Diez sitios para comer en Córdoba rico y a buen precio
Gastronomía
La Posada del Caballo Andaluz, Casa Bravo, Taberna Regina, Taberna La Abuela, La Bodeguilla, Los Romerillos, Moriles Ribera, Okapi, La Cavea y La Cazuela de La Espartería ofrecen placer al paladar con una relación calidad-precio muy ajustada
Los mejores restaurantes para disfrutar de la gastronomía tradicional cordobesa
En Córdoba sobran las opciones para darse un festín gastronómico en función del nivel adquisitivo del comensal. Por eso hemos seleccionado diez establecimientos con unas cartas deliciosas y precios contenidos.
Uno de los más celebrados es La Cazuela de la Espartería (calle Rodríguez Marín, 16), a escasos metros de la Plaza de la Corredera. Entre sus vetustos muros, se puede degustar cocina tradicional en los salones temáticos con aperos de labranza y lámparas de araña. Tapear allí es religión. De hecho, en su carta hay numerosas elaboraciones que se pueden pedir en este formato, medias raciones o enteras. Salmorejo, flamenquín, alcachofas con rabo de toro o berenjenas con salmón son algunas de las especialidades de la casa. Y resultan ideales acompañados de la gran variedad de vinos que ofrecen de la tierra, finos, amontillados o más de 30 tintos.
Otro de los bares que ganan adeptos cada día es La Bodeguilla (calle Morería, 6), abierto del desayuno a la cena. Su terraza es una de las más codiciadas del centro de la capital para tomar una cervecita con una buena cuña de tortilla de patatas, langostinos con salsa rosa o un salpicón de marisco bien fresco. En su cocina, de factura clásica, destaca su amplia variedad de pescado frito, así como sus carnes ibéricas de bellota. ¡Ojo! con los postres porque son una joyita.
Comer en Bar La Cavea es un auténtico lujo para los cinco sentidos. No sólo por su oferta: comida casera, rica y variada. También resulta una experiencia inolvidable sentarse tranquilamente a disfrutar de una velada justo delante de la puerta principal del Museo Arqueológico y con la preciosa Casa del Judío a la espalda. Lo más aconsejable es deleitarse con su selección de chacinas y quesos en compañía de un medio de fino. Prolegómeno perfecto de una fritura de pescado, unos pinchitos, el clásico flamenquín o unas más que buenas patatas bravas.
En uno de los barrios con más solera de la ciudad, el del Alcázar Viejo, está La Posada del Caballo Andaluz, un establecimiento en la calle San Basilio, 16, que rezuma tipicidad local dentro y fuera de la cocina. Encarna la esencia de la tierra como pocos y preparan platos típicos como el salmorejo, el ajo blanco, el pisto cordobés o las migas con gran tino. En pocas palabras: cocina casera en un barrio de ensueño y en pleno corazón de la ruta más emblemática de los Patios de Córdoba.
Otra opción es alejarse un poco y adentrarse en una de las calles con más restaurantes por metro cuadrado de Córdoba, María La Judía. A la altura del número 8, levanta cada día la persiana la gastrotaberna Okapi. Su cocina es totalmente artesanal y se está postulando como uno de los templos de la tapa de la capital. Imprescindible probar su carrillada de ternera en salsa.
Aunque, sin duda, si se busca continente y contenido, pocos sitios son tan recomendables como Moriles Ribera (Paseo de la Ribera, 6). Fórmulas reconocidas y reconocibles del recetario cordobés en un palacete modernista de comienzos del siglo XX, diseño del prestigioso arquitecto Rafael de la Hoz. Ambientazo y vistas privilegiadas del Río Guadalquivir. Su carta va desde lo más cañí, como rabo de toro, migas cortijeras, cochifrito confitado o cogollos con ajitos, a deliciosos risottos, revueltos, tostas o mariscos.
Acervo popular sobre el mantel
Parte indispensable de la idiosincrasia cordobesa son las taberna. Una de las más castizas es Casa Bravo, con vistas a la Puerta de Almodóvar. Responde a todos los cánones que se le presuponen a este tipo de establecimiento: comida tradicional, de calidad y que mira por la pervivencia del recetario de toda la vida y una variedad de vinos que engrandece su propuesta gastronómica. Además es punto de encuentro y tertulia de artistas de la más variada índole. Sin desmerecer los buenos momentos que proporcionan catar sus patatas alioli, guisos, pescaíto frito, salmorejo o berenjenas con miel. Al margen de la maestría con que convierten cualquier plato de casquería en alta cocina.
Tampoco desmerece Taberna Regina (Plaza de Regina), cuyas patatas bravas son una institución en Córdoba. En ración o en formato tapa, sus patatas cortadas en trozos grandes y con el punto justo de sal, llegan a la mesa turgentes y con un velo de mahonesa y salsa brava (muy brava) por el encima, que da gloria.
También es más que recomendable probar sus peroles de arroz, la carrillada o el rabo de toro. Su chorizo al vino merece mención aparte. Chopitos y bacalao fritos, huevos rellenos, carne al Jerez y berenjenas con salmorejo completa su nómina de best seller.
Placer sin ambages es lo que ofrece Taberna La Abuela, en la popular Plaza del Pocito. Tanto en su interior como en su amplia terraza el ambiente es tranquilo y familiar. Sus frituras son de las mejores de la ciudad. Al margen de poder degustar clásicos de la cocina cordobesa como salmorejo, ensaladilla o revueltos de impecable factura. Los postres son abundantes y 100% caseros. Y Manuel Castilla, su creador, es un experto barista por lo que rematar una comida con un buen café se convierte en la mejor opción.
Junto a la Torre de la Calahorra encontramos el Bar Los Romerillos (Calle Acera del Arrecife, 6) magnífico para dar buena cuenta de comida casera en un ambiente popular. Al pescaíto le dan un punto a la fritura como en pocos sitios, al igual que a platos de factura local como el salmorejo, la ensaladilla o los flamenquines.
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