Alto Guadiato

Oportunidad única para visitar los monumentales depósitos de agua de Belmez

Sesión fotográfica en los depósitos de agua de Belmez.

Sesión fotográfica en los depósitos de agua de Belmez. / Javier Pastoriza

Ocultos en la ladera del Castillo de Belmez durante décadas, hace unos años, sin saber muy bien cómo ni por qué, alguien rompió uno de los muros y la sorpresa fue mayúscula: los más que centenarios depósitos de agua de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, una reliquia de argamasa monumental, recuerdo del floreciente pasado industrial del Alto Guadiato, permanecían intactos, sepultados bajo la memoria y bajo una espesa capa de olvido. Y, prácticamente, tal y como se concibieron en 1883 se mantienen: dos estructuras gemelas, de 700 metros cuadrados cada una, con gruesos pilares y cubiertas abovedadas, un monumento prácticamente sin par en todo el Sur de España.

Siguen cerrados, accesibles únicamente por el "boquete" que se abrió en uno de los muros, y para los propios belmezanos los antiguos depósitos de agua son un tesoro patrimonial totalmente desconocido. Este jueves, 31 de agosto, habrá la posibilidad de visitarlos de manera excepcional gracias a la visita guiada del estudio de la historia local José Antonio Torquemada. Habrá performance con iluminación, música y photocall.

En las imágenes que se conocen, los depósitos se muestran oscuros, amplios, monumentales, como una puerta que de pronto se abre a un pasado intacto y no tan lejano en que Belmez era una de las locomotoras del desarrollo del Sur de España. A finales del siglo XIX, en la localidad del Alto Guadiato vivían 2.000 vecinos -ahora son unos 2.900-. "Una de las principales preocupaciones de las grandes compañías mineras durante el siglo XIX era suministrarse de agua suficiente para que pudieran funcionar las máquinas de vapor que utilizaban en minas, fábricas, talleres y locomotoras. En 1882, por falta de agua la propia compañía de Andaluces tuvo que parar el trabajo en la mina Santa Elisa durante cinco meses", narra el propio Torquemada. 

Para solucionar el problema, la compañía planeó establecer dos grandes tomas de agua en el río Guadiato, una en la Vega, junto a la estación de Cabeza de Vaca, y otra en la huerta del Carrascal, a apenas un kilómetro de Belmez. La reacción de los vecinos no se hizo esperar. Y, temerosos porque la empresa dejara sin agua al ganado y pusiera en riesgo el consumo humano, ya que tal volumen de agua podría secar el río en los meses de verano, forzaron la intervención del Ayuntamiento.

La institución municipal y la compañía alcanzaron un acuerdo beneficioso para todos. Así, a cambio de la concesión para extraer agua del río, acordaron la construcción de los depósitos de agua potable que, con una capacidad de 6.500 metros cúbicos, garantizaban el consumo de la población durante los tres meses de sequía del verano. Además, la compañía debía instalar dos pilares públicos y establecer la red de agua potable en todo el pueblo, narra Torquemada. 

Corría 1883 y Belmez se convertía en uno de los primeros municipios de la provincia de Córdoba en contar con agua potable. No solo eso. El acuerdo entre el Consistorio y la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces establecía que el suministro para los incendios se daría gratis, así como el suministro para la cárcel y para el riego del parque municipal Vicente Sánchez, que en aquel momento se empezaba a construir. Y, como curiosidad, tanto Belmez como Peñarroya-Pueblonuevo desarrollaron una segunda red de suministro hídrico, la llamada agua mala, industrial, sin potabilizar, que hasta bien entrado el siglo XX regaba los jardines y llegaba a empresas o talleres. Aunque, como destaca Torquemada, lo más relevante fue la construcción de los depósitos. 

Con una superficie de más de 1.400 metros cuadrados, estuvieron en uso durante más de cien años, hasta bien entrada la década de los 90 del pasado siglo XX. "En la última gran sequía del 95 estaban preparados para llenarse, aunque finalmente no hubo que usarlos", dice Torquemada. En 2018 se redescubren y, por primera vez desde su construcción con una argamasa de piedra y carbonilla, se conoce su forma monumental, escondida en la ladera del Castillo. 

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