Manuel Carrasco, magnetismo 'salvaje' para todos los públicos en El Arenal

Como un Neptuno del siglo XXI, Manuel Carrasco surcó anoche el mar de almas que abarrotaban El Arenal deseosas de formar parte de su Tour Salvaje. Apenas pasaban diez minutos de las diez cuando desde el escenario prendió fuego, literalmente, a la noche cordobesa. Arrancó con El Grito del niño y Pueblo Salvaje, para continuar con éxitos de sus más de dos décadas de carrera como Hay que vivir el momento, Siendo uno mismo, Salitre, Que nadie, Hasta por la mañana o Qué bonito es querer.

El de Isla Cristina puso a bailar y cantar al respetable y lo emocionó con algunos temas que interpretó con la única compañía de su piano. Mujer de las mil batallas, "dedicada a Rosa", arrancó el aplauso únánime y más de una lágrima entre los espectadores.

Aunque, sin duda, uno de los momentos más especiales fue cuando, a dúo con su amiga la cantante cordobesa Vega, cantó 'No dejes de soñar'. Su amistad comenzó en la Academia de Operación Triunfo, allá por 2002, cuando ambos coincidieron en la segunda edición del popular concurso de talentos de TVE.

Aunque esta no fue la única sorpresa de la noche. El Coro Gospel Córdoba lo acompañó durante la canción Que nadie.

Manuel Carrasco no pudo ni quiso disimular que esta parada no era una más en su gira: "Córdoba, donde he vivido cosas maravillosas a lo largo de toda mi carrera. Tengo que deciros que la primera vez que toqué en el Gran Teatro me quedé enamorado de este público. Córdoba es un lugar al que siempre quiero volver y cantar mis canciones. Estamos emocionados y mirándoos a los ojos, no podemos pedirle nada más a la vida".

Pero aún quedaba una declaración de amor más a Córdoba en forma de canción. Una composición que ya había compartido en sus redes a finales de 2023 cuando actuó en el Coso de los Califas. En ella rinde homenaje, guitarra en mano, a lugares tan icónicos de la ciudad como la Plaza de la Corredera, la de Capuchinos, la Torre de la Calahorra, el Puente Romano p la Mezquita-Catedral.

Manuel Carrasco, el ADN de un pueblo

La música de Manuel Carrasco alberga el poder igualador que se le presupone a la muerte, a los grandes amores y a las primeras veces. Sus letras abarcan todas las casuísticas del común de los mortales y su manera de interpretarlas dan la estocada final al corazón de quien las escucha. Nadie se resiste a ponerse en la piel de sus personajes sin nombre.

Manuel Carrasco, el chico que gusta a todos, todas y todes. Es tarea harto complicada encontrar un detractor (con argumentos) del de Isla Cristina porque a quien no le apasiona, al menos agrada. Carrasco no es sólo un buen cantante o un compositor solvente, sino que resulta un magnífico intérprete. Protagoniza cada una de sus historia frente al público: es el chico orgulloso de sus orígenes, el apoyo de la persona enferma, la mujer que intenta escapar de una vida gris o el amante herido e hiriente que mira al futuro con esperanza.

En Carrasco y sus canciones no hay un atisbo de nostalgia mal entendida o de derrotismo, ni siquiera de arrepentimiento, pero sí mucho de dignidad, de emoción e ilusión a raudales, que componen la pócima mágica para seducir a quien lo oye en vivo. Es el pegamento que une a un pueblo, al suyo, el Pueblo Salvaje.