantes entran atraídos por el olor del hojaldre recién horneado y de sus suculentos y variados rellenos. Su carta se divide en empanadas gourmet y clásicas. Si bien siempre tienen alguna sugerencia, dulce o salada, fuera de carta. No en vano, la de Manolete es una de las más celebradas. 

No obstante, cuentan a diario con empanada rellenas de algunas de las elaboraciones más consolidadeas y famosas de la gastronomía cordobesa para los más sibaritas: bechamel de rabo de toro y queso; cordero a la miel con ciruelas y pasas; carrillada ibérica al oloroso; pinchitos morunos de pollo; e incluso de boloñesa vegana y quinoa. 

Más amplia es su oferta de empanadas clásicas. El cliente se sorprende al ver las dimensiones de la de Frankfurt con queso mozzarella, la sutileza del sabor de la de kebab de pollo con salsa de yogur o la potencia de la de chorizo ibérico.

Los más tradicionales encuentran combinaciones tan reconocibles y reconfortantes al paladar como atún con tomate frito casero; tortilla de patatas con salmorejo o la de bacalao con pisto y cebolla morada. 

También los amantes de la cocina viajera y de fusión se deleitan con la de cinco quesos; wok de verduras en salsa de soja y cacahuetes o la de pastela moruna de pollo. 

Vecinos ilustres

Aunque, sin duda, si se busca continente y contenido, pocos sitios son tan recomendables como Moriles Ribera (Paseo de la Ribera, 6). Fórmulas reconocidas y reconocibles del recetario cordobés en un palacete modernista de comienzos del siglo XX, diseño del prestigioso arquitecto Rafael de la Hoz. Ambientazo y vistas privilegiadas del Río Guadalquivir. Su carta va desde lo más cañí, como rabo de toro, migas cortijeras, cochifrito confitado o cogollos con ajitos, a deliciosos risottos, revueltos, tostas o mariscos. 

Parte indispensable de la idiosincrasia cordobesa son las taberna. Una de las más castizas es Casa Bravo (Puerta de Almodóvar, 1) con vistas a la Puerta de Almodóvar. Responde a todos los cánones que se le presuponen  a este tipo de establecimiento: comida tradicional, de calidad y que mira por la pervivencia del recetario de toda la vida y una variedad de vinos que engrandece su propuesta gastronómica. Además es punto de encuentro y tertulia de artistas de la más variada índole. Sin desmerecer los buenos momentos que proporcionan catar sus patatas alioli, guisos, pescaíto frito, salmorejo o berenjenas con miel. Al margen de la maestría con que convierten cualquier plato de casquería en alta cocina. 

En poco sitios se puede ser -y comer más cordobés- que en Bodegas Mezquita (Céspedes, 12). Su carta es una declaración de amor a la cocina local y con una cuidada presentación: salmorejo, mazamorra, uno de los mejores rabos de toro de la capital, albóndigas mozárabes, lomo de bacalao sobre pisto cordobés y carrillada ibérica en salsa de vino oloroso son razones más que poderosas para detenerse a comer a los pies de la Mezquita-Catedral.

Si nos queremos escapar de la bulla propia del Centro Histórico, es una delicia ir dando un pequeño paseo hasta Bar La Cavea, un auténtico lujo para los cinco sentidos. No sólo por su oferta: comida casera, rica y variada. También resulta una experiencia inolvidable sentarse tranquilamente a disfrutar de una velada justo delante de la puerta principal del Museo Arqueológico y con la preciosa Casa del Judío a la espalda. Lo más aconsejable es deleitarse con su selección de chacinas y quesos en compañía de un medio de fino. Prolegómeno perfecto de una fritura de pescado, unos pinchitos, el clásico flamenquín o unas más que buenas patatas bravas. 

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